
La trayectoria del Pontevedra en la Copa del Rey ha reenganchado a la ciudad a un equipo que este miércoles recibió el aliento de casi 10.500 aficionados
16 ene 2025 . Actualizado a las 00:49 h.Perdieron, sí. Por la mínima, también. Pero generaron, emocionaron e hicieron vibrar a una ciudad que hoy saca pecho de ser granate. Es una derrota con orgullo. Con el que da haber peleado como un equipo de Primera y caer ante uno de ellos, que además se vio obligado a celebrar el pase con entusiasmo pese a estar a tres categorías de diferencia, un abismo que ayer no se notó sobre el césped de un Pasarón que ya deja una página más en sus 84 años de historia.
Este 15 de enero era casi festivo a orillas del Lérez. El reloj aún no marcaba las cinco de la tarde y las bufandas ya inundaban las calles y los aledaños del estadio. Los puentes que conducen hacia Pasarón hacían aún más grande las pancartas con el lema de la temporada: «Non parar ata voltar». Hasta volver a Primera Federación o hasta volver a ser esa segunda versión del Hai que Roelo. De esa década de los sesenta queda la pasión y un sentimiento que la ciudad ha revivido de la mano de un equipo que ha sabido subirlos a las nubes. La pancarta de las peñas lo confirmaba. «A lenda xa voltou» se desplegó sobre fondo con las caras de los históricos Neme y Cholo, de esa etapa dorada, y las Álex González y Edu, de la actual.
Más de diez mil espectadores acompañaron a los granates en este viaje que desde el primer día reconocieron que era ilusionante. Ganaron al Levante, Villarreal y Mallorca como saben hacer, con juego y goles. Pero se toparon con un Getafe que venía a Pontevedra a aguar la fiesta con un estilo menos lucido, pero más efectivo. El juego bonito no compra billetes para cuartos. En esta ocasión lo hizo el fútbol rocoso, el práctico, el que tiene claro el valor de un gol sin importar cómo se hace. El fin sí justificó los medios.
Pero este Pontevedra ya derrocha ilusión y ha subido a la ciudad a su lucha, que ahora será la del ascenso. Se acaba una etapa, pero continúa vivo el objetivo con el que arrancó el año. La Copa ya es pasado, pero el ejemplo de matagigantes quedará para siempre en el historia de un club que ha sabido despertar el espíritu adormecido del Hai que roelo.