De este modo, ha quedado acreditado que los tres acusados, «en colaboración con terceros cuya identidad no ha podido concretarse», establecieron un entramado «para el acopio y comercialización de sustancias estupefacientes, cocaína, que recibían a través de paquetes postales cuya remisión concertaban con sus proveedores empleando identidades supuestas o ficticias para hacerlas figurar como destinatarios, así como direcciones postales que controlaban personalmente y teléfonos de contacto».
Lenguaje críptico y velado
Con esta forma de proceder, podían hacer un seguimiento de los envíos por correo de los paquetes, «para así acabar recibiéndolos con el fin de derivar la sustancia estupefaciente al mercado ilícito de distribución lucrativa de la misma en perjuicio de la salud pública», añaden los magistrados pontevedreses. A la hora de comunicarse entre sí, empleaban chats de Blackberry en los que usaban seudónimos y un lenguaje velado y ocultador de su actividad. No obstante, el hecho de que combinasen este vocabulario con referencias explicitas a los datos identificadores de los paquetes postales con cocaína permitió interceptarlos a la Policía Nacional.