Un vehículo aparcado en la plaza de Barcelos de Pontevedra tenía un letrero que decía: este es un coche verde. No salía de mi asombro, porque estaba pintado de amarillo chillón. En principio pensé que era una broma, pero resultaba extraño porque el vehículo pertenecía a un organismo oficial. También creí que me había vuelto daltónico de repente. Pero no.
El daltonismo es una alteración de origen genético que afecta a la capacidad de distinguir los colores. El nombre deriva del químico John Dalton, que estudió este problema. El grado de afectación del daltonismo es muy variable y oscila entre la falta de capacidad para distinguir cualquier color y un ligero grado de dificultad para diferenciar matices de rojo, verde y, en ocasiones, azul. Los daltónicos más frecuentes tienen problemas para distinguir el par rojo-verde y algunos para diferenciar el naranja-azul.
El daltonismo es hereditario y se transmite por un alelo recesivo ligado al cromosoma X. Si un varón hereda un cromosoma X con el alelo alterado será daltónico. Las mujeres han de tener alterados los dos cromosomas X para ser daltónicas. Por eso, el daltonismo afecta al 8 % de los hombres y solo al 0,5 % de las mujeres.
Nunca he sido daltónico y, a mi edad, no creo que llegue a serlo. Además, no hay un daltonismo ligado al par amarillo-verde. El coche amarillo posiblemente sea verde, en el sentido de que contamina poco.