Comerciantes de la Peregrina, en Pontevedra: «Hay toxicómanos bebiendo en la calle y hasta nos encontramos heces en la puerta»

Nieves D. Amil
Nieves D. Amil PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA CIUDAD

Restos de uno de los toxicómanos que está habitualmente en un portal de la calle Peregrina
Restos de uno de los toxicómanos que está habitualmente en un portal de la calle Peregrina Ramón Leiro

Recogieron firmas y presentaron el documento por registro solicitando una reunión con la concejala de Seguridade Cidadá

14 feb 2024 . Actualizado a las 15:58 h.

Los comerciantes de la calle Peregrina están tan agotados como resignados. Es una de las arterias peatonales de la ciudad. Por ella transitan a diario cientos de personas que paran en sus negocios o que usan esta calle como enlace entre la zona monumental y el resto de la ciudad. En los últimos meses, varios toxicómanos se sientan en sus escaparates y portales a beber y fumar a plena luz del día. Pero, algunos van más allá y además de esta estampa habitual, discuten y se encaran con los comerciantes. «Hubo días en los que están cinco o seis bebiendo y consumiendo, mean y hasta nos hemos encontrado excrementos en la puerta cuando llegamos por la mañana», explica Pablo Chapela, responsable de la tienda de moda Sunset, que tiene una especie de galería en el acceso, donde se reúnen muchas veces. No es la primera vez que sale a decirle que se tranquilicen. Hay días en que los gritos echan para atrás a algunos clientes, mientras otros asumen esta rutina como parte de su día a día. Aunque les duela.

Enfrente de Sunset está la Joyería Hermida. Rafael Hermida fue quien redactó una carta que habla en nombre de todos los comerciantes y residentes de este tramo de apenas cien metros de la calle Peregrina. En esa misiva deja patente el malestar que sufren desde hace meses. «Unha das causas de deterioro é as persoas que exercen a mendicidade na rúa ocupando parte do espazo público e privado, tanto en portais como entradas de negocios ou na propia vía pública, a que converteron no seu lugar de traballo», recoge el escrito. Ya en el mostrador de la joyería, Rafael reconoce que no han tenido respuesta de esa carta que presentaron por registro hace ya tres meses. Desde el Concello aseguran que se ha informado a la Policía Local y han trasladado la situación a Benestar Social, la concejalía que se encarga de las personas en situación de vulnerabilidad. «Vivo de un sector del lujo y a veces los clientes tienen miedo», explica Hermida.

Es cierto que la patrulla pasa con cierta frecuencia, pero a pie de calle la realidad es bien distinta. «A veces, algunos se ponen un poco violentos. Hay un poco de todo, estamos hartos, pero que nosotros estemos hasta las narices es asumible, pero que lo estén los clientes, no», explica Marisol, que lleva más de veinte años atendiendo en la tienda de caramelos Juncal. Ella ve como muchas veces gritan a sus clientes. Y las quejas han empezado a llegar. Su cabeza viaja a los años en los que no se podía entrar en la zona monumental. Sabe que esta escena no tiene nada que ver con ese entorno marginal que el Gobierno de Miguel Anxo Fernández Lores se encargó de reconducir hasta la zona pujante que es ahora, pero ve la algarabía que se monta de vez en cuando y no le gusta.

Situación incómoda

Los comerciantes lamentan estar atrapados en esta situación. «Aínda que existen institucións de apoio para paliar as súas necesidades, parece que non son suficientes e estes vense obrigados a exercer a mendicidade na rúa. A lei debe amparar e protexer aos máis debilitados, pero esa axuda non lles da dereito a que poidan facer o que queiran, nin a consumir substancias nocivas para a saúde en plena rúa», recoge el documento que presentaron en el Concello.

En ese sentido, el responsable de Juncal Alimentación, Roberto Juncal, reconoce que el día a día es muy incómodo. «Por las mañanas te encuentras las latas de cerveza tiradas. Otras veces, están durmiendo en la puerta o dejan sus enseres, como la manta o el tabaco, allí tirados y se van. Mean en los portales y también nos encontramos excrementos alguna vez», apunta con cierto malestar por una situación que se ha normalizado. Ya hace muchos años, cuando sus padres fundaron Juncal Alimentación, su madre se negó a dar bebidas frías y cerveza para evitar que se consumiese en la calle. «Ahora hay muchos locales cerca en que los que pueden comprar una cerveza fría. Tienen a mano lo que necesitan», explica Juncal, que aunque no le guste, está viendo como se agrupan algunos toxicómanos en el entorno. No es la única zona de la ciudad afectada. Ocurre también en los soportales del edificio de los sindicatos en A Ferrería, muy próxima al comedor de san Francisco, a donde acuden a por el menú diario, pero también en el entorno de la plaza de Galicia.

Casi todos los comerciantes han hablado en más de una ocasión con la policía para alertarles de lo que están viviendo. Han incrementado la vigilancia, pero solo pueden intervenir si están bebiendo alcohol o consumiendo droga en la calle. «A veces, hay algún toxicómano que está con los pantalones en los tobillos y borracho», explica uno de los comerciantes.

Ver que la situación sigue igual le hace tomar una postura de resignación. Rafael Hermida reconoce que no se trata de que se vayan a otra zona, sino de que se encuentre una solución para todos. «Yo me molesto en tener la tienda limpia y he tenido que poner un elemento disuasorio al lado para evitar que se instalen», explica este joyero, que hasta recibió coacciones por parte de alguno de los toxicómanos que se ponen en la calle. «Le han dicho que se van de su escaparate si le paga el café», apunta Pablo Chapela, de Sunset.

Esa situación también la han reflejado en la carta que firmaron los comerciantes y que han presentado por registro en el Concello. «Non se pode ameazar a un comerciante esixindo o pago dun canon para deixar de exercer a mendicidade diante da súa porta e, ante a negativa do primeiro, poñerse a consumir droga , beber alcohol, ou facer o que lle veña en gana», suscriben los responsables de los negocios.