Gusano de la ría, cebo de campeones

Marcos Gago Otero
marcos gago SANXENXO / LA VOZ

SANXENXO

Seis profesionales de la cofradía de Portonovo -Daniel Arosa en la foto- se dedican a la explotación del gavilán en Sanxenxo.
Seis profesionales de la cofradía de Portonovo -Daniel Arosa en la foto- se dedican a la explotación del gavilán en Sanxenxo. ramón leiro< / span>

Seis pescadores de Portonovo comercializan el gavilán, un animal similar a la miñoca, que se vende en la costa mediterránea para la pesca con anzuelo

17 abr 2015 . Actualizado a las 07:53 h.

Irresistible para los peces por su sabor y excepcional por su calidad, doradas, sargos y lubinas del Mediterráneo se rinden ante una especie de miñoca conocida como gavilán (Lumbrineris impatiens), capturada en las playas de Sanxenxo y comercializada desde Portonovo. El gavilán se ha abierto camino en el mercado de la pesca deportiva, donde el paquete de seis unidades de esta lombriz pontevedresa alcanza los 2,50 euros. En lonja, el kilo puede llegar a los cincuenta euros, es decir, más que la almeja fina en Campelo.

Pescadores de todo el Levante y de Cataluña utilizan estos gusanos de la ría como cebo tanto en días de ocio como en pruebas deportivas. El prestigio que ha adquirido este producto entre los pescadores mediterráneos es tal que las miñocas de Sanxenxo son las favoritas para dos campeones del España y del mundo en la modalidad de surfcasting -pesca desde la playa-. Se trata de David Alcántara, en la categoría sénior, y Mario Nicolás Díaz, en la júnior.

Bascuas, Pragueira y Canelas son tres referencias para este producto en la provincia, cuya explotación está regulada por la cofradía de Portonovo y que cuenta con un riguroso seguimiento biológico para asegurar la preservación del recurso. Juan Manuel Esperón, antiguo guardia jurado reconvertido en miñoqueiro, explica que trabajan todo el año a una media de 15 días al mes.

Llama la atención que esta actividad ha permitido dar una salida laboral a personas desvinculadas del mar. Ayer, en Bascuas, había otro pescador más, Martín Dadín, mecánico en otro tiempo.

Es una salida laboral, pero eso no quiere decir que sea una tarea cómoda. «Este é un traballo moi duro, sobre todo no inverno», señala Daniel Arosa, otro integrante de este colectivo y antiguo trabajador de un supermercado.

No es fácil estar tres horas en el agua, rebuscando en la arena para atrapar al escurridizo gavilán. Estos profesionales nunca saben qué encontrarán cada día. En una jornada pueden haber suerte y regresar con la bolsa llena, pero otras apenas con un puñado.

Una vez vendido en lonja, los compradores se llevan el gavilán a los viveros, donde los engordan y empaquetan para su venta al otro lado de España.