Dio carpetazo a la ingeniería y a Madrid para cumplir su sueño de enseñar a boxear sin contacto en Pontevedra

Nieves D. Amil
nieves d. amil PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA CIUDAD

CAPOTILLO

Juan Rodríguez Esteban, «Jonás», aparcó su profesión para impulsar en su ciudad una disciplina que triunfa en la capital, donde vivió 20 años

26 feb 2024 . Actualizado a las 09:24 h.

Juan Rodríguez hace sitio en una mesa alta para acomodarse antes de empezar a repasar su vida. El escenario da pistas de lo que va contar. Sobre la mesa, un libro de Muhammad Ali y alguna publicación más sobre boxeo. Al fondo, un ring y varias docenas de sacos. Son las diez de la mañana y la calma en Luva Boxing Club, en la céntrica calle José Millán de Pontevedra, manda en un día de temporal. El gimnasio parece un oasis en el ajetreo de una mañana de viernes en la ciudad. Nada que ver con esos gimnasios duros y lúgubres donde se busca ser el mejor en la siguiente competición. En este se enseña a boxear, pero sin contacto. Eso es lo primero que explica Juan Rodríguez o Jonás como le llaman quienes lo quieren bien.

Este ingeniero industrial de Pontevedra lo dejó todo hace unos meses por cumplir su sueño. Para comprender bien como llegó a montar este centro el pasado enero hay que ir muchos años atrás. En los primeros años del siglo XXI, Jonás se fue a estudiar la carrera a Madrid. Apenas tres meses después de acabar la universidad encontró trabajo en la consultoría Indra. «Estuve nueve años en esa empresa, viajé por muchos países por trabajo, pero no me gustaba demasiado, así que aproveché un ERE que hubo en la empresa para irme voluntariamente», explica.

Ahí empezó a dar vueltas a la idea de vivir de lo que realmente le gustaba: el boxeo. Compartía esa pasión con un amigo suyo. Poco a poco fue dándole vueltas a la idea de abrir un gimnasio, mientras entrenaba en uno de Madrid. Pero lo que estaba en su cabeza parecía que se complicaba cuando quería convertirlo en realidad. Después de algo más de un año, un antiguo compañero de trabajo en Indra fue a buscarlo para volver a la ingeniería. «Pensé que quizás era el momento de dejar atrás mi sueño», apunta Jonás, que estuvo cinco años más en esa compañía hasta que llegó la pandemia. Dio carpetazo a 20 años en Madrid. «Me vine a Pontevedra porque podía teletrabajar y estuve así una temporada hasta que lo dejé», explica. En su cabeza seguía con fuerza la idea de volver a lo que realmente le gustaba, el boxeo sin contacto. «Hablé con mi hermana porque este era un bajo familiar y lo puse en marcha», comenta.

La aventura de su vida

Hace dos meses empezó la aventura de su vida. O al menos así la vive él. «Casi no llevo nada, pero de todos los escenarios que barajaba esto es mejor que el optimista», señala Jonás, que como buen ingeniero hizo un exhaustivo plan de negocio para ver si era rentable abrir este gimnasio de boxeo sin contacto. «Pensé que cuando se cumplieran dos meses tendría cerca de 60 clientes y a día hoy tengo casi 80», reflexiona este pontevedrés, que desde que abrió está de sol a sol. «En el primer mes llegué a adelgazar hasta cuatro kilos, pero no puedo reducir horarios», comenta Jonás, que entre sus alumnos tiene desde chavales de 16 y 17 años hasta hombres de más de cincuenta. «Por ahora hay un 30 % de chicas», añade.

El boxeo sin contacto es igual que el convencional, pero sin la agresividad que se ve sobre el ring. «Pensamos que es un deporte sencillo, pero exige mucha coordinación, que es algo que no se tiene de primeras», advierte Jonás. Y pone un ejemplo: «Esta semana hice un entrenamiento muy complicado y cuando al acabar me dijeron que estaban encantados, que había sido el mejor, me sentí muy bien».

Más que un gimnasio

Aunque Luva Boxing Club acaba de abrir, en los planes de Rodríguez Esteban está organizar algún encuentro o sesión temática en el que le gustaría que estuviese alguno de sus entrenadores de Madrid. Hay tres que le marcaron especialmente y que tienen mucho que ver en lo que hoy es Jonás en el boxeo. «Si echo de menos algo son los gimnasios de Madrid. Allí estuve con Jero García, que es un referente. Él me enseñó a dar clase y me motivó en este mundo. Era un lujo estar con él», recuerda con cariño Jonás, que tiene las mismas palabras de cariño hacia José Valenciano, el último entrenador que tuve en el gimnasio de Argüelles. «Es el entrenador con más campeones de España y te enseña de una forma muy didáctica», apunta.

En ese repaso que hace desde Luva Boxing Club no puede faltar José Luis Serrano: «Era el dueño en el gimnasio en el que trabajé. Lo llamaban el Estudiante porque tenía una carrera universitaria y trabajaba en un banco. Cuando hicieron un ERE y se quedó sin trabajo, pensó en lo que sabía hacer y montó un club».

Cada uno de ellos supo aportarle a Jonás lo que la ingeniería no le dio. Ahora, en este gimnasio de la calle José Millán, se pone las «luvas» para enseñar todo lo que aprendió y en un ambiente que invita a boxear sin contacto.