La circunvalación de nunca acabar

Eugenio Giráldez
Eugenio Giráldez PONTEVEDRA

PONTEVEDRA CIUDAD

Visita del delegado del Gobierno, José Miñones, y otras autoridades a las obras en marcha de la A-57
Visita del delegado del Gobierno, José Miñones, y otras autoridades a las obras en marcha de la A-57 Ramón Leiro

Siete años de obras, retrasos y desfases para construir apenas seis kilómetros de la primera parte del periférico de la ciudad constituyen un fracaso colectivo

30 oct 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Hay que tener cuajo en política para «vender» como un éxito lo que constituye un manifiesto fracaso ante la opinión pública. Ocurre muy a menudo y es práctica habitual de todos los que ocupan cargos y responsabilidades en las diferentes administraciones —sin excepciones—. Esta semana que remata hemos tenido un nuevo ejemplo, sin duda, chirriante por los pretextos aducidos para justificar el retraso acumulado en las obras del primer tramo de la autovía A-57, que, al tiempo, es también el primer trecho de la pretendida y eternamente esperada circunvalación de Pontevedra.

Un proyecto que acumuló más de dos décadas de propuestas y promesas hasta que en el 19 de octubre de 2015, Ana Pastor, entonces ministra de Fomento acudió a la colocación de la primera piedra. Proclamaba aquel día que con esas obras «se reparaba una injusticia social para con Pontevedra pues era la única capital de provincia gallega que carece de circunvalación» y prometía que en 40 meses se ejecutaría ese primer tramo entre Figueirido (Vilaboa) y A Ermida (Marcón)…

Siete años después, 84 meses más tarde, con tres ministros y ministras diferentes que sucedieron a la diputada pontevedresa en la alternancia de gobiernos de Rajoy y Sánchez, seguimos con el primer tramo en obras en ejecución a cargo de Constructora San José y con los otros dos previstos (hasta Xeve y hasta Curro), empantanados en los despachos del ahora llamado Ministerio de Transportes y Movilidad.

El pasado jueves, el delegado del Gobierno en Galicia encabezó junto a la subdelegada y el alcalde de la capital, una visita a las obras que sirvió de excusa para argumentar, en modo positivo, lo que resulta, en cambio, un evidente incumplimiento.

Miñones, bombero

Una vez José Miñones en el rol de bombero apagafuegos para el presidente Sánchez en Galicia, ha sido el encargado de intentar verbalizar como «un avance de las obras que ya están en su recta final» lo que no deja de ser una humorada del señor delegado frente a lo que es, a todas luces, un manifiesto fracaso hacia Pontevedra.

La culpa principal ha sido de los sucesivos gobiernos y responsables ministeriales tanto del PP como del PSOE que no apostaron decididamente, vía presupuestos generales del Estado, asignando las partidas necesarias para acortar plazos.

Pero también hay una responsabilidad in vigilando especialmente achacable al Concello de Pontevedra, a Miguel Fernández Lores y a su partido, el BNG que no han hecho valer su condición de socio de la investidura de Pedro Sánchez. Al final, un único diputado nacionalista en el Congreso de la Nación, Néstor Rego, constituye una anécdota en el juego de pesos y contrapesos de la política nacional. Importa un pimiento, diga lo que diga Ana Pontón.

Solución tardía

Miedo da pensar qué ocurrirá con el resto de la pretendida circunvalación si es que algún día se completa. El presupuesto inicial del primer tramo era de 60 millones de euros y los retrasos y desfases lo han llevado hasta los 80 millones. Ahora habría que gastar cerca de 250 millones de euros en los dos tramos pendientes. A la vista del ritmo de inversión pública, ejecución de obras y desfases presupuestarios, ¿cuántos años habría que esperar para verla completada?

Desde que en la década de los 90 comenzó a plantearse una conexión directa de Pontevedra con la Autovía de las Rías Baixas (A-52) que al tiempo sirviese de periférico de la ciudad, la idea ha ido mudando y envejeciendo mientras los tráficos a los que deberá atender no han dejado de incrementarse y la demanda de servicio se ha complicado. En todos estos años, los gobiernos municipales que se han sucedido, por cierto, siempre presididos por el mismo alcalde, han ido acorazando la ciudad frente el tráfico de travesía con decisiones afortunadas unas y lamentables otras, que requieren de una circunvalación que sea resolutiva.

Esperar soluciones con apenas 6.000 metros de ese periférico ejecutados es de ilusos, cuando se planificó con 15 kilómetros de trazado para dar salida a los tráficos en dirección Salnés, Santiago y demás opciones a través de la AP-9. Lores y Miñones dijeron que se conformaban con desviar el tráfico de camiones hacia los polígonos de O Campiño y A Reigosa, a través del pequeño tramo de la A-57 cuando entre en servicio, circunstancia que de momento sigue sin fecha de conclusión. Me parece un consuelo de tontos.

El nudo de Bomberos

Otra historia interminable de las infraestructuras necesarias y pendientes en la ciudad de Pontevedra es la reforma del llamado nudo de Bomberos. Desde que el Concello sobrecargó de tráfico Orillamar y el puente de las Corrientes, la remodelación de ese nudo viario se ha convertido en una necesidad perentoria. Más si cabe si algún día el Concello se sale con la suya con respecto al puente de A Barca.

Según el delegado gubernativo, el Ministerio pretende presentar el proyecto en noviembre y sacarlo a licitación en diciembre. Será por 11 millones de euros, lo que ya supone un disparo presupuestario con respecto a la primera estimación. Y con solo un millón y medio presupuestado por el Estado para 2023, lo que nos está contando el señor Miñones es un cuento chino.