
Lidia y Sabela, hermanas y compañeras de trabajo, están a la última en repostería. Lo mismo hacen los cruasanes redondos de Nueva York que monas de Pascua de Miércoles y Naruto
02 mar 2023 . Actualizado a las 10:28 h.El mundo entero coge en una tarta. O en un cruasán. Hasta en una galleta. Todo ello queda claro cuando uno se sienta, en una mesa alargada de madera que se llama «la de los desayunos», con Lidia (Vigo, 1980) y Sabela Fariña Temprano (Vigo, 1974), hermanas y compañeras de trabajo en La Artesa, en Pontevedra. Ellas son las manos, el talento y la sonrisa de un coqueto local de la zona monumental que aúna cafetería y pastelería y que tiene más aires de salón de casa que de establecimiento hostelero al uso. Coge el universo dentro porque sus postres y su negocio es un poco un resultado de todas sus vivencias, viajes y hasta de su estado de ánimo y, además, están influenciados muchas veces por repostería que alcanza fama al otro lado del planeta. «Hoy en día, con el mundo globalizado por Internet, se puede hacer de todo si tienes ganas de innovar. Y a mí los experimentos me encantan», dice Lidia. Hacen postres que saben bien y que lucen divinos. De hecho, son tantos los vídeos que cuelgan en las redes que hay quien les dice que cuando abran un canal de Youtube (algo que tienen en mente) serán como las Kardashian. Ellas se dicen que serán las Artesians.
Todo comenzó hace ocho años. Lidia se había formado como interiorista y trabajaba en ello. Pero estaba en uno de esos momentos en los que la vida te pide a gritos que cambies el rumbo. Se lanzó a emprender y lo hizo con tanto corazón como cabeza. Porque, aunque tiró de algo que le encantaba hacer, repostería creativa, se asesoró bien y, por ejemplo, fue una de las jóvenes empresarias que participó en el Plan Verea, un proyecto del Concello de Pontevedra para ayudar a quienes arrancan en un negocio a repensar las cosas. Dice Lidia que en su casa tenía miles de imágenes de cafés que había fotografiado por muchos sitios del mundo y que se asemejaban a lo que ella quería montar: un lugar donde compartir bebida y dulces en un ambiente entrañable. La fórmula dio resultado en el plano laboral y en el personal: «Yo soy de Vigo y en Pontevedra no tenía amigos. Aquí, en esta misma mesa, creamos una pandilla», cuenta.
Al principio, la clientela acudía a tomar café. Pero Lidia jugó bien sus cartas. Les dio a probar sus bizcochos, sus galletas de chocolate o de canela o sus vistosas y sabrosas tardas de zanahoria, Kinder u Oreo. Entonces, ya no hubo vuelta atrás: «La gente empezó a venir y disfrutar de un café con un trozo de tarta. Y comenzaron los encargos».
La incorporación de Sabela
El trabajo aumentó tanto que una de sus hermanas mayores, Sabela, que le echaba una mano puntualmente, tuvo que incorporarse a la plantilla. Ella venía de un mundo distinto, de ser personal de servicios generales en el Sergas. Pero, como su hermana, llevaba tiempo deseando dar rienda suelta al gen repostero que ambas creen que heredaron de su abuela. Forman un completo equipo. Sabela cuenta que a ella le gusta inspirarse en recetas tradicionales, así que por ejemplo reproduce la receta de filloas que le vio hacer toda la vida a su abuela. Pero la cosa no se queda ahí. Porque Lidia aporta la innovación. Así que las creps en su local se venden convertidas en una tarta que suma filloas, queso mascarpone y ganaché de chocolate que, para empezar, entra por los ojos: «Es que aquí las tartas tienen que saber bien y ser bonitas, que las fotografían mucho», dicen las dos entre risas.
La tarta de filloas tiene los días contados. Porque solo la hacen en la época del entroido. Pero en unos días habrá otras poderosas razones para visitar La Artesa. Tienen ya el chocolate a buen recaudo para hacer monas de Pascua de Naruto, Star Wars, Miércoles o Harry Potter. No hay límites a la hora de crear.