La conmovedora boda e historia de amor de la diseñadora de Pontevedra que viste a la reina Letizia

María Hermida
María Hermida PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA CIUDAD

Virginia Pozo y su ya marido, Neme, el lunes 5 de diciembre, cuando se casaron en Madrid.
Virginia Pozo y su ya marido, Neme, el lunes 5 de diciembre, cuando se casaron en Madrid. Cedida

Virginia Pozo, fundadora de la firma Coosy,  se casó en una ceremonia que pretendía ser íntima. Pero su impresionante atuendo, con jersey de cuello subido, se ha colado en las revistas de moda

15 dic 2022 . Actualizado a las 12:53 h.

Virginia Pozo (Pontevedra, 1985), diseñadora, empresaria de moda en mayúsculas y fundadora de la firma Coosy y de la marca The IQ (en la que es socia de Inés Domecq) debería estar de luna de miel. Se casó a golpe de lunes 5 de diciembre con Neme, su amor, en una boda relámpago en Madrid. Sin embargo, cinco días después del enlace, Virginia contesta al teléfono desde Santiago, donde en pleno sábado está haciendo algo relacionado con un máster de moda que en su día cursó. Enseguida se explica: «Ahora no puedo dedicarme a viajar, estoy a tope con la fabricación de la colección de verano, es imposible parar», señala con emocionada sonrisa mientras intenta que su inseparable perrita Roma no se le escape. Virginia, aunque pueda decir sin titubeos que ha triunfado en el mundo de la moda, donde viste a numerosos rostros famosos, desde la reina Letizia a iconos de estilo en las redes sociales como Paula Etcheverría o actrices como Marta Hazas, y ha logrado que su marca cuente con una veintena de tiendas repartidas por toda España, sigue siendo una curranta y una «gallega total» que vive en Madrid. 

Virgina Pozo y su madre, Chelo Castro, dueña de la emblemática tienda Chamonix de Pontevedra.
Virgina Pozo y su madre, Chelo Castro, dueña de la emblemática tienda Chamonix de Pontevedra.

Virginia y Neme tenían una idea un poco loca en estos tiempos de las redes sociales omnipresentes. Querían que su enlace quedase en la intimidad. Pero no pudo ser. Dice ella que decidió colgar las fotos del enlace en su Instagram cuando vio que una revista de moda se había hecho eco ya de la boda. Porque su rompedor atuendo, el hecho de que apareciese vestida de novia con un jersey de cuello subido y una impresionante falda diseñada por ella misma, ha triunfado sobremanera. Pero, ojo, que vamos demasiado rápido. Porque su vestido, por mucho que haya gustado, no puede eclipsar lo importante: cómo ella y Neme llegaron a ese enlace en Madrid. 

A Virginia, que se crio entre vestidos, alfileres y costuras porque su madre es la dueña de la conocida tienda-taller de moda Chamonix de Pontevedra, siempre le picó el gusanillo del diseño. Aún así, primero cursó Derecho y, luego ya sí se dedicó a su gran pasión. Jovencísima, con 26 años, estaba fundando su firma Coosy en Pontevedra, lo que le valió un gran reconocimiento por un talento emprendedor, siendo galardonada con el premio Amigos de Pontevedra en el año 2018. Se acabó asentando en Madrid, una ciudad a la que ya se había ido a estudiar y, allí, además de crecer como empresaria, conoció a una de esas amigas que acaban siendo hermanas. Se llamaba Sofía y con ella compartió una amistad total. Sofía enfermó a una edad terriblemente temprana y falleció de cáncer, dejando rota a su familia y también a Virginia. Cuenta ella con emoción que, en el duelo, conoció al hermano de Sofía, a Neme, del que ella le había hablado muchísimo pero al que nunca le había puesto cara porque no vivía en Madrid. 

El jersey que llevaba es de Oysho y la falda, de seda salvaje y rafia natural, la diseñó ella y salió de los talleres de su empresa, Coosy.
El jersey que llevaba es de Oysho y la falda, de seda salvaje y rafia natural, la diseñó ella y salió de los talleres de su empresa, Coosy.

Se conocieron, se enamoraron y descubrieron que de algo tan doloroso como la muerte de Sofía (cuya foto, por cierto, preside muchas de las tiendas de Coosy) había nacido una historia de amor entrañable: «A veces le hablo a Sofía y le digo... ¡la que me has liado con tu hermano!», señala Virginia con emoción. Sofía murió hace tres años y medio y ellos llevan juntos tres años. Llevaban un tiempo queriendo casarse pero, tal y como reconoce la diseñadora, les daba pereza ponerse a organizarlo todo. 

De repente, decidieron montar un enlace exprés. Iban a casarse el día de la Constitución. Pero la persona que querían que oficiase la boda civil tenía un compromiso, así que acabaron decantándose por el día 5, aunque fuese lunes. No se lo dijeron a al familia ni a los amigos hasta casi el último momento: «La verdad es que fue impresionante, a mis amigas las avisé casi el mismo día... y ahí estaban todas», cuenta Virginia. ¿De dónde salió su celebrado atuendo? Cuenta ella que lo que buscaba era sentirse cómoda y abrigada en pleno mes de diciembre en Madrid, y que su deseo era llevar un jersey de lana calcetado a mano. Pero, como todo se programó tan rápido, las dos personas a las que le pidió que se lo hiciesen no les daba tiempo de terminarlo. Así que buscó una alternativa más fácil. Y la encontró en la firma Oysho, del grupo Inditex: «Me compré un jersey de edición limitada, de color marfil». Le costó 130 euros. La fuerza del vestido estaba en la falda, diseñada por ella misma y, por supuesto, salida de los talleres de Coosy. Se trata de un diseño que mezcla la seda salvaje con color champán con rafia natural, este último un género que se usa para decoración más que para vestidos. Se ríe al preguntarle si la falda se coció a fuego lento: «No. En casa del herrero ya se sabe... cuchillo de palo. Se hizo en una semana. Eso sí, como parece que ha gustado ahora la incluiremos en la colección primavera en distintos colores». El atuendo se completaba con un tocado hecho en Pontevedra por la singular firma Índigo, a la que también está agradecida porque elaboró todo en tiempo récord y «con un genial resultado». 

Virginia llevaba un tocado confeccionado por la firma pontevedresa Índigo.
Virginia llevaba un tocado confeccionado por la firma pontevedresa Índigo.

La boda, a la que acudieron 25 personas, se celebró en el restaurante Horcher. Hubo bogavante, setas con fua y carne. Pero Virginia tiene claro que, en cuanto ponga los pies en Pontevedra para Navidad o cuando toque, entonces sí habrá celebración por todo lo alto: «Iba a ser íntimo, pero ahora nos está felicitando todo el mundo y tengo muchísimas ganas de fiesta y de comer todos juntos, con amigos y familia... sigo siendo gallega al 100 %. Intento ir cada mes y medio a Pontevedra», remacha ella, mientras la perrita Roma ladra, como si quisiese decir que a ella también le tira la tierra.