«Ahora trabajo y soy feliz, pero este invierno para pagar las facturas ni comía, aguantaba con infusiones»

María Hermida
María Hermida PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA CIUDAD

Eva María Iglesias, en la cocina del restaurante de O Grove donde trabaja este verano.
Eva María Iglesias, en la cocina del restaurante de O Grove donde trabaja este verano. Cedida

La pontevedresa Eva María Iglesias cuenta, aún afectada por el drama vivido, cómo topar un empleo en hostelería le cambió la vida,

12 jul 2022 . Actualizado a las 21:44 h.

Como si fuera una horrenda paradoja, el recibo de la luz, entre otros, se dedicó todo este invierno a poner oscuridad en la vida de Eva María Iglesias, vecina de Pontevedra de 45 años. Habla ella ahora con emoción, con alegría, porque su situación mejoró sobremanera tras haber encontrado empleo al inicio del verano. Pero no se le olvida el drama reciente que capeó: «Ahora trabajo y soy feliz pero este invierno para pagar las facturas ni comía, aguantaba con infusiones». 

Eva, que llegó a vivir varios años en Argentina y a trabajar allí, hizo un poco de todo. Tiene experiencia en hostelería y también como camionera. Cuenta también con permiso para conducir un autocar. Pero hace unos años tuvo un achaque de salud importante, un problema en la espalda que le acarreó una minusvalía y que le cerró la puerta a, por ejemplo, trabajar de conductora. Con el ánimo bajo y la pandemia de por medio, Eva reconoce que se refugió en el piso que tenía alquilado en Pontevedra y que incluso cogió agorafobia. «Me vi en el paro, sin apenas ingresos, con la ayuda de los 450 euros y teniendo que pagar la vivienda y las facturas y fue terrible», indica. Encadenó casi tres años sin trabajar. Y la situación, explica ella, se volvió insostenible este último invierno: «Es que no tenía ni para comer, de verdad que hubo días de tomar solamente infusiones». Las personas que conforman la oenegé pontevedresa Boa Vida la acompañaron para que tirase hacia adelante y se repusiese emocionalmente. Poco a poco, lo fue consiguiendo.

Dice ella que la clave de su mejoría, además de ese sostén que tuvo, fue encontrar un empleo en hostelería. Está trabajando en O Grove y, aunque se deja un pico en combustible yendo y viniendo hasta Pontevedra, lo hace con sonrisa de oreja a oreja: «Estoy en una cocina y estoy tan, tan feliz que no soy capaz de explicarlo», cuenta. Su ilusión es seguir ahí hasta pasada la fiesta del marisco y luego, si no hay trabajo, irse a Canarias.