Jon Bakero, jugador del Pontevedra: «Mi padre es mi mejor amigo, pero cuando destaqué en EE. UU. no sabían que era su hijo»

Nieves D. Amil
Nieves D. Amil REDACCIÓN / LA VOZ

PONTEVEDRA CIUDAD

Jon Bakero, sentado en un banquillo con su padre, unos días antes de fichar por el Pontevedra.
Jon Bakero, sentado en un banquillo con su padre, unos días antes de fichar por el Pontevedra.

Nació cuando José Mari Bakero cerró su etapa en el Dream Team de Johan Cruyff

10 feb 2023 . Actualizado a las 12:00 h.

Jon Bakero (Sitges, 1996) tiene 27 años y juega en el Pontevedra CF. Es su primera temporada en un club español, después de crecer en los estadios de medio mundo. Porque, aunque él es un futbolista que se formó sobre sus propios cimientos, no puede huir de la sólida base sobre la que se levantaron. Es hijo de José Mari Bakero, el jugador del Barcelona que hizo historia con el Dream Team de Johan Cruyff, un peso que no ejerce presión sobre su figura. «Mi padre es mi mejor amigo, pero cuando destaqué no sabían que era su hijo», puntualiza el jugador, que comenzó su carrera en Estados Unidos.

Tras jugar en el equipo de su pueblo durante unos años, con 17 años emprendió rumbo a Carolina del Norte para estudiar Comunicación. Y fue ahí cuando explotó como jugador. La obsesión de su familia era que estudiase. El fútbol, pese a lo que pueda parecer, era secundario. Pero Jon comenzó a destacar. «Estuve allá seis años antes de venirme a Europa», explica. Primero, en el Wake Forest Demon Deacons de la Universidad Wake Forest de Carolina del Norte para luego saltar a Chicago y a Toronto.

Jose Mari Bakero junto a Jon en una foto del álbum familiar
Jose Mari Bakero junto a Jon en una foto del álbum familiar

Viviendo todavía en Estados Unidos tuvo la oportunidad de regresar a Europa. No lo dudó. Aunque allí estaba bien, quería demostrar sus condiciones en España y era una buena manera de acercarse. Había concluido los estudios y podía dedicarse de forma profesional. «Entré en Europa por Bulgaria, por el Slavia de Sofía», apunta.

En menos de un año desembarcó en Pontevedra. «Me vine a través de Toni Otero, él ya me conocía y tenía interés. Cuando me llamó, yo ya había jugado cinco partidos en Bulgaria, pero pensar en un club histórico como el Pontevedra era emocionante. Le dije a mi club que me hacía mucha ilusión venir a España, y así fue», reconoce el jugador catalán, que se había enamorado de Galicia cuando el verano pasado visitó la comunidad de la mano de un amigo: «Cuando surgió la oportunidad de venir, ni lo dudé».

Está feliz en el Pontevedra CF, pero echa de menos tener más minutos. Antonio Fernández no contó con él demasiado en la primera vuelta, aunque con la llegada de Toni al banquillo empieza a ganar protagonismo. Pero Jon Bakero sigue el consejo que le dio su padre cuando empezó a dedicarse al fútbol de forma profesional. «Siempre me dice que cada día es una oportunidad. Luego habrá otros condicionantes que estén fuera de control», explica Bakero. Siguiendo esa máxima que le inculcó su padre reconoce que está siendo una temporada «complicada, con ganas de tener más protagonismo para ayudar al equipo, pero sé que todo tiene su proceso».

Jon Bakero posa para La Voz en el estadio de Pasarón
Jon Bakero posa para La Voz en el estadio de Pasarón Ramón Leiro

Visita a Pontevedra

A Jon quizás le haya quedado algo de pena cuando su padre vino a verlo a Galicia contra el Dépor y no pudo disputar minutos, pero volvió contra el Mallorca «y lo disfrutó muchísimo». José Mari Bakero, ahora director de scouting del Barcelona, aprovechó las vacaciones navideñas para visitarlo. Estuvo en Pasarón disfrutando de su hijo, completamente integrado en el Pontevedra. Aunque no está teniendo los minutos que le gustaría, disfruta entrenando al equipo benjamín B. «Me estoy sacando el título de entrenador en la Federación Galega de Fútbol y me encanta», recalca.

Si en el futuro se ve en el banquillo de algún equipo es algo que no puede prever. Eso sí, aclara que él llegó al fútbol un poco por casualidad. Es difícil de creer, pero hasta que se fue a Estados Unidos a estudiar en la universidad, nunca pensó que eso pudiese ser una posibilidad, pese a crecer dando patadas a un balón.

Acompañó a su familia en la carrera deportiva de su padre, pero si algo le hubiese gustado es haberlo visto jugar en directo. Confiesa lo que siente con quienes le dicen que disfrutaban con el fútbol de Bakero: «No sabes la envidia que me da». Cuando dejó el Barcelona, Jon acaba de nacer, tenía solo un mes y lo que recuerda de esa época es por lo que le ha transmitido su familia. «Mis primeros años de vida lo pasé ya en México, adonde se fue después del Barcelona», explica. José Mari jugó en Los Tiburones Rojos de Veracruz antes de ser entrenador en el Puebla, aunque también pasó por Polonia, Perú y Venezuela. «¿Qué si en el futuro me veo como mi padre? No lo sé, tenemos mucho tiempo para prepararnos. Me gustaría acabar trabajando en un club», sostiene Jon al término de un entrenamiento del Pontevedra. Por la tarde, le toca enseñar su pasión a los cachorros granates.