La Feira Franca revive el esplendor medieval de Pontevedra en un sábado de sol y calor

Marcos Gago Otero
Marcos Gago PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA CIUDAD

La llegada de la barrica de vino escoltada por jinetes y el mercado artesanal sirvieron de anticipo de una jornada donde miles de personas llenan las plazas y calles de la ciudad

07 sep 2024 . Actualizado a las 17:18 h.

El sol lucía esta mañana en un cielo casi despejado de nubes y los pontevedreses y miles de visitantes no dejaron pasar la ocasión para bajar a la calle y asistir al traslado de las pipas del vino en carro de bueyes, una de las referencias más reconocibles de la Feira Franca. La tregua concedida por la lluvia fue más que bien recibida y la praza da Ferrería y su entorno se llenó para recibir la comitiva con la que se recuerda aquellos traslados del vino y otros productos desde el interior de Galicia a la que en el siglo XV fue una de las principales ciudades del noroeste peninsular. En Pontevedra, hoy, hay Feira Franca.

La emoción de aquellos que la ven por primera vez se mezcló con la expectativa de cómo iba a resultar este año para los que ya son veteranos. El resultado es positivo. El alcalde, Miguel Anxo Fernández Lores, explicó su pesar por las lluvias que empañaron el espectáculo de viernes por la noche, si bien elogió el esfuerzo realizado por los artistas y el deseo de público que se quedó en la plaza hasta que el aguacero obligó a suspender definitivamente la cita. De noche hubo nervios, y seguro que en pocos días del verano se hicieron tantas consultas meteorológicas en Internet para Pontevedra, pero el temor se quedó solo en eso porque aunque la mañana, a primera hora, parecía algo ceniza, según iban transcurriendo las horas el día abrió. 

Desde la apertura del mercado artesanal con oficios tradicionales, la Praza da Ferrería se convirtió en uno de los epicentros del festejo. Los puestos exhiben la destreza de sus comerciantes en cerámica con torno, cuero curtido, tejas de barro, talla de madera, cestas de mimbres, y otras muchas otras profesiones que hoy en día han quedado apartadas de los grandes ciclos económicos y comerciales pero que durante siglos lo fueron todo para los vecinos.

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Adrián Baulde

Al mediodía el público se agolpaba a ambos lados del recorrido a seguir por la comitiva del transporte del vino. El sonido de tambores y los gritos de alegría de la gente iban indicando por dónde se encontraba. Aquí las figuras más tradicionales y reconocibles de la Edad Media, desde los soldados a caballo, arqueros y ballesteros, y el grupo de autoridades perfectamente ataviadas con complejos y lujosos ropajes, servían para escoltar la pipa que venía en un carro tirado por un buey. En el cortejo también había guiños a historias y cuentos populares y a leyendas. Así no faltaron los dragones -uno echaba agua y otro fuego-, un jorobado, zancudos y máscaras, que siguieron al resto hasta la Praza de España y el Ayuntamiento viejo.

El entorno de la Alameda y del parque de las Palmeras se llenó del bullicio de miles de personas. Los más atrevidos intentaron demostrar su destreza con el arco y las flechas, o con la espada en singular combate -los filos estaban embotados y la punta anulada para no causar ningún daño entre los contendientes-. Había también una gran cantidad de puestos de comida, así como numerosas carpas de grupos de amigos y vecinos que ocupaban gran parte del espacio bajo los árboles. En los jardines inmediatos y en las Palmeras no cabía un alfiler, entre comensales y visitantes.

La ciudad de Pontevedra revive así, por un día, una de sus épocas más doradas en la Historia, orgullosa de su pasado y también de su presente. Por la tarde seguirán las actividades, destacando, entre todas ellas, el torneo medieval y espectáculo ecuestre que se celebra, en dos turnos, en la plaza de toros, a las 17.30 y a las 20 horas. La entrada es gratuita hasta llenar el aforo y la organización recuerda que es mejor ir con tiempo, aunque haya que guardar cola, para asegurarse un sitio en las gradas.

Y así se llegará a la noche, en una velada de cenas vecinales y de amigos en una ciudad que, ya de por sí y desde siempre, tiene como lema «Pontevedra é boa vila, da de beber a quen pasa».