La magia de ver a la niña Mar hablar por los ojos y a la joven Sabela con sus oídos

María Hermida
María Hermida PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA CIUDAD

Sabela, de 16 años, haciéndose entender con un comunicador auditivo que recoge lo que ella está pensando y sintiendo y lo traduce a voz.
Sabela, de 16 años, haciéndose entender con un comunicador auditivo que recoge lo que ella está pensando y sintiendo y lo traduce a voz. RAMON LEIRO

Pillas y divertidas como tantos niños y adolescentes, estas alumnas de Pontevedra quieren decir culo y reírse, pero no pueden hablar. Ver cómo logran comunicarse reconcilia con el mundo

28 ene 2023 . Actualizado a las 18:25 h.

Sabela, Mar y sus otros once compañeros de colegio en el centro de Amencer de Lourizán (Pontevedra) tienen unas ganas locas de decir bien alto caca, culo, pedo, pis y todas esas palabras con las que los niños de una franja de edad amplísima se tronchan sin que sus padres entiendan muy bien qué les hace tanta gracia. Pero Sabela, Mar y los otros once críos de Amencer no hablan. O lo hacen con muchísima dificultad. Algunos tampoco ven. O no oyen. Y otros más ni siquiera pueden usar el lenguaje corporal, porque no tienen movilidad. Entonces, que puedan decir caca, culo y pis, una metáfora buena de que podrían ejercer de niños sin limitaciones, no es un juego: es un reto. En Amencer, donde creen que el hecho de que un niño pueda comunicarse es un derecho al que no se puede renunciar, no dejan de perseguir ese sueño. Tienen comunicadores oculares, auditivos... alta tecnología con nombres impronunciables en inglés para adaptarse a cada alumno. Pero saben que con eso no llega. Y que hace falta que el personal esté implicado y tenga una formación brutal para que pasen cosas como la de ayer: la magia maravillosa de ver a la joven Sabela, que no habla y tiene ceguera, comunicándose con sus oídos y diciéndole a su profesora que se encuentra bien.

Ayer era un día especial en el colegio de Amencer —aunque se contaría con los dedos de la mano los que no lo son—. Les visitaba Alicia Gómez, una logopeda especializada en sistemas aumentativos de comunicación que iba a ir niño a niño, adolescente a adolescente, viendo qué sistema usan para comunicarse y qué herramientas puede darle a sus profesores para que les comprendan mejor. Alicia iba acompañada de Pepa, la directora del colegio y una de esas personas que antes de hablar da besos y abrazos a sus alumnos. La especialista comprobó primero cómo Begoña, logopeda de Amencer, trabajaba con Sabela, que tiene 16 años, parálisis cerebral y no puede ver. Sabela pudo decir que sí quería salir en las fotos del periódico a través de sus oídos. Un comunicador auditivo, que la logopeda le iba pasando por la zona próxima a su oído le hacía de puente y en la pantalla iban traduciéndose en alto sus respuestas. Alta tecnología acompañada de humanidad. Porque a cada gesto de la joven, a cada paso en la comunicación ahí estaba la logopeda Begoña animándola e intentando que siguiese adelante. «Sabela tiene momentos de actividad y otros en los que necesita únicamente descansar. Por eso con ella no se cumple un horario, sino que se aprovecha siempre el momento en el que ella está bien para trabajar», indicaba la logopeda. Y Sabela sonreía en su silla. 

La niña Mar utilizando un comunicador audivisual, acompañada de otro niño del cole, de una profesora de Amencer y una logopeda especializada en sistemas aumentativos de comunicación.
La niña Mar utilizando un comunicador audivisual, acompañada de otro niño del cole, de una profesora de Amencer y una logopeda especializada en sistemas aumentativos de comunicación. RAMON LEIRO

Tocó también visitar también el aula en el que cuatro alumnos empezaban la jornada del viernes con una canción tocada por una profesora en vivo y en directo y con letra espontánea, de esa en la que se dicen los nombres de los niños y con palabras cariñosas se les dan los buenos días. Allí estaba la niña Mar. Ella, al contrario que Sabela, sí puede ver. Así que lo que le va bien para hacerse entender es un comunicador visual que traduce lo que dicen sus vivarachos ojos a la pantalla. Mar dijo que estaba nerviosa, algo normal tras la invasión del aula por parte de los periodistas. Pero luego comunicó también que estaba contenta y dio las gracias por la visita. A su lado, un compañero chiquitín se puso muy nervioso porque le altera la presencia de personas a las que no conoce. Y, aún en ese estado, se manejaba como un lince con su comunicador. Alicia, la logopeda especialidad en este asunto,. Pero seguro que al final de la visita se quedó más prendada de los valores que de las máquinas. Porque allí la humanidad cotiza al alza.