Nuevos frescos de 500 años salen a la luz en la restauración de la iglesia de san Ginés
25 ago 2016 . Actualizado a las 07:44 h.Algunos de los mayores hallazgos de la arqueología se han producido sin previo aviso. Howard Carter se encontró, por casualidad, con la tumba de Tutankamón y de igual manera, sin sospechar siquiera de su existencia, Arthur Evans halló toda una civilización, la minoica, en Creta. Algo parecido, aunque en escala mucho más modesta, fue el descubrimiento de más murales y restos de sepulturas de hace 500 años en la capilla de la Presentación o de san Benito, en la iglesia vieja de san Ginés. Confirman la importancia de esta villa en los albores de la Edad Moderna y enriquecen la oferta cultural y patrimonial de Sanxenxo.
El hallazgo se debe al empeño personal del párroco, Samuel García, y el no menor entusiasmo de un grupo de feligreses de la parroquia. Ahora se sabe que en esta iglesia se conservan los restos de uno de los pocos ejemplos de pintura de escudos heráldicos de alta calidad del siglo XVI en Galicia. Y se sospecha que aún hay más cosas ocultas en la parte del templo por explorar.
El hallazgo ocurrió una mañana de este mismo mes. Era la primera vez en más de 50 años que se retiraban las últimas tablas del retablo y del altar de madera que ocultaban las paredes de la capilla. El espectáculo no podía ser más desolador: un montón de piedras, tierra y poco más. Al mover las piezas se encontró una lápida con un escudo, bastante erosionado, sin inscripciones. Hay doce candidatos para el propietario de esta tumba.
A continuación, se desmontó la mesa antigua del altar, que no era de interés histórico, como se pensó al principio, y aparecieron dos paredes laterales de ladrillos de cemento. Poco prometedora parecía la cosa, porque quedaba claro que se había alterado el entorno en la reforma del templo en 1941.
Por si acaso, la excavación continuó con cuidado. «Se hizo siguiendo un método», explicó José María Abel, uno de los colaboradores de la restauración. Más cascotes de relleno hasta que «se llegó a un momento que parecía que veíamos detrás algo con pintura», apunta el sacerdote. «Entonces le digo al obrero, aquí hay pintura, párate», narra el cura.
Con mucho cuidado se retiran piedras y tierra y entonces, poco a poco, se vislumbran tres escudos por primera vez en muchos años, tantos que ya nadie vivo se acuerda de su existencia. No aparecen solo pinturas. También surgen, como en un capítulo de Regreso al futuro, otra sepultura, con el emblema del cabildo de Santiago.
Dos siglos escondidas
¿Cuándo fue la última vez que los vecinos vieron estas pinturas? Un hallazgo, minúsculo, da una pista. En medio de las sepulturas y los cascotes apareció una moneda de cinco céntimos de Fernando VII, de principios del siglo XIX. Esa es la clave. Doscientos años después estos restos murales y las sepulturas de las familias fundadoras de la iglesia de san Ginés, y quizás de la propia villa de Sanxenxo, están expuestas otra vez a la luz.
Samuel García confía en que Patrimonio esté de acuerdo con dejar estas pinturas a la vista cuando se recomponga el retablo en su sitio. Abel ha solicitado el auxilio de la Universidade de Santiago. Un experto en arte medieval de la USC ya les ha adelantado que es «muy raro» la aparición de emblemas heráldicos de calidad en pinturas en Galicia. Por ahora, los linajes identificados son los Saavedra, los Pereira de Castro y quizás los Ozores.
Los hallazgos de la capilla se suman a otras pinturas de los siglos XVI y XVIII en otras partes del templo. Sanxenxo lució como una capilla sixtina. No es Miguel Ángel, pero aquí dejaron su impronta los primeros sanxenxinos.