Uno de los restaurantes de Pontevedra más valorado por los clientes dice adiós: «Ya me quedé sin ahorros para seguir tirando»

PONTEVEDRA CIUDAD

Lucas Serantes sufrió hasta el último día los problemas de las reservas que no aparecen. Ahora vende mobiliario y maquinaria para cerrar una etapa siendo el rey del risotto
26 sep 2023 . Actualizado a las 17:24 h.Lucas Serantes tendría que estar abriendo este martes su restaurante después del lunes de descanso. Sin embargo, la puerta está cerrada y él recoge las últimas cosas que quedaron después de 16 años de trabajo. Está triste de cerrar una etapa, pero quiere irse sin deberle nada a nadie. «Tenía todas mis esperanzas en este verano, pero ya me quedé sin ahorros para seguir tirando», explica este hostelero. Su negocio funciona, pero la pandemia cambió los hábitos y le costó remontar. Solo tiene ocho meses en un pequeño local frente al convento de Santa Clara y necesita que estén llenas en cada servicio para poder salir adelante. No tiene terraza y no está en el centro de la ciudad, así que son dos factores en contra que contrarrestaba con unas críticas muy buenas en TripAdvisor. Estaba en segundo lugar como el restaurante mejor valorado de la ciudad. Acumula 364 excelentes y 103 muy buenos.Todos alababan su risotto de lacón con grelos, un plato con el que se hizo un hueco en el estómago de muchos pontevedreses. «Fueron 16 años luchando por algo que ahora ves que está abocado al cierre. Estábamos abriendo nueve servicios a la semana, tres de ellos de noche, pero donde había movimiento era al mediodía», explica Serantes, que reconoce que una vez que llenaba las ocho mesas, ya no podía hacer nada más.
Sus clientes eran los de Pontevedra, los de siempre, pero como en toda la hostelería, Lucas lamenta la actitud de muchos de ellos. En los últimos meses los hosteleros se han puesto en pie de guerra contra los «no shows», esas reservas que no aparecen y hacen perder al hostelero. En el restaurante Santa Clara lo sufrieron hasta el último día de apertura. «El domingo teníamos una reserva de seis personas y no aparecieron. Al ser la final de las Series Mundiales de triatlón pudimos meter después dos mesas de tres personas», comenta Lucas. Pero eso no era lo habitual. Sufría esta condena y además, le pone cifras. Desde la pandemia guarda en el móvil los números de todas las reservas que no aparecieron. «Tengo más de 80 contactos guardados que no vinieron», señala Lucas. Al registrarlos en su teléfono, sabía lo que podría pasar si volvían a reservar.
Todo eso es ya parte de la historia del restaurante Santa Clara, un negocio muy popular de la ciudad que se ha visto obligado a decir adiós. Durante toda esta semana han pasado por allí muchos amigos que querían despedirse probando uno de sus arroces. Antes de tomar la decisión de cerrar, Lucas Serantes buscó alternativas. Su ubicación no es la más céntrica y pensó que dando un paso hacia la zona monumental podría tener alternativa. «Los precios eran prohibitivos, solo encontramos uno asequible, pero se lo quedó otro cliente», apunta. Así que el cierre era inevitable: «Para mí el restaurante era como un niño, lo levantamos con tanto esfuerzo para sacarlo adelante, que ahora estamos muy tristes».
Serantes lleva días llamando a proveedores y dando de baja todos los servicios que tenía contratados. Cierra una etapa y durante una temporada dejará a un lado la hostelería. Fueron años muy bonitos, pero ahora cambiará de sector. «Tendré unas semanas de tiempo libre para pensar en el futuro. Fíjate que buena es la gente que el otro día vinieron unos clientes que me oyeron decir que iba a cerrar y me dejaron su teléfono por si necesitaba algo», reconoce este hostelero. Lo primero que tiene en su agenda, además de descansar un tiempo, es deshacerse de todo el mobiliario con el que sacaba adelante el restaurante Santa Clara. Vajilla, maquinaria, mesas, sillas, lo vende todo. «Hasta le pongo un lazo», dice con humor, mientras cierra una etapa de su vida.