«Nos mudamos a A Coruña y dejamos Pontevedra porque no tenemos plaza para nuestra hija en ninguna guardería»

PONTEVEDRA CIUDAD

Brendan y Larissa con su hija Anna, ayer en Pontevedra
Brendan y Larissa con su hija Anna, ayer en Pontevedra RAMON LEIRO

Esta pareja quería meter a la pequeña Anna en una escuela infantil para que la madre pudiese retomar su carrera como arquitecta

11 sep 2023 . Actualizado a las 10:00 h.

Brendan Boyle y Larissa Boullosa escogieron Pontevedra para vivir y formar una familia. Él es irlandés y ella, brasileña. Durante años trabajaron en Madrid, él en una empresa de márketing y ella, como arquitecta en una compañía. Pero en un viaje a las Rías Baixas se enamoraron de Galicia y encontraron junto al Lérez una ciudad a su medida. «Después de la pandemia nos vinimos para empezar a formar aquí una familia, además tenemos un clima parecido al de Irlanda», explica ella mientras Brendan juega con la pequeña Anna detrás de las palomas de la plaza de A Ferrería. Ahora todo ese castillo que levantaron comienza a derrumbarse. La búsqueda de una plaza en las guarderías de la ciudad fue un calvario tan grande que les ha obligado a mudarse y dejar una urbe que escogieron por su calidad de vida. «No tenemos plaza para Anna ni en las escuelas infantiles públicas ni en las privadas y necesitamos que la admitan para poder volver a trabajar», explica Larissa. Le duele pensar que en unos días hará las maletas. Su futuro ya no está en Pontevedra, estará en A Coruña. Ha rastreado buena parte de las guarderías de la la ciudad, pero también llamó a Vilagarcía, Vigo y A Coruña. «Cuando me llamaron diciéndome que tenía una plaza en una de A Coruña no me lo creía», explica con cierto dolor al tener que optar por el plan b para su futuro. 

Su situación es la de muchas familias, pero ellos pueden permitirse un traslado de domicilio porque Boyle teletrabaja para una compañía con sede en Madrid. No querían llegar a eso, pero la situación los forzó a tomar esta decisión.Pidieron plaza en las escuelas infantiles de la Xunta del centro de Pontevedra y en las privadas. No tiene coche y su vida se mueve caminando, uno de los motivos que también les gustó del modelo urbano de la ciudad. A la hora de otorgar las plazas prima sobre todo la ocupación laboral de los padres. Si ambos progenitores trabajan computan 14 puntos (7 cada uno), muy por encima de otros criterios como la familia numerosa o la renta. «Es un círculo sin salida. Quiero retomar mi carrera, pero necesito que la niña esté en una guardería para poder empezar. Cuando nos vinimos a Pontevedra me quedé embarazada muy pronto y no me dio tiempo a encontrar oportunidades como arquitecta», comenta Larissa.

Ahora que Anna tiene más de un año necesita volver a la vida laboral. Esperó a que cumpliese su primer año para anotarla en una guardería. «El problema es que al no trabajar no te dan los puntos y al ser gratuitas aumentó mucho la demanda. Solo una me daba la opción de tres a seis de la tarde, pero no puede ser», dice con pena. Hasta llegó a escribir una carta que adjuntó a la documentación que hay que presentar para poder tener una oportunidad en los centros públicos del casco urbano. Brendan, que escucha a su mujer mientras relata lo que supone este cambio de vida, apunta que «estamos solos. En Galicia hay una red de apoyo familiar muy grande con los abuelos, pero en nuestro caso no los tenemos aquí. ¿Qué haces?».

En algunas listas de espera se superan la veintena de niños. Desde Parrulos, su directora, Ana Pintor, reconoce que la demanda de los niños nacidos en el 2022 es muy alta. «En es grupo nosotros tenemos una lista de espera de casi 20 críos y no tuve que tirar de ella porque nadie rechazó su plaza. Solo tengo dos libres para los que nacieron en el 2021», explica la responsable de este centro. Es solo un ejemplo de la vuelta al cole en muchos centros de Pontevedra. «Nosotros tenemos 15 niños en lista de espera para el aula de 1-2 años», añade Ana Barreiro, directora de Pasitos, que señala que esa clase solo puede tener 13 alumnos.  Hace unos meses se hizo viral la imagen de decenas de padres pasando la noche a las puertas de una escuela infantil privada de Oleiros para conseguir una plaza para sus hijos. «Es imposible, lloré mucho, pero tuvimos que buscar una solución», explica ella. Cuando más desesperados estaban por encontrar una plaza para Anna, recibieron la llamada de una guardería de A Coruña y no lo dudaron. Matricularon a la niña y se pusieron a buscar piso. «Creo que allí tendré más posibilidades para mi profesión. Es una ciudad bonita y comenzaremos una nueva vida. Si pudiera quedarme en Pontevedra no lo dudaría, me encantaría tener una casita y seguir aquí, donde nació Anna y ya tenemos amigos», comenta Larissa. Brendan es más claro. «Con estas situaciones expulsan a la gente de las ciudades, no puede ser que hasta que la niña empiece el colegio, el padre o la madre tenga que hipotecar su carrera», subraya Boyle. 

Desde Política Social, responsable de las escuelas infantiles de la Xunta, están pendientes de cerrar el listado definitivo en las Galiñas Azuis y no será hasta final de mes cuando den el listado definitivo. En cualquier caso, desde la Administración autonómica advierten que hay plazas libres en las escuelas infantiles de concellos limítrofes, como la Galiña Azul de Tenorio, en Cotobade. Este matrimonio no baraja esta posibilidad porque ellos se mueven caminando. Sabiendo la lista de espera que suele haber en estos centros dependientes de Política Social ya no pidieron plaza, pero en estas escuelas dependientes del Consorcio todavía se moverán mucho las listas de espera.

La opción de tener una persona contratada en casa no la contemplaron. Ellos quieren que su hija acuda a una guardería y esté con más niños.  La única posibilidad que les surgió entre todos los centros a los que llamaron fue la del colegio SEK, pero mientras Larissa no trabaje no pueden permitirse la mensualidad que le piden. Así que su vida seguirá ahora lejos de Pontevedra.