Comienza la restauración en Pontevedra de una imagen icónica de la Basílica: «Un Cristo de película para una iglesia de novela»

PONTEVEDRA CIUDAD

Erróneamente son muchos los que afirman que los marineros rezaban a esta figura cuando en realidad presidía el cementerio de San María
30 jun 2023 . Actualizado a las 19:49 h.Una de las imágenes más icónicas de la Basílica de Santa María, la del Cristo del Buen Viaje, fue retirada de su emplazamiento habitual para acometer un larga y esperada restauración. Se trata de una talla policromada tallada sobre madera de castaño y pintada al óleo con veladuras que precisa, según explicó el párroco Javier Porro, de una limpieza, principalmente, «debido a encontrarse a la intemperie, a merced de los cambios de temperatura y humedad, sin olvidar tampoco las agresiones sufridas en los años 1996 y 2000, a consecuencia de las cuales se tomó la decisión de colocar el actual enrejado».
Lo cierto es que parte de la policromía se ha perdido o agrietado habiéndose detectado, a mayores, un «ataque de xilófagos en la madera, así como de hongos en la capa de preparación». Asimismo, algunas capas pictóricas mostraban una pigmentación azul-verdosa que se tratará de corregir en el transcurso de unos trabajos a cargo de BIC Materiales y Conservación.
Tras haber sido retirada y trasladada al taller de restauración este viernes, la intención es someter a la imagen a un shock térmico para eliminar la presencia de xilófagos. Posteriormente, se realizará un estudio con luz ultravioleta para detectar posibles repintes anteriores y, a poder ser, la capa de pintura original.
Otras actuaciones
De igual modo, se procederá a una limpieza inicial de polvo y suciedad superficial, se fijará la pintura mediante papel japonés y cola de conejo, a fin de evitar nuevas pérdidas de la misma. Acto seguido, se retirarán el papel y los excesos de cola para consolidar el soporte mediante inyecciones de paraloid en tolueno aprovechando, precisó Javier Porro, las galerías abiertas por los xilófagos.
Luego se eliminarán los estucados y reintegraciones de intervenciones anteriores que se hayan en mal estado.
En paralelo, unas catas determinarán qué repintes se deben eliminar, «siendo el más llamativo de todos el de la corona de espinas». En relación con esta cuestión, «las lagunas cromáticas y pérdidas volumétricas serán estucadas y reintegradas, respectivamente», mientras que «la pintura se realizará con pigmentos al barniz, siguiendo la técnica de tinta plana», añadió el párroco de Santa María.
Los tonos azulados se aliviarán mediante veladuras y el hierro oxidado de los clavos se lijará y limpiará con acetona, transformando los óxidos en una pátina estable para recubrirlos después con resina acrílica y cera microcristalina. Para terminar, toda la pieza se protegerá con barnices naturales.
Desembolso de unos cinco mil euros
En el seno de la parroquia se estima que estos trabajos supondrán un desembolso cercano a los cinco mil euros y que pueden quedar completados en el plazo de un mes, de tal modo que el Cristo del Buen Viaje podría regresar a su capilla para agosto. De este modo, estrenaría su nueva imagen coincidiendo con las fiestas patronales de Santa María y San Roque.

A este respecto, desde la comunidad parroquial se agradeció a todas aquellas personas que, con sus donativos recogidos a lo largo de los dos últimos años, han hecho posible esta actuación. De hecho, «todavía se están recogiendo ofrendas por si alguna persona quisiera contribuir económicamente con este proyecto, ya que todavía no se ha alcanzado la totalidad del importe», añadieron al respecto.
En la actualidad, el lugar de la imagen lo ocupa un cartel informativo dando cuenta de los pormenores de esta actuación.
Desmontando una leyenda
Javier Porro desmintió una leyenda asentada en torno a esta figura. Así, precisó que la tradición cuenta que ante el Cristo del Buen Viaje oraban los marineros cada mañana, «temprano, antes de salir a faenar en sus embarcaciones, cuando la iglesia estaba cerrada. Venían a pedirle una buena singladura, de ahí la advocación del ‘buen viaje’».
Sin embargo, la realidad es muy distinta: «Esta narración no es cierta. Los datos del archivo parroquial corroboran cómo esta imagen fue colocada en 1831 presidiendo el cementerio parroquial, que entonces se extendía alrededor de la iglesia y junto a la puerta por la que salían los féretros una vez terminado el funeral, conduciendo a los difuntos a su última morada». Es por ello que la advocación de este Cristo «estaría aludiendo a ese otro viaje, el definitivo». Y es por eso que «comparte iconografía con el Cristo de la Buena Muerte, con un Jesús crucificado, con su cabeza ladeada y caída sobre su hombro derecho», añadió antes de remarcar que «varios hechos históricos contradicen el relato popular».
Así, aludió a que en 1831 «la pesca en Pontevedra era apenas un vago reflejo de tiempos más boyantes, como los protagonizados en el siglo XVI, luego de la crisis de las pesquerías, ocurrida hacia el ecuador del siglo XVII, a consecuencia de la sedimentación del río Lérez». A esto se suma que «la capilla del Cristo del Buen Viaje no estaba abierta, como hoy en día, sino tapiada mediante dos muros de piedra que convergían en una pequeña puerta esquinera. Hay que esperar a mediados del siglo XX, cuando se sustituyó el cierre de cantería por una balaustrada baja de forja».
En la tele y la literatura
En todo caso, lo que sí es cierto aquello de «un Cristo de película para una iglesia de novela». A fin de cuentas, «algunas secuencias de la serie televisiva Los gozos y las sombras, rodada en Pontevedra y emitida por Televisión Española en 1982, se ambientan a los pies del Cristo del Buen Viaje, con la Real Basílica haciendo las veces de la iglesia parroquial de Santa María de la Plata, el centro espiritual de la urbe ficticia de Pueblanueva del Conde». El guion de serie está basado en la obra homónima de Gonzalo Torrente Ballester.
Por cierto, la relación de este escritor con la basílica pontevedresa no termina ahí. Y es que otra de sus obras más emblemáticas es La saga/fuga de J. B., «donde Santa María la Mayor sirvió de modelo para la Santa Colegiata Basílica del Santo Cuerpo de Castroforte del Baralla, trasunta de Pontevedra, mientras que la reliquia de Santa Lilaila de Éfeso, robada al inicio de la novela, constituye un eco literario del Cristo del Buen Viaje», añadió Javier Porro.