Kirmen Uribe, escritor: «Hemos vuelto a caer en el error de la guerra, de tratar de solucionar las cosas mediante la violencia»

PONTEVEDRA CIUDAD

Nacho Carrasco Zaballa

El autor de La vida anterior de los delfines participa en el programa Afinidades Electivas en la librería Paz

02 jul 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

«Estar en una librería como Paz de Pontevedra, que sé que ama mucho los libros, es una alegría». Kirmen Uribe, autor de La vida anterior de los delfines, participa este sábado en el programa Afinidades Electivas.

—Llega con una obra que se basa en una historia real muy poco conocida.

—Sí. Es mi última novela que fue un proyecto becado por la Biblioteca Pública de Nueva York. Fue un cambio vital total porque fuimos toda la familia y, desde entonces, vivimos en Nueva York. Ahora mismo estoy trabajando en el Máster de Escritura Creativa en la Universidad de Nueva York. La base de la novela es, al final, un archivo sobre una sufragista, Rosika Schwimmer, totalmente olvidada y una secretaria suya, muy amiga, intentó escribir una biografía sobre ella durante cuarenta años y nunca acabó el libro. El libro está metido en 176 cajas y yo lo que he hecho es ir abriéndolas y descubriendo una vida que había sido silenciada durante la Guerra Fría.

—¿Quién fue Rosika Schwimmer?

—Fue una sufragista húngara que se fue a vivir a Estados Unidos, pero nunca fue ciudadana de este país porque tenía que jurar que iba a defender con las armas a los USA y dijo: «No, ni siquiera a Hungría que es mi patria». Aparte de feminista, era pacifista, intentó parar la Primera Guerra Mundial, montó un barco de la paz desde Estados Unidos a Europa... Fue una mujer fascinante, amiga de Einstein, candidata al Nobel de la Paz, y totalmente olvidada.

—Tengo entendido que, en todo caso, la novela no se detiene solo en la vida de esta mujer.

—La novela es mucho más que esto. Al abrir las cajas de la biblioteca también se abrieron otras cajas en mi mente y fui anotando cosas de mi niñez, sobre la importancia de las mujeres en mi vida, mi infancia en el País Vasco... Y hay un tercer hilo narrativo que es nuestra vida de emigrantes en Nueva York con todo lo que eso conlleva.

—¿Hasta que punto la historia de Rosika Schwimmer tiene vigencia?

—Tiene una vigencia total. Tenemos una guerra en marcha. Parece que no aprendemos. Esta mujer era centroeuropea, húngara, y hubiera sufrido con esta guerra igual que con las Grandes Guerras. No es que la historia se repita, es que se repiten los errores de los políticos. Hemos vuelto a caer en el error de la guerra, de tratar de solucionar las cosas mediante la violencia y esto nunca ha sido bueno. En la novela uno descubre cosas en el contenido, como la vida de Rosika, pero también se va a descubrir que es una novela muy diferente formalmente, que empieza siendo una casi no ficción para acabar siendo ficción. Detrás de esta novela hay una reflexión sobre qué es ficción en el siglo XXI, sobre cómo podemos ampliar las maneras de escribir literatura. Creo que hay una reflexión formal muy potente de querer escribir de manera innovadora y de otra manera. Al final, no es una novela al uso como el lector descubrirá, aunque se lee fácilmente.

—Me llama la atención que los insultos que dirigían a Rosika son los mismos que se usan contra mujeres que destacan.

—Sí, es verdad. Ella decía que la I Guerra Mundial la habían montado los hombres y eran las mujeres las que tenían que pararla. Cuando presentó su propuesta de paz ante la prensa, un periodista le dijo: «Tú no puedes hacer nada, tú eres mujer». Yo me pregunta qué hubiera pasado si esta pensadora, esta activista, esta escritora hubiera sido hombre. Estoy convencido de que hubiera sido mucho más conocida que siendo mujer.

—¿En qué consiste este programa del Ministerio de Cultura?

—Es un intercambio entre dos escritores buscando confluencias entre sus últimos trabajos y toda su obra literaria. Vamos a conversar, a dialogar y vamos a hablar de nuestras obras y de los valores más importantes que tienen, pero, sobre todo, del viaje.