Motivación para no dejarse ir: los pontevedreses Javier y Eva cambiaron sus hábitos de vida

Cristina Barral Diéguez
cristina barral PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA CIUDAD

Eva de Dios y Javier Núñez, en el exterior del centro de salud Virxe Peregrina de Pontevedra
Eva de Dios y Javier Núñez, en el exterior del centro de salud Virxe Peregrina de Pontevedra Ramón Leiro

Profesionales del centro de salud Virxe Peregrina los ayudan a comer mejor y hacer ejercicio

08 oct 2023 . Actualizado a las 19:39 h.

Javier Núñez de la Vega y Eva de Dios González comparten centro de salud en Pontevedra, pero no se conocían. Coinciden en el ambulatorio Virxe Peregrina para este reportaje en el que ellos son los protagonistas. Ambos tenían unos problemas de salud que estaban afectando negativamente a su día a día y, con el apoyo de diversos profesionales, han conseguido cambiar malos hábitos para ganar en calidad de vida.

Javier, que tiene 69 años y se jubiló hace cuatro como empleado de banca, cuenta que padece diabetes tipo 2 y que sus valores estaban preocupantemente descontrolados. Fue su médica de familia quien lo derivó al nutricionista de su centro, una figura que el Sergas incorporó el pasado enero. No había tenido ningún susto gordo, pero era «carne de infarto». Javier dice que en el 2019 dejó el ciclismo por un grave accidente en el Camino de Santiago y que hacía «todo mal». Y lo explica. «Desayunaba muy mal, apenas un café con leche. Yo era el cocinero en casa y tiraba de filetes empanados, por la tarde me tomaba un bocadillo...».

Asistir a la consulta del nutricionista le llevó a cuidarse y a seguir unas pautas para comer mejor y llevar una vida más saludable. «Lo que le agradezco a David —el nutricionista— es cómo enfoca los temas. Las dietas estrictas y rígidas cuestan trabajo, se abandonan y es volver a empezar. Con esas pautas aprendes a comer y a comer bien. Yo bajé de peso y me encuentro bien, de hecho mis últimos análisis son buenos», detalla. Javier asistió a un taller piloto de cocina que organizó el centro de salud y ahora ya le gusta «un poco más». Camina todos los días entre una y dos horas, desayuna con fruta y come más sano. «Si a media mañana me da el hambre le meto otra fruta». También ingiere más verduras y farináceos, esos hidratos de carbono complejos que son necesarios. Con lo que sigue batallando es con el síndrome de piernas inquietas que le diagnosticaron hace treinta años y que le altera el sueño.

A su lado, Eva, de 64 años, estaba en una situación totalmente contraria. Lo que preocupaba era su bajo peso. Su falta de apetito e incluso de ganas de vivir la llevaron a una desnutrición que ahogaba y apagaba su vida. Fue derivada por su médica al nutricionista y la trabajadora social y la labor conjunta de los últimos meses hace que hoy Eva sea otra mujer. Explica que ella es una persona muy nerviosa a la que cualquier cosa le afecta. Necesita estar tranquila y sin problemas. Llegó a pesar 45 kilos y a tener un índice de masa corporal (IMC) de 17. Hoy es de 21. Una enfermedad pulmonar la obligó a dejar de trabajar. Su última ocupación fue como limpiadora en un concesionario de coches. Subraya que ella siempre fue «muy delgadita», pero que entró en una espiral preocupante. «Me dejé ir, apenas tenía ganas de vivir y no comía. Solo tenía pellejos y hasta me daba vergüenza verme. Pensé que me había salido un bulto entre los dos pechos y que era un cáncer. Lo que me faltaba, pensé, hasta que mi médica me dijo, ‘¡Eva, es el esternón!’».

Un problema económico la traía de cabeza y la intervención de los profesionales del Virxe Peregrina fue determinante, junto a su cambio de actitud, para empezar a salir adelante. Poco a poco fue mejorando y comiendo más. «Me decían, ‘Eva, tienes que meterle algo más al cuerpo’, y añadí una tostada». Aunque vive sola y es feliz a su aire y colaborando con el Concello y Difusión Felina en dar a comer a colonias de gatos, se tiene que animar con las andainas que todos los lunes organiza el centro de salud. Fue a la del 5 de abril, eso sí.

Javier apunta, y Eva asiente, que muchas veces el éxito o fracaso de los tratamientos depende también de los profesionales sanitarios, de cómo lo transmiten: «Somos débiles de mente y necesitamos motivación». Una motivación que puede empezar por ordenar el desayuno porque el peso, por exceso o defecto, es el reflejo de lo que pasa por dentro.

Una figura nueva en la atención primaria 

Los nutricionistas se incorporaron a los centros de salud del área sanitaria de Pontevedra y O Salnés el pasado enero. En concreto, desde hace diez meses trabajan diez profesionales en ambulatorios de ciudades como Pontevedra y Vilagarcía y municipios que son cabecera de comarca. Sus contratos son por un año y todavía no se sabe si continuarán. Se trata de una figura muy necesaria para completar los equipos de atención primaria. Su cometido es mejorar la prevención y el seguimiento de patologías crónicas. De hecho, funcionan como una unidad de apoyo nutricional para los equipos de los centros de salud. En el área tienen estos profesionales el Virxe Peregrina, A Parda y Lérez en Pontevedra; Cambados, Combarro (Poio), Marín, Bueu, Caldas de Reis, Baltar (Sanxenxo), O Grove, Vilanova y Vilagarcía. Entre enero y julio los nutricionistas habían superado las 10.000 consultas. De ellas, casi la mitad son sobre consejo dietético, seguimiento y cuidados. El resto son derivadas de otros profesionales y actividad comunitaria.