Paradela y la ofrenda con más huevos para San Gregorio

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El bollo va aderezado con los mejores condimentos, la alegría y el buen humor.
El bollo va aderezado con los mejores condimentos, la alegría y el buen humor. FOTO< / span> m.i.< / span>

24 abr 2022 . Actualizado a las 20:09 h.

Dicen que el tamaño no importa. Pero eso no va con los vecinos de Paradela. Hace tiempo, ya más de veinte años, un grupo de residentes apostó por recuperar la romería en honor a San Gregorio. Y fue el tamaño, el del bollo gigante de Pascua que elaboran en la panadería Paradela, el que ha conseguido dar fama a esta celebración. Tanta, que hay ya hasta excursiones organizadas para disfrutar de esta fiesta al aire libre y, por supuesto, de un trozo de un bollo coronado por más de seis mil huevos. Pero ¿cuál fue el origen de este festejo? Pues realizar una ofrenda a San Gregorio que, por si no lo saben, hace milagros con los males de estómago.

Con cuatro docenas

La idea surgió de uno de los integrantes de la panadería Paradela, que era también el presidente de la comisión de fiestas que se creó allá por el año 94 para recuperar la romería de San Gregorio. Hace ya once años que falleció, pero todo lo recuerda perfectamente su hermano, Fernando Silva y presidente actualmente de esta comisión. «Naquela época se facían na panadería moitos bolos de ovos e el dixo que ía facer un grande para ofrecerllo a San Gregorio», explica. Aquel primer pan llevaba cuatro docenas de huevos y causó sensación. Tanto, que al año siguiente se buscó una chapa metálica para poder hacer un bollo de mayor tamaño. Y así sucesivamente. A base de retales, la chapa fue creciendo y, con ella, el tamaño del bollo.

Un molde de inox

Llegó un momento en el que la chapa ya no fue suficiente. Tenía dos metros de ancho por dos de largo, pero los responsables de este festejo querían que el bollo tuviese mayor tamaño. Por eso pidieron ayuda a la comunidad de montes. Querían hacer un molde en acero inoxidable, que quedase ya para sucesivas ocasiones. Pero este costaba alrededor de 700.000 pesetas. La comunidad estuvo de acuerdo en financiar el mismo. Y el proyecto salió adelante. Ese molde marcó el tamaño del bollo durante los dos años siguientes. Pero tampoco así estuvieron satisfechos los vecinos. Corría el 2005 cuando decidieron entrar en el libro Guinness de los récords y, para ello, precisaban de un molde de mayor tamaño. Así que se fueron al herrero y le pidieron que hiciera una ampliación. Así nació el molde que se lleva utilizando desde entonces, que tiene cinco metros de largo por 2,2 de ancho. Seis mil huevos son precisos para cubrir esta superficie de pan de manteca. Todo ello le valió a los vecinos de esta parroquia de Meis figurar como los autores del bollo más grande del mundo. Título que, por ahora, nadie ha osado arrebatarles.

Una semana, 6.000 huevos

La preparación de este gigantesco bollo comienza todos los años con la recolección de huevos. Las mujeres de la parroquia visitan municipios vecinos pidiendo la donación de este producto. «Van a Portas, Romai e Sisán pedindo», explica Fernando. Pero también son muchos los que se acercan a la panadería Paradela con el fin de dejar allí su donación. La recogida empieza justo una semana antes de que se celebre la fiesta. Y en los locales de la panadería se van juntando con miles y miles de huevos, que almacenan hasta el sábado. A veces no llegan y es necesario hacer una última petición durante la tarde del sábado. Todo es cuestión de tamaño. Si los huevos son más grandes, con seis mil llegan. Pero si son pequeños hacen falta hasta un centenar más. Esta misma mañana, una decena de vecinas de la parroquia se congregaron en la panadería para comenzar a lavarlos, limpiarlos y colocarlos en cartones. Así se sabe exactamente de cuántos se dispone y si son necesarios más. Todo tiene que quedar listo para que, a partir de las tres de la tarde, comience la elaboración del bollo gigante.

Diez hombres

Bajo la superficie cubierta de huevos se esconde un pan de manteca formado por unos 60 o 70 kilos de masa. Por la elaboración de esta base comienza el proceso. Las amasadoras son las encargadas de montar esta masa, que poco a poco se va extendiendo por el molde hasta cubrirlo por completo. Después viene una de las partes más complejas: la colocación de los huevos. «Todos van colocados de pe e un a un», afirma Fernando. Entre diez y quince personas se ocupan de esta tarea. Pero hay que hacerla con cuidado. Se empieza colocando los huevos del centro, de lo que se ocupan los más altos. «Se empezamos por outro lado non hai forma de chegarlle ao medio», añade el presidente. Al terminar, se celebra con un aplauso. Pero lo difícil no concluye en esa fase. Diez hombres, jóvenes y fuertes, son precisos para subir el molde a la altura del horno. «Un cuarto do bolo queda fora, así que avisamos á xente para que en dúas ou tres horas volvan, para darlle a volta», relata Fernando. Darle la vuelta no es sencillo, pues el molde está a 150 grados. Pero tampoco lo es sacarlo de la panadería. Por eso al día siguiente se llama a otra decena de vecinos para que a las diez se presenten en la panadería. Es preciso inclinar el molde para que salga por la puerta. Y tardan dos horas en llevárselo a San Gregorio, pues hay que subirlo al remolque del tractor y trasladarlo hasta el campo de la fiesta. Tras los actos religiosos, empieza el reparto y asegura la comisión de fiestas que el molde se queda todos los años vacío. Sobre las tres de la tarde de los 6.000 huevos solo queda la cáscara. Del bollo, ni las migas.