Llegó al Ravachol en el verano del 2020 después de asombrar al director deportivo con sus números
30 ene 2023 . Actualizado a las 05:00 h.Georgina Bland se sube un par de veces al mes a un avión para viajar de Londres a Pontevedra. Es parte de su rutina deportiva desde que en el verano del 2020 se unió al Ravachol Pontevedra. Este es su tercer año compitiendo con un equipo muy joven que ha ido subiendo a golpe de calidad hasta la máxima categoría del bádminton nacional. Para ayudar al único equipo gallego de bádminton en la División de Honor, Georgina Bland golpea plumas en el Centro Galego de Tecnificación Deportiva (CGTD) de Pontevedra.
La vida de esta estrella británica no se entendería sin Jesús Pereiro, director deportivo del Ravachol, y quien la descubrió a través de las redes sociales en el verano de la pandemia. Tenía que hacer un equipo competitivo y buscó a los mejores. Fue un flechazo deportivo o como él lo define «el mejor fichaje de la historia del club». Vio sus números en el campeonato nacional de Inglaterra, una de las principales potencias europeas de bádminton y se asombró. Los resultados de Georgina eran espectaculares y soñó con traerla a Pontevedra para ese primer año en la máxima división. Ella entrenaba en el Wimbledon Racquets and Fitness Club y no había oído hablar del Ravachol.
El director deportivo le escribió a su cuenta en las redes sociales para ver si había alguna posibilidad de que se viniese a jugar a Galicia. Y la hubo, a pesar de que fue una especie de carrera de obstáculos difícil de sortear. Era el año de la pandemia y la vida estaba restringida. Así que Jesús, viendo que era imposible ponerse en contacto con la embajada de España en Londres, viajó al Reino Unido para hacer los trámites en persona. «Cuando llegué a la puerta de la embajada no pude pasar y me mandaron de vuelta con una dirección de correo electrónico», recuerda con humor.
Aprovechó la visita para conocer a Georgina después de un trabajo de investigación que le había llevado a fichar a una jugadora inglesa con unos números muy ambiciosos. «No me equivoqué, es muy profesional, desde el primer día ella tiene una disciplina increíble y ves como se prepara para los partidos», explica Pereiro sobre un diamante que ya llegó pulido a Pontevedra. «Algunos jugadores ingleses ya habían pasado aquí alguna etapa y me recomendaron venir», explica Bland.
El desembarco no fue fácil. De hecho, fue la negociación más compleja que recuerda Jesús. Con las restricciones no podía venir a tramitar el NIE (documento nacional para extranjeros) y era imposible darla de alta. «Tuvimos que ir a un notario, ella en Londres y yo aquí al mismo tiempo para que pudieran estar de forma simultánea en contacto y se pudiese hacer un poder que me permitiese a ir a la policía en su nombre», explica. En cuanto Georgina pisó Pontevedra se quedó dos meses, lo que le valió al equipo para hacer más piña. «Descubrimos que es una jugadora excelente, pero es mejor persona y tiene un nivel de compromiso altísimo», señala el técnico. Ella resta importancia a esas palabras, sin obviar que el año pasado fue campeona de Inglaterra, un título que llevaba años persiguiendo después de haberse colgado la plata la temporada anterior.
Cuando llegó a Galicia venía de un equipo de Luxemburgo con el que había jugado la Copa de Europa, pero también había jugado en Francia y Alemania. «En España hay un nivel muy bueno y siento que mejora cada año. Lo he visto durante el tiempo que estuve entrenando en el CGTD con los juveniles», explica Georgina Bland, que responde a la llamada desde Londres, donde sigue viviendo, pese a ser jugadora del Ravachol.
Viajes de fin de semana
Viaja a Galicia para disputar los partidos con su equipo (una media de dos al mes), pero luego completa su exhaustiva preparación en Londres. «Suelo ir a Pontevedra el viernes por la tarde o el sábado y regreso el domingo porque entreno en el Wimbledon Racquets and Fitness Club de Londres, donde hay una plantilla de jugadores que dedican la jornada completa a prepararse», destaca la jugadora británica, que reconoce que pese a estar en la élite, «no puedo vivir de jugar al bádminton. Me gano la vida entrenando a otras personas y con esos ingresos me pago mi propia carrera».
Bland tenía nueve años cuando empezó a ir todos los lunes a las ocho de la mañana a jugar al bádminton. «De ese club escolar pasamos a sesiones más largas en uno deportivo los sábados por la mañana y de ahí, fui subiendo hasta estar ahora en el Wimbledon», explica. Entrena y juega en el circuito inglés, donde se colgó un año la plata y al siguiente, el oro. Sigue compitiendo en su país, pero pertenece al Ravachol, con el que disputa la liga.
El bádminton ha sido su billete para conocer el mundo. «He podido experimentar mucha culturas diferentes, pero también tuve la suerte de viajar a Australia con otro jugador para competir allí en tres torneos», apunta Bland, que en unos días volverá a España para defender la camiseta del Ravachol frente al Benalmádena.