Al doctor José Antonio Iglesias Fernández

Miguel A. Piñón Cimadevila PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA CIUDAD

El Hospital Provincial de Pontevedra, en una imagen actual, se inauguró el 25 de diciembre de 1897
El Hospital Provincial de Pontevedra, en una imagen actual, se inauguró el 25 de diciembre de 1897 CAPOTILLO

Por Miguel A. Piñón Cimadevila

19 abr 2022 . Actualizado a las 10:16 h.

Algo muy gratificante es detenerse un momento, echar un vistazo al camino andado, regresar mentalmente a tiempos que han quedado atrás, y desempolvar recuerdos que perduran. 

De vez en cuando hago un viaje por el almacén de la memoria para refrescarla y poder expresar mi sentir por personas importantes que han aparecido a lo largo de mi vida. 

Con el agradable recuerdo de la riqueza cultural, profesional y personal de nuestra vida como médicos del Hospital Provincial, quiero hoy expresar mi reconocimiento y agradecimiento a una persona que nos trascendió y marcó, con una forma singular de entender y ejercer la profesión de médico y compañero, el Dr. Iglesias Fernández. 

Todas las organizaciones se construyen sobre una visión, pero luego crecen sobre valores. Se pueden mencionar muchos de ellos, pero cuando se trata de poner el hombro por el compañero con el que trabajamos día tras día, hacer un esfuerzo adicional al que nos corresponde o apoyar a quienes lideran el «barco» en momentos de crisis, surge un valor del cual depende el éxito de las metas: la lealtad. 

«Dar ejemplo no es la principal manera de influir sobre los demás, es la única». Ese era uno de los ideales de Albert Einstein. Las conductas, comportamientos y actitudes que se desarrollan son siempre observados y analizados por la comunidad. 

La sociedad tiende a valorar y estimar a las personas por su historial profesional, pero no siempre resulta cierto que uno sea, al cabo, su propio curriculum vitae, aunque este pudiese resultar denso y profundo, extenso y brillante, porque en él podrían estar ausentes, o al menos oscurecidos, acaso aspectos de mérito mayor en la vida de una persona. 

Hay médicos, como el Dr. Iglesias Fernández, que aparecen como profesionales excepcionales, capaces de forjarse a sí mismo, crear escuela y, al tiempo trasmitir valores humanos como la prudencia, honestidad, compañerismo, solidaridad, fidelidad, dignidad y lealtad. 

Estas personas no pueden ser así, por casualidad. Son, por encima de todo, personalidades honestas. Su conducta se rige por sus principios y se fundamenta en un código que está en sintonía con sus valores y con el compromiso respetuoso hacia el otro, ahí donde no caben las traiciones, las mentiras o las actitudes interesadas.

El hospital es mucho más que un edificio y unos servicios generales: es un denso entramado de relaciones humanas, con sus sensibilidades y sentimientos que, por encima de la estructura, crean una identidad moral que lleva un propósito ético. 

Hipócrates, como padre de la medicina, nos trasmitió valores de expresión de nuestra profesión, que parecen haber contribuido a preservar la integridad y a orientar nuestra práctica. Pero para alcanzarlos y perseverar, no vale todo. Ejercemos nuestra profesión a través de un compromiso con la ciencia médica, con los enfermos, con nuestros compañeros y con nosotros mismos. 

Nuestra responsabilidad como médicos nos obliga, no solo a la mejora continua de la calidad, eficiencia y equidad en la asistencia, sino también a velar por los principios de la profesión y, la práctica de una correcta relación con los demás médicos, es clave. Tenemos una responsabilidad individual en el ejercicio de nuestra profesión, pero también colectiva. 

El Dr. Iglesias Fernández, con sus elocuentes silencios; su permanente cercanía; sus consejos; sus conocimientos científicos; su gestión y su ejemplo, supo transmitir valores al colectivo y a cada uno de nosotros, al tiempo que iba implementando una singular forma de ser de los profesionales del hospital. 

El personal del Provincial, tuvimos en él consuelo de preocupaciones, bálsamo de fatigas y estímulo de ilusiones. Supo suavizar puntuales situaciones de tensión, con autoridad, honestidad y lealtad a los pacientes, al hospital, a su director, a su servicio, a sus compañeros y a la institución. 

La dignidad y entrega del Dr. Iglesias Fernández como líder en la sombra, no permitió, fácilmente, que su puesto fuese ocupado con éxito por otra persona, tras su merecido paso a una actividad menos exigente en «su hospital», pero perduran sus valores de persona de bien y excelente profesional. 

Eres una persona muy especial, de esas que no se encuentran fácilmente y que vale la pena conocer. ¡Digno de ser querido y admirado! 

Gracias por entrar en nuestra vida, Dr. Iglesias, por tus enseñanzas y tu ejemplo. Compartimos momentos tan amenos, confortables y gratificantes que no se perderán y permanecerán en el tiempo. 

Pontevedra, abril del 2022

«Lo mejor es que los homenajes se den a los vivos, aunque tampoco hay que menospreciar los que se ofrezcan a los muertos. Todos suelen ser merecidos. Pero la injusticia se ceba con algunos personajes a los que se les niega el reconocimiento, vivos o muertos, fruto de la ingratitud o de la falta de memoria»