«Que no nos cierren»: el grito de los que mantienen vivo el que fue el primer centro comercial de Pontevedra

María Hermida
María Hermida PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA CIUDAD

Julia Pazos, de Zapatería Mora, uno de los locales emblemáticos de las Galerías Oliva.
Julia Pazos, de Zapatería Mora, uno de los locales emblemáticos de las Galerías Oliva. Ramón Leiro

Piden que, aunque se derribe un edificio, las emblemáticas Galerías Oliva no pierdan su condición de pasarela entre dos calles

28 sep 2022 . Actualizado a las 12:27 h.

Cuentan las crónicas de la época que, en 1961, cuando en Pontevedra se estrenaron las Galerías Oliva, había quien llamaba a este espacio precursor, al primer centro comercial abierto de la ciudad, el Valle de los Caídos. ¿Por qué? Porque entonces, en la Boa Vila sonaba totalmente nuevo aquella fórmula comercial, con tiendas a cubierto, y había quien pensaba que los negocios que optasen por instalarse allí tenían los días contados. Se equivocaban totalmente los de los malos augurios. Más de sesenta años después, ahí continúa ese emblemático espacio. Su futuro es ahora incierto. ¿Por qué? Porque los propietarios del edificio que da entrada a la galería por Gutiérrez Mellado tienen licencia para derribarlo. Y, en caso de que lo hagan, puede que quede inutilizada esa parte. Por tanto, las galerías quedarían como en sus primeros años, cuando no servían de paso entre la Oliva y Gutiérrez Mellado, sino que había que entrar y salir siempre por el mismo sitio, con una especie de tapia donde estaba la peluquería Manolo —que cerró por jubilación y que va a ser sustituida por otro negocio similar—.

¿Qué dicen los comerciantes que mantienen viva esa galería, mientras ven que las tiendas del edificio que prevé derribarse se están ya marchando? Entienden que los propietarios de este inmueble puedan tener un proyecto en marcha que pase por esa demolición. Pero piden que se mantenga el paso. Lo dicen Mónica Pérez y Loli García, responsables de una tienda de lanas que lleva 35 años abierta: «Los propietarios es lógico que quieran buscar un futuro para ese edificio. Pero nos gustaría que quedase un paso entre la calle Oliva y Gutiérrez Mellado. Creemos que el que quiere venir a una tienda como la nuestra, que es muy específica, viene igual. Pero aún así es una pena que se pierda esta pasarela entre las calles», indican.

Lo mismo reclama Julia Pazos, otra comerciante histórica de las Galerías Oliva, que está al mostrador de Calzados Mora. Ella lo tiene claro: «Si nos ponen una pared al fondo de la galería lo tenemos muy crudo. Que no nos cierren, que nos dejen seguir existiendo... con que haya una zona de paso entre las dos calles nosotros seguiremos resistiendo», indica. E insiste en que son decenas de personas las que todos los días cruzan las galerías para ir de una zona a otra de la ciudad. «El que pasa hacia los bancos o el que va a tomar café y usa las galerías pues un día u otro acaba picando y comprando algo», señala Julia Pazos.

Samanta Otero, que abrió una cafetería en las galerías hace tres años.
Samanta Otero, que abrió una cafetería en las galerías hace tres años. Ramón Leiro

Samanta Otero es de las nuevas en la galería. Aprovechando un local de su familia, ella y su pareja abrieron hace tres años una cafetería llamada Delicious Bakery. Sobre las doce de la mañana, les faltan manos para servir tostadas, zumos y cafés. Están contentos con la marcha del negocio. Samanta reflexiona: «Cuando abrimos este local lo hicimos porque queríamos darle un poco de ánimo a esta zona comercial y creo que lo conseguimos, que entra más gente y que el ambiente es más dinámico. Nos gustaría que siguiese así y que pudiésemos incluso ser más locales de hostelería aquí dentro».

Habla así mientras mira hacia el pasillo donde se ubica su local (el de Pedestal). Ciertamente, ahí hay dinamismo y casi todos los locales funcionan. Cosa distinta es el interior de la galería y la salida a Gutiérrez Mellado.

Hay 17 locales vacíos, pero casi todos concentrados en las zonas más alejadas de la vía pública 

En las Galerías Oliva actualmente hay casi una veintena de locales vacíos, que casi todos cuelgan el cartel de se alquila. Buena parte de ellos se concentran en las zonas más alejadas de la vía pública.

La galería tiene tres entradas por la calle de la Oliva. La que está más animada de todas es la que se inicia con Calzados Pedestal. Ahí, en ese pasillo, la gran mayoría de los bajos tienen actividad. Y ayer mismo había movimiento para ocupar uno de los que quedan libres. En la entrada intermedia, la que se abre con la tienda de ropa Liberatta, también hay cierto movimiento. Pero, al fondo de la galería, en la zona más alejada de la vía pública, de repente empiezan a sumarse locales comerciales que cuelgan el se alquila. Y también en la tercera entrada, la que se inicia con la cafetería Skala, hay algún bajo esperando para ser ocupado.

Donde más desolación se nota ahora mismo es del otro lado de la galería, en la zona de Gutiérrez Mellado, pero por una cuestión evidente: está habiendo una desbandada de comerciantes debido a la licencia de demolición que tiene ahora mismo ese edificio. Ahí, resiste por poco tiempo la cafetería Galerías, que regenta Pili González. Ella es, además, la portavoz de la asociación de comerciantes de esta zona, y señala: «En cuanto yo cierre el local y se vaya alguno más se va a notar mucho. Esperemos que al resto de la galería no le afecte».

Algunos de los bajos de alquiler los gestiona la inmobiliaria Unika, con sede en la propia galería. Desde allí, dicen: «Tenemos alquileres aquí a buen precio, pero la gente prefiere un bajo que esté en la calle y no en el interior. Es una pena porque por aquí pasa mucha gente».