El acento sanxenxino de la tierra de Mozart

Marcos Gago Otero
marcos gago SANXENXO / LA VOZ

SANXENXO

Ramón Leiro

Esta docente, entusiasta de la comarca, ha participado en 4 intercambios escolares en el instituto de Baltar

24 mar 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

«Nos atrae el contraste, Sanxenxo es muy diferente a Austria», resalta Roswitha Schweighofer sobre su cuarto año de intercambio escolar de alumnos del instituto de Seekirchen con los estudiantes del IES de Baltar. Sonriente y en perfecto castellano, esta docente centroeuropea emprendió ayer el viaje de regreso a su Austria natal, después de pasar en Sanxenxo una semana que sus alumnos no olvidarán nunca. «Aquí no es solo el paisaje, es el mar, la gente, la gastronomía. Todo es excepcional», asegura.

Profesora de secundaria, empezó a estudiar español en la Universidad de Salzburgo. Después de un tiempo, se impuso el pragmatismo. Se pueden aprender los rudimentos de un idioma en la distancia, pero para dominarlo, no hay nada mejor que vivir entre las personas que lo hablan desde la cuna. Y así llegó un día a Málaga. «Quería aprender mejor el español y para conocer la cultura y la gente hay que vivir en el país, es el punto lingüístico». El aprendizaje no fue nada fácil. «El español y el alemán son totalmente distintos, pero en el instituto sabía algo de francés, así que cuando empecé con el español ya sabía cómo funcionaban las lenguas románicas y me gustó mucho», indica.

Ella fue una de las primeras profesoras que se desplazó desde Seekirchen a Sanxenxo cuando hace ocho años comenzaron los intercambios de alumnos. Y sus conocimientos de castellano le ayudaron a comunicarse sin problemas. Aquí descubrió otro idioma, el gallego. Aún no lo habla, aunque ha aprendido algunas palabras. Sostiene que sus alumnos seguro que sí saben algo más, «porque se alojan en casas con las familias gallegas».

Doce jóvenes austríacos acudieron este año a Sanxenxo. «Fueron pocos este año, el próximo serán más numerosos, más de treinta», matiza. La cifra final depende en cada curso de cuántos se apunten al español, un idioma que poco a poco se va haciendo un lugar en el país alpino.

Algo en común: la lluvia

«De Galicia nos atrae todo, es una vida diferente, pero tenemos algo en común, la lluvia. En Seekirchen puede llover mucho hasta en verano, es un lugar muy verde, como aquí», manifiesta. Añade además que el intercambio entre su localidad y Sanxenxo le ha abierto un mundo que no sospechaba. Esta es una España que no suele tener tanta promoción internacional en Austria como otros destinos, preferentemente la costa mediterránea o las islas.

Sobre la primera vez que puso el pie en Galicia, Roswitha confiesa que «no tenía ninguna idea preconcebida, vine sin ideas fijas y me encantó porque me gusta conocer lugares y personas».

La agenda de la semana del intercambio fue intensa: Santiago, A Coruña, Pontevedra. «Hemos hecho una excursión la lado del mar y tuvimos una recepción en el Ayuntamiento», destaca esta profesora. Roswitha ha venido solo una vez más a Galicia, fuera de sus obligaciones como profesora. Fue en verano y a Santiago, como no podía ser de otra manera. Sin embargo, estar tan cerca del mar tiene un encanto especial para una persona que vive a los pies de los inmensos Alpes y donde el mar es solo una imagen en la televisión.

En ese viaje a Compostela, también se acercó al litoral y allí se bañó en el mar. «Fue una sola vez, en A Lanzada», explica. Era el mes de agosto, cuando el mercurio sube a lo más alto del termómetro. Al preguntársele por cómo encontró el agua Roswitha se echa a reír. «El agua estaba muy fría», indica, a la vez que recuerda que la experiencia vale la pena, aunque sea para poder contarla en Austria.

La visita de Roswitha y sus alumnos a Sanxenxo es solo parte del programa. La actividad también incluyó el viaje de los sanxenxinos hasta Seekirchen. Fue un buen grupo y se lo pasaron en grande. «Les enseñamos nuestra pequeña ciudad y los llevamos a Salzburgo, a la casa de Mozart. Hicieron una excursión por una región del centro de Austria y también los llevamos a una mina de sal». ¿Qué gustó más? La nieve, sin duda. Y es que para muchos jóvenes que viven en Galicia al lado del mar, la nieve suena tan exótica como lo es a los centroeuropeos un baño en el Atlántico.

En su maleta de regreso al corazón del continente, Roswitha se lleva dos botellas, una de Ribeiro y otra de Ribera del Duero. En otras ocasiones, ha sido Albariño, pero este año quiso probar con otros caldos. Y es que la gastronomía es uno de los puntos fuertes del atractivo de Galicia. Esta profesora disfruta mucho con el marisco y «con ese pez plano que tenéis tan rico, ¿se llama raya?», pregunta. No podía ser de otra manera, Portonovo está a tiro de piedra y es bien sabido en toda Galicia lo bien que se prepara la raya en esta zona.

Roswitha leerá este reportaje ya en Seekirchen, tras un vuelo de varias horas. Sin embargo, está segura de que volverá a Sanxenxo, dentro de dos años, cuando le toque su turno como profesora tutora y entonces otra vez volverá a tocar las aguas del Atlántico.