«Un padre cuida a cien hijos y cien hijos no cuidan al padre. Cada vez pasa más»

María Hermida
María Hermida PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA CIUDAD

Chema Faílde, psicólogo y profesor de la UVigo, dice que el 60% de los mayores que viven en residencias se sienten solos aunque estén acompañados.
Chema Faílde, psicólogo y profesor de la UVigo, dice que el 60% de los mayores que viven en residencias se sienten solos aunque estén acompañados. Santi M. Amil

Chema Faílde, presidente de la Sociedade Galega de Xeriatría e Xerontoloxía, aplaude que la residencia de Campolongo pusiese el foco en la soledad no deseada en la que viven los mayores

08 dic 2022 . Actualizado a las 10:33 h.

Chema Faílde es psicólogo, profesor de la Universidade de Vigo y presidente de la Sociedade Galega de Xeriatría e Xerontoloxía. Pero, sobre todo, es un hombre que, al igual que hizo esta semana el director de la residencia pública de mayores de Campolongo (Pontevedra) nos canta las verdades de cómo somos como sociedad con los mayores y cómo nos comportamos con las personas que nos han dado la vida; nuestros padres y abuelos.

—El director de la residencia pública de Pontevedra ha escrito una carta durísima. Dice que hemos dejado de querer a nuestros mayores, que son invisibles...

—Lo de esa residencia es un reflejo de la realidad. Sí son bastante invisibles y sí nos hemos hecho muy insensibles ante la soledad de los mayores. Estamos estudiando a fondo esto y los datos apuntan a que el 60 % de la gente que vive en residencias se siente sola aunque esté acompañada. Y sabemos que esa soledad no deseada es un problema de salud muy grave, que aumenta el riesgo de mortalidad y merma tanto la salud física como la mental.

—Habla de soledad no deseada en las residencias. ¿Usted cree que el hecho de que alguien vaya a una residencia es negativo?

—No. Las residencias, en principio, no son nada malo. Sabemos que casi todos querríamos envejecer en nuestras casas, donde también hay muchísimos mayores que se sienten solos. Pero, cuando se necesitan cuidados, a veces no nos podemos permitir pagarlos en el hogar, sobre todo cuando hay que atender a una persona las 24 horas del día los 365 días del año. A veces lo que fallan son los modelos de residencia, porque hay centros en sitios aislados, que hacen que los mayores queden también apartados socialmente. Es importante que sigan integrados en la sociedad, siendo partícipes de la misma. Y, por supuesto, es importante que sigan teniendo contacto con el que era su entorno, con su familia y a ser posible también con sus amistades.

—Ese es uno de los problemas, que las familias muchas veces no acuden. De hecho, muchas en el confinamiento ni siquiera hacían videoconferencias...

—Eso dice mucho de nuestra deshumanización como sociedad. Mucha gente mayor dice eso de que un padre cuida a cien hijos y cien hijos no cuidan a un padre. Cada vez pasa más, yo creo que la frase está muy de actualidad. Nuestra agenda laboral y social cada vez es más exigente y muchas veces nos olvidamos de las personas que nos quieren.

—Pongamos que el hijo de un mayor que está en una residencia le pregunta qué número de visitas debe hacerle, ¿qué le dice?

—Le diría que es mejor que apueste por la calidad que por la cantidad. De nada vale ir a la visita si la persona a la que vamos a ver sabe que no es algo hecho con sentimiento. Tienen que sentirse queridos y para eso hay que dedicarles tiempo de calidad, escucharles y hacerles ver que deseamos estar con ellos.

—Hay mayores que no reciben visitas de su familia o amigos casi nunca. Sin embargo, cuando se les pregunta, disculpan siempre a sus hijos o nietos...

—Ojalá fuésemos la mitad de solidarios que ellos, con eso bastaría. De todas formas, que respondan así también es un mecanismo de defensa, una manera de no enfrentarse a la realidad. Para ellos resulta durísimo admitir que un hijo o alguien a quien quieren muchísimo se olvidó de ellos. Y que ni siquiera se acuerde en fechas como la Navidad.

«Necesitamos estar conectados socialmente desde el principio hasta el final de nuestra vida» 

A Chema Faílde le parece bonita e interesante la iniciativa surgida en la residencia de Campolongo para que se le escriban felicitaciones de Navidad a los mayores y que estos, con el tiempo, acaben contestando a aquellas que puedan. Cree que, con una simple carta, se puede hacer sentir bien a una persona mayor.

—Aplaude la iniciativa surgida en la residencia de Pontevedra...

—Claro que sí. Con una carta se puede lograr que esa persona deje de estar aislada, se puede ayudar a integrarla en la sociedad. Porque necesitamos estar conectados socialmente desde el principio hasta el final de nuestra vida. Y el problema es que muchas veces eso falla con los mayores. Los dejamos en centros apartados y sin contacto con lo que antes tenían. Tenemos que reflexionar mucho sobre eso y sobre esa soledad no deseada que sienten. Nuestra sociedad de geriatría y gerontología va a tener un congreso próximamente en el que abordará precisamente esta cuestión, porque es un gravísimo problema de salud. Hay muchísimas patologías que aparecen o que se incrementan con el aislamiento social y la soledad.

—No es lo mismo vivir solo que sentirse solo...

—Por supuesto que no. Sabemos que el 10, 4 % de la población vive sola. Pero eso no significa que todas esas personas se sientan solas y que las que residen acompañadas no tengan sensación de soledad. Este último concepto es mucho más difícil de cuantificar y por eso hay que seguir estudiándolo. Pero, de antemano, sabemos que esa soledad no deseada es una epidemia en el siglo XXI.

—A los mayores les cuesta quejarse. Pero basta con ir a una residencia para comprobar que allí vive ahora una generación que cuidó a sus padres y que no acaba de entender que sus hijos no los cuiden en casa a ellos...

—Es que, efectivamente, está viva una generación que ha visto a sus abuelos cuidar a sus bisabuelos, a sus padres cuidar a sus abuelos y que ellos mismos cuidaron a sus padres. Entonces, les parece que es bastante injusto lo que pasa con ellos. En medio siglo pasamos de una sociedad colectivista a una muy individualista.