Cuatro kilómetros sin mucho tráfico y toda una vida a su alrededor

María Hermida
maría hermida PONTEVEDRA / LA VOZ

SANXENXO

maria hermida

Conecta dos carreteras más que atascadas, la que va a Vilagarcía y la que lleva a Sanxenxo. Ella no tiene caravanas pero sí algún bache

27 feb 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Corría 28 de noviembre del 2004 y Manuel Fraga no se mordió la lengua. El entonces incombustible presidente de la Xunta acudió a inaugurar la llamada alternativa norte, es decir, la VG-4.8, y allí le esperaban unos vecinos armados con bocinas y silbatos que le echaron en cara que la Xunta no había pagado las expropiaciones y que la carretera no era lo suficientemente segura -indicaban que buena parte de él estaba sin vallar-. Los escoltas no dejaron acercar a los paisanos al presidente para explicarle sus quejas. Pero Fraga, con su particular dialéctica, se refirió a ellos a micrófono abierto. Dijo algo así como que la protesta quedaría en anécdota y la carretera supondría un antes y un después, que los efectos se verían con el paso del tiempo. Han pasado algo más de 13 años desde la inauguración del vial... ¿cómo están las cosas ahora? Nada mejor que recorrerlo un día cualquiera y comprobar qué es lo que pasa en esos 4,3 kilómetros que arrancan en la carretera de Vilagarcía (la PO-531) y van hasta el vial de la costa hacia Sanxenxo, la PO-308.

Ayer a media mañana, apenas había tráfico. Ni a la ida ni a la vuelta. Al preguntarle a un transportista en furgoneta en una zona comercial de A Seca y que es habitual de la variante norte, indica: «Por aí pasan coches, pero tampouco é unha barbaridade, ándase moi ben. Aumenta no verán, claro, coa xente que vai para as praias». Por tanto, con respecto al tráfico, la cosa va bien, al menos en los meses sin turismo de playa. Pena que no pase lo mismo con el aglomerado o la señalización del vial. El firme ha sido reparado en más de una ocasión pero con el sistema que impera últimamente: el de los remiendos de aglomerado, así que el coche va dando pequeños saltitos. Además, en un determinado punto hay un bache considerable. Y tampoco hay que olvidarse de lo que ocurre con la señalización. Hay indicativos que no se leen bien por el deterioro propio del paso del tiempo y, encima, los pasos de cebra en los que empieza y acaba la carretera están prácticamente borrados.

«Non lle fai dano a ninguén»

Pero vayamos también a la vida paralela a la carretera, a lo que ocurre a su alrededor. Para ello, nada mejor que preguntarle a quienes viven a tiro de piedra del vial, como Josefa Martínez, de Campañó de Abaixo. Ella cuenta cómo cambió la zona la carretera: «Antes isto era unha camiño cheo de toxeiras e dende que veu a estrada pois cambiou moito o conto. Eu penso que a estrada non lle fai dano a ninguén, que ben posta estivo. É certo que algo de ruído mete para a casa, pero vaise levando», indica. A su vivienda se accede por uno de los pasos inferiores del vial. ¿Es cómodo? «Vai sendo», dice.

Algo más se quejan otras vecinas que pasean por una zona donde hay otro paso inferior. Dicen que debería ser más ancho, y dicen bien, porque mientras ellas pasan se acerca un coche y se comprueba que peatones y vehículo no cogen juntos.