Si hasta hace unos meses encontrar a un profesional que acabara de conseguir trabajo en la construcción resultaba una misión casi imposible, pretender que fuera mujer y joven se convertía en casi una utopía. Hoy empieza a ser algo más factible. El ejemplo más claro de ello se llama María Olivera Castro, una pontevedresa de 27 años que ha logrado un empleo estable en el sector sin duda más castigado por la crisis y el estallido de la burbuja inmobiliaria.
María es ingeniera de Obras Públicas, y casi toda la experiencia laboral que ha acumulado tienen orígenes bien distintos: la primera fue consecuencia de unas becas que otorgaba la Diputación de Pontevedra para dar oportunidades laborales a los más jóvenes. Pasó seis meses realizando una asistencia técnica en el Concello de Portas.
Tras ello pasó ocho meses buscando empleo. María tuvo suerte y, gracias a su edad y formación, pudo beneficiarse de una Feuga y, una vez que la terminó, en Construcciones y Proyectos Abilleira (CPA), ubicada en el polígono de A Reigosa, decidieron que no querían dejarla escapar. De modo que la contrataron, y en tan solo unos meses desde que firmó su contrato de trabajo ha pasado de ayudar a su jefe a convertirse en jefa de obra, licitar obras públicas, estudios y realizar labores de prevención de riesgos laborales. «Tienes que estar en el momento oportuno en el sitio correcto», confiesa la joven ingeniera.
Olivera admite que su caso no está tan generalizado como sería deseable, pero reconoce en su actual empresa la evolución que está sufriendo el sector. Además de tener una oficina en Madrid, acaba de abrir una pequeña delegación en Lugo, para la que ya han contratado a otro joven.