Pontevedra hace historia y vive la marcha contra el cáncer más grande de toda Galicia

María Hermida
María Hermida PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA CIUDAD

Andando o corriendo, tomaron la salida 2.700 personas y centenares de mascotas en una ruta que dejó cientos de imagénes para el recuerdo y emotivos homenajes como el que se leía en la camiseta de una mujer: «Ánimo, cuñado»

05 oct 2025 . Actualizado a las 12:57 h.

«Eu sabía que, se algunha cidade batería o récord de ter a marcha contra o cáncer máis grande de Galicia, esa ía ser Pontevedra». Eso dijo esta mañana de domingo una emocionada Anabel Gulías, concejala de Deportes de Pontevedra y una de las personas que habló a los micrófonos antes de que 2.700 personas y centenares de mascotas tomasen la salida de la Marcha contra o Cancro de la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC) celebrada en Pontevedra. La edila no hablaba por hablar. Efectivamente, tal y como se repitió por la megafonía, Pontevedra rompió moldes con el número de inscritos. Y eso que podrían haber sido muchos más de no ser porque se agotó el cupo máximo para el que se había solicitado permiso y la AECC tuvo ya que cerrar inscripciones el viernes. Fue, por tanto una jornada histórica de caminata en la ciudad más caminante de Galicia, en la que hace tiempo que los coches se han apartado a un lado para que los peatones tomen las calles y plazas todos los días del año y, por supuesto, de manera especial este domingo. 

La marcha, sin carácter competitivo y con marcado acento solidario, salió prácticamente puntual de la plaza de España, sobre las 10.30 horas. El recorrido circular de cinco kilómetros, totalmente asumible para prácticamente cualquier circunstancia y en el que la zona histórica se recorría de cabo a rabo, hizo que hubiese participantes de absolutamente todas las edades. Estaba Mercedes, a la que le faltan 22 días para cumplir los noventa años, que hizo la marcha en su silla de ruedas eléctrica. Y también Carmen, de lo tres meses de vida, que cruzó de punta a punta el recorrido metida en la mochila colocada en el pecho de su mamá. En medio de ellas, ciudadanos de todas las edades, algunos muy atléticos y otros con bastón o muletas. Pero todos dispuestos a lucir la camiseta verde conmemorativa de la jornada y a dejar claro que, ante el cáncer, solo cabe la investigación, el apoyo a la sanidad pública y la solidaridad. 

Fue una jornada lúdica, con clase de zumba, música, personajes caracterizados de La guerra de las Galaxias y cientos de fotos de familias y amigos. También hubo lágrimas. Muchas. Cómo no. Por los que están pasando la enfermedad, a los que los suyos hacían continuos guiños, como una mujer que llevaba, debajo de la camiseta verde, una color beis en la que se leía «ánimo, cuñado». Y también se lloró por los que se fueron por culpa de esta patología. Todos estuvieron presentes, en los ojos humedecidos de abuelos, padres, hijos, hermanos o amigos. Y, por supuesto, en ese corazón enorme en el que se convirtió la foto de familia: 2.700 personas levantando las manos al cielo a la vez en la plaza de España y a lo largo de la calle Michelena y haciendo la figura del órgano mayor del cuerpo humano. Parece difícil de organizar. Pero fue sencillísimo, espontáneo, hermoso, entrañable... como las cosas más bonitas que ocurren en la vida.