Un incendio en Pontevedra obliga a desalojar de madrugada un edificio: «Sacamos los coches del garaje para resguardar a una madre y su bebé»

Nieves D. Amil
Nieves D. Amil PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA CIUDAD

Ana López, responsable de la peluquería Fusión, habla por teléfono en la entrada de su negocio, junto a una de las vecinas afectadas
Ana López, responsable de la peluquería Fusión, habla por teléfono en la entrada de su negocio, junto a una de las vecinas afectadas N. D.

Los inquilinos estuvieron en la calle durante más de cuatro horas hasta que pudieron regresar a sus casas. El Concello le ofreció la posibilidad de realojarlos en un hotel

16 ene 2023 . Actualizado a las 18:51 h.

No fue el mejor domingo en el número 4 de la avenida de Lugo en Pontevedra. El medio centenar de vecinos de este edificio pasaron buena parte de la noche en la calle al decretarse un incendio en la peluquería de la planta baja. Esta mañana intentaban recuperar esa normalidad que las llamas y el humo le arrebataron por la noche. Algunos todavía no se creían lo que había ocurrido hacía tan solo unas horas. En la puerta, Ana López mira resignada hacia el interior de su peluquería. Salvo la entrada, que se conserva en mejor estado, el resto está negro. «Todavía estoy en shock, es una sensación de impotencia muy grande», reconoce la peluquera, que no deja de recibir palabras de ánimo de los vecinos de la calle, que todavía se sorprenden al ver lo ocurrido y se acercan a ella con muestras de cariño. 

Hace apenas unas horas que pasó todo. Pasaban las once de la noche del domingo cuando los Bombeiros de Pontevedra recibieron el aviso. «Nosotros vivimos en el sexto y subía todo por los conductos de ventilación. Mi marido estaba en el salón y tenía una vela encendida. Decía 'cómo huele a humo' y al apagarla, vimos que venía de fuera, estaba todo lleno de humo y ya llamamos a los bomberos», explicaba Rosa, que también pudo dormir en su casa, pese a que tardó en bajar el índice de monóxido de carbono. 

Ramón Leiro

Cuando los servicios de emergencias llegaron al edificio y comprobaron que el fuego estaba al fondo del negocio, en el despacho, desalojaron a unos vecinos que se preparaban para ir a dormir. Bajaron con lo puesto y a pesar de que desde el Concello le ofrecieron la posibilidad de realojarlos en un hotel, buena parte de ellos siguieron en la zona. «Nosotros sacamos los dos coches del garaje para que una madre con su bebé y una señora mayor que habían operado pudiesen estar a cubierto», reconocía Marisol, que se fue junto a su marido a un hotel próximo. Otros escogieron la casa de algún familiar para pasar la noche, pero la mayoría durmieron horas después en sus pisos.

A pesar de que el incendio se controló rápido, el humo subió por los conductos de ventilación y se fue por el edificio contiguo. Antes de volver a subir, los bomberos tuvieron que ir piso por piso para comprobar que las mediciones de monóxido de carbono en las viviendas eran aptas para poder volver a la normalidad. Era ya más allá de las dos de la madrugada cuando todos los vecinos estaban de nuevo en sus hogares con el susto todavía en el cuerpo después de que el incendio los sorprendiese a la hora de irse a la cama. En zapatillas y pijama, solo con los abrigos, bajaron al portal la mayoría de los inquilinos. «Estaban todos por esos bajos resguardados y en las puertas de los edificios», señala Ana López, que espera que la policía judicial venga pronto para poder entrar de nuevo en su negocio. «Menos mal que pasó sobre las once de la noche y no tres horas después porque sino nadie se hubiese enterado, hubiese sido peor», decía el hijo de un matrimonio que ayer fue desalojado.

Por el momento, se desconocen los motivos que provocaron el fuego, pero todo parece indicar que se produjo un fallo eléctrico que dejó prácticamente todo «inservible», tal y como indicaron los servicios de emergencias que acudieron a la zona. «Lo importante es que no hubo daños personales», se consuela Ana López. 

A media mañana todavía no tenían agua en el edificio. «Salía a comprar un par de garrafas para poder ir tirando», reconoce José Bouzas, que tan solo durmió tres horas y asegura que ahora queda mucho por limpiar: «Está toda la casa llena de polvillo».