Kin Martínez: «Al Rañolas le debo todo. Aquello fue el punto de partida de muchas cosas»

Cristina Barral Diéguez
cristina barral PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA CIUDAD

Kin Martínez, en el Wanda Metropolitano de Madrid, esta semana
Kin Martínez, en el Wanda Metropolitano de Madrid, esta semana CARLOS RODRÍGUEZ

El director de Esmerarte y presidente de la Federación EsMúsica vive entre Pontevedra, Madrid y Ciudad de México y se relaja cocinando

25 jun 2022 . Actualizado a las 19:05 h.

Joaquín Martínez Silva, Kin (Portas, 1971), nació en Briallos y en su parroquia natal estudió parvulitos en lo hoy es un albergue de peregrinos. De ahí pasó al colegio Domingo Fontán de Portas y después al instituto Sánchez Cantón de Pontevedra. Hoy mucha gente lo conoce como director de Esmerarte Industrias Creativas, como mánager de artistas como Xoel López o Vetusta Morla y responsable de festivales como el PortAmérica. Pero antes de todo eso hay mucha intrahistoria. Tras hacer un módulo en el IES Luís Seoane, estudió en la Universidade de Vigo la diplomatura en Relaciones Laborales. Seguirían cuatro másteres en derecho procesal-laboral, técnico superior en prevención de riesgos laborales, gestión y dirección de empresas y el último, en gestión cultural, por la Universidad de Alcalá de Henares.

Kin fue un tiempo personal laboral de la Xunta y trabajó como orientador en el Servizo Galego de Colocación. También hizo sus pinitos como periodista durante tres años y llegó a dar clases de prevención de riesgos laborales en el mar. Antes de eso, a los 18 años, fue camarero en un local de moda en Sanxenxo, el pub Edra: «Entré como camarero y a la semana me nombraron encargado». Estuvo seis veranos.

Su vinculación con la música empezó a finales de los años 90 del siglo XX con un local mítico en Caldas de Reis, el Rañolas. Tomó su nombre de un personaje de Os dous de sempre de Castelao y se convirtió en un referente en Galicia en el que se respetaba la música en directo, fuera del tipo que fuera. En esa época el colectivo Ruta Kente organizó un concierto de Los Suaves y el siguiente paso para Kin fue en 1998 el festival Cultura Quente.

Se le pregunta cuánto de lo que es hoy se lo debe al Rañolas. «Le debo todo. Al final despiertas estímulos. Aquello fue el punto de partida de muchas cosas, claramente, y una referencia», cuenta por teléfono desde Madrid, enfrascado en la organización del concierto de Vetusta Morla.

Su local, el festival Cultura Quente y la tienda de discos Tipo de Pontevedra le fueron metiendo, como él dice, en el mundillo. «Fui de público al Festimad, luego seguí otros años retransmitiéndolo para la Radio Galega, conocí a gente como Xoel, que arrancaba con Deluxe... Empecé a organizar conciertos sueltos, producciones pequeñas. Pero fuera de Galicia, eran giras de artistas, metaleros, heavy, e hice varios festivales itinerantes por España».

Kin cuenta que por aquel entonces no entendía mucho de la industria. «Me di cuenta de que yo venía de gestionar negocios y de que el funcionamiento de la industria de la música era diferente. Creía que había que cambiar muchas cosas y fui aplicando el modelo de la experiencia que yo tenía en otros sectores a la música».

Tiene claro que lo mejor de su profesión es la pasión. «Esto es muy vocacional, a nivel personal lo que te da es mucho. Pero me considero una persona humilde que no renuncio a lo que soy. No va conmigo el faranduleo». Pocos sabrán que en el pasado PortAmérica durmió en una habitación que le dejó su amiga Lucía Latorre, a pocos metros del recinto del festival. La otra cara es que implica viajar mucho y pasar tiempo fuera de casa. «El nivel de concentración es brutal. Esmerarte tiene tres sedes, una en Vigo, otra en Madrid y otra en Ciudad de México, con 41 personas. Indirectamente, 300 familias dependen de lo que yo haga». Una mala decisión, asegura Kin, repercute en mucha gente y el nivel de responsabilidad es permanente. «En esto el éxito y el fracaso está muy cercano».

¿Cómo se combate todo ese estrés? Su receta es andar mucho e intentar mantener la cabeza fría. Analizar y no tomar decisiones en caliente: «Lamentarse no sirve, hay que tomar la mejor solución posible». Kin se considera un privilegiado, pero subraya que sabe lo que es trabajar. «De pequeño ayudaba en casa a podar la viña y con el ganado».

Recuerda que PortAmérica nació en el 2012 tras una crisis económica, en el 2014 se cambió lo de música, gastronomía e ideas por música, gastronomía y naturaleza. «Tener un mundo mejor va a depender de nosotros, por eso plantamos árboles y apostamos por la sostenibilidad y el reciclaje en los festivales». Le preocupa especialmente el futuro que le espera a los jóvenes. «De alguna forma nos hemos ido adelantando a situaciones que se han ido dando. Ahora se habla mucho de la España vaciada, pero hemos llevado eventos a lugares donde no había servicios».

Kin, que descubrió el continente americano hace quince años, reparte su vida entre sus casas de Pontevedra, Madrid y Ciudad de México. Es también presidente de la Federación de la Música de España, la patronal de un sector que aglutina a más de 120.000 personas. Dos hijos «maravillosos» y la cocina son sus otras pasiones. Los fogones le relajan y se defiende más que bien con los ceviches, un caldito de camarón o su guacamole.