Tanto él, como Iñaki Bretal, de O Eirado da Leña, y Pepe Solla lo estaban aplicando en sus restaurantes antes de que Grupo Nove tomase la decisión. «Es algo que llevábamos aplicando desde hacia tiempo, pero incluso me parece que es un poco tarde, yo iré rebajando más el horario para poder conciliar», comenta Solla, que es de los que cree que la pandemia les «hizo repensar» las condiciones y la escala de valores cambio. «Ahora dependerá de nuestra integridad para mantenerlo», advierte el cocinero de Poio. Bretal va más allá y reconoce que «o normal é que despois das doce da noite o comedor xa estea vacío».
Los horarios interminables y trabajar cuando la mayoría de la gente descansa es uno de los inconvenientes de un sector que quiere aprovechar el relevo generacional y la pandemia para reorganizarse. «Hay que entender a todas las partes, a lo mejor un restaurante grande no tiene problema, pero una tapería familiar aprovecha esa hora después de cenar para hacer algo de caja», subraya Dani Lorenzo para mostrar las dos caras de un sector en la que la mayoría de los hosteleros son trabajadores. «Estamos ante un cambio generacional y social que potenció la pandemia», advierte Pepe Vieira, que reconoce que el hostelero ya no exige como cuando él empezó.