Los trabajos para trasladar los cuerpos se iniciarán el próximo lunes
19 may 2022 . Actualizado a las 05:05 h.
El convento pontevedrés de Santa Clara abrió sus puertas en 1271 y hasta el año 2017 siempre hubo monjas viviendo allí. En régimen de clausura, muchas de ellas entraron siendo apenas unas niñas en el cenobio y no abandonaron nunca el recinto. Tanto es así, que en el amplio jardín hay un espacio reservado para cementerio: las monjas que fallecían eran enterradas intramuros. Exhumar los cuerpos para trasladarlos a otros camposantos era la única tarea pendiente que dejó la orden de las Clarisas cuando el pasado 1 de diciembre firmó con el Concello de Pontevedra la operación de venta del convento. Ahora, seis meses después, por fin se han formalizado todos los permisos para que una empresa funeraria contratada por la orden pueda exhumar los cuerpos, según anunció este jueves el concejal de Patrimonio Histórico, Xaquín Moreda (BNG). Lo que no se sabe con exactitud en qué se encontrarán los operarios cuando empiecen a excavar. «Prevese atopar os 58 corpos datados desde 1900 —señaló el edil—, pero descoñécese o número de corpos anteriores a esa data». La empresa funeraria tiene previsto trabajar en el cementerio de Santa Clara el lunes, martes y miércoles de la próxima semana. Del destino de los cuerpos que se exhumen solo se sabe que la orden de las Clarisas les dará sepultura en otros camposantos.
Moreda informó de los permisos para la exhumación en el transcurso de una visita que realizó al convento acompañado del vicepresidente de la Diputación, César Mosquera, y del director del Museo de Pontevedra, José Manuel Rey, para mostrar el resultado de los trabajos que se han llevado a cabo en el recinto en los últimos meses, previos a los sondeos arqueológicos que arrancarán el día 13 de junio.
Material revisado y catalogado
Básicamente, estos trabajos consistieron en el desescombro de diversas dependencias que a lo largo de los siglos habían ido acumulando montañas de material sin uso. Todo lo hallado fue revisado meticulosamente, según relató la conservadora del Museo Natalia Fraguas, que coordinó los trabajos, y se fue recuperando y catalogando todo el material que puede tener algún valor «histórico, artístico ou contextual». Son decenas de piezas, desde muebles hasta baúles, material de uso cotidiano, gafas, envases de comida, aperos de labranza o de limpieza...
«Moitas veces as pezas non son importantes polo que son senón polo que contan, e Santa Clara é coma unha cápsula no tempo», apuntó José Manuel Rey, quien señaló que aún así el material de desecho que se retiró llenó treinta contenedores de obra.