Sesenta familias recurren al punto de encuentro para las visitas a hijos en Pontevedra

María Hermida
María Hermida PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA CIUDAD

Marcos Míguez

«Cuando una madre o un padre traen al niño a ver al otro con la voluntad firme de que es algo bueno para él, el niño suele aceptarlo», dice la coordinadora del centro

17 sep 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Cuando hay una situación de conflicto en una pareja con hijos que se separa, una de las herramientas de las que se dispone son los llamados puntos de encuentro familiar, que en Galicia dependen de la Consellería de Política Social. Son lugares que se convierten en una suerte de zona neutral donde se llevan a cabo los intercambios de niños o las visitas. En Pontevedra, ese servicio se sitúa ahora en las antiguas dependencias de Sanidad, en la avenida de Vigo, pero pronto se trasladará a un nuevo local en la calle Cruz Roja. Actualmente, son sesenta las familias que recurren a este punto pontevedrés, aunque si se miran los datos con algo más de perspectiva hay que hablar de unos noventa progenitores que pasaron o todavía pasan por allí desde que comenzó el año.

En el punto de encuentro hay tres modalidades de visitas. De esas 64 familias que actualmente lo están usando en Pontevedra, un total de 28 lo utilizan como mero punto de intercambio de los niños entre el progenitor que tiene la custodia y el que no. Otras 22 familias hacen la visita en el propio centro, con cierta supervisión, porque, por ejemplo, se trata de relaciones que se están recuperando entre padres e hijos. Y 14 son los casos activos más complejos. Se llaman visitas tuteladas y en ellas los menores están bajo control continuo de los técnicos del centro. Pueden acudir niños de todas las edades. Pero la franja de edad más habitual en el caso de Pontevedra es la de los tres a los 12 años. 

«Los niños son un termómetro fiable de lo que está pasando entre sus padres»

Mónica Permuy es la directora de la Fundación Meniños, la entidad que gestiona desde hace años el punto de encuentro familiar de Pontevedra. Es optimista cuando habla de separaciones conflictivas, porque cree que con la ayuda precisa muchos padres pueden reconducir la situación para criar a sus hijos en un ambiente normalizado y no convulso.

 —¿Es difícil que no haya tensión en esos intercambios y visitas en el punto de encuentro?

—Cuando estamos secuestrados por el conflicto nos es difícil ver lo que es bueno para nuestros hijos. Nosotros intentamos que entiendan que cuando se estipulan unas visitas es porque un juez o un técnico autorizado ha visto a ese niño y considera que son buenas. Y aquí tiene que prevalecer el derecho del niño a relacionarse con sus padres, que son sus referencias vitales. Aún así, este es un lugar de conflicto, y a veces resulta inevitable que surja.

—«El niño no quiere ir»... una frase que repiten muchos padres y madres cuando se trata de hacer visitas al otro progenitor...

—Nosotros vemos que cuando una madre o un padre traen al niño a ver al otro con la voluntad firme de que es algo bueno para él, el niño suele aceptarlo. Y también ocurre al revés. Cuando se tensa la situación, a veces porque hay un trámite en el juzgado o cualquier cosa, ya lo notamos. Los niños son un termómetro fiable de lo que está pasando entre sus padres.

—¿La experiencia les dice que hay muchas parejas que logran normalizar la crianza de sus hijos tras una separación traumática?

—Sí. Hay muchas relaciones que se normalizan. De hecho, un 35 % de las familias que usan el punto de encuentro dejan de venir porque llegan a un acuerdo para verse en otro lugar menos artificioso. A veces siguen sin querer intercambiarse ellos a los niños, pero acceden a que sean sus familiares los que lo hagan.

El servicio en Pontevedra, que también cubre            O Salnés, cuenta con cinco técnicos 

En Galicia solamente existen ocho puntos de encuentro familiar. Se ubican en cada una de las ciudades gallegas y, a mayores, hay uno en Ribeira. El siguiente en abrirse será el de A Mariña, donde había familias que se desplazaban 200 kilómetros para acceder a este servicio. En el caso del pontevedrés, da cobertura tanto a toda la comarca de Pontevedra como a O Salnés. Hasta aquí podrían venir también vecinos de Deza y A Estrada pero, por cercanía, suelen preferir desplazarse al de Santiago. Para atender el servicio en Pontevedra trabajan cinco personas. Concretamente, tres psicólogas, una educadora y una trabajadora social.

Aunque se trata de un punto de encuentro de la red pública, la gestión corre a cargo de la Fundación Meniños, que también coordina el de Ribeira. Su experiencia en los últimos años les permite afirmar que, en Pontevedra, se mantiene estable desde hace tiempo el número de familias que hacen uso del servicio. 

Un plazo de dos años

Los puntos de encuentro no se entienden como una solución duradera para las visitas a los niños. Salvo en casos en los que esta vía no es posible por mandato judicial o porque los técnicos de los servicios de menores así lo estipulan, este servicio se habilita como un puente temporal hasta que los padres logren normalizar su relación. De hecho, el plazo que se les da para utilizar el punto de encuentro es de dos años. ¿Qué pasa después, si la situación de conflicto no persiste? Meniños a veces solicita prórrogas de unos meses. En otras ocasiones se intenta que otro servicio haga una intervención más profunda con esa familia.