Pan negro para depurar el cuerpo y curar la resaca en Pontevedra

Nieves D. Amil
nieves d. amil VILANOVA / LA VOZ

PONTEVEDRA CIUDAD

Ramón Leiro

El obrador artesanal de productos sin gluten Daula elabora este producto con propiedades depurativas

10 abr 2024 . Actualizado a las 12:52 h.

¿Existe el pan negro? Sí. Y muy negro. Su color sorprende a quien lo ve, pero no a quien lo prueba porque sabe a pan. Además es un producto sin gluten que tiene una función depuradora que lo ha convertido en uno de los productos estrella de Daula, un obrador artesanal que hace medio año abrió en Pontevedra con una única premisa: todos sus productos están libres de gluten.

Esta aventura que iniciaron Paula Veiga y David Ferreira se está haciendo mayor. Comenzaron haciendo pan y bollería, pero sus estantes se llenan cada día con una oferta muy variada, en la que hay hasta empanadas. Tan variada, que en alguna ocasión hubo hasta pan de azafrán. La prueba encantó a los celíacos, pero el precio al que tendrían que vender cada barra acabó con su intención. En esa búsqueda imparable por seguir dando alternativas a sus clientes, apostaron por el pan negro.

Al verlo, muchos podrían pensar que simplemente usan tinta de choco o millo corvo para dar eso color por dentro y por fuera, pero nada tiene que ver con esa fórmula. «Lo hacemos con un 3% de carbón activado, que es cáscara de coco tostada y rayada», explica Paula Veiga, que fue la impulsora de este producto que tiene una función depuradora: «Es un limpiador renal, hace lo mismo que una mascarilla al aplicarla en la cara o los filtros del agua». De ahí que no se recomiende su consumo más de tres veces a la semana. «Tiene un efecto detox importante y es bueno para la resaca», apunta David Ferreira, mientras un cliente habitual se sorprende al ver la producción entre semana cuando lo habitual es que solo se haga el viernes y el sábado. Hacen excepciones. Y además, les salen bien. Normalmente cierran con las estanterías vacías. Este pan lo envían también a Tía Estébana, en Redondela, una tienda gourmet con la que colaboran desde hace unos meses. Sus productos salen de la calle Rosalía de Castro de Pontevedra a más puntos, como O Berce, una tienda con productos sin gluten, y a algún restaurante que confía en ellos parte de su panadería y bollería.

Paula Veiga es la que pone el ingenio. Su cabeza da una y mil vueltas para dar a sus clientes una alternativa. En su despacho hay panes de trigo sarraceno, de arroz integral, chía, cúrcuma y pimienta o de teff (cereal procedente de Etiopía con algo contenido en proteínas). Tanto ella como David se pasan más de 12 horas al día trabajando para poder atender a unos clientes a los que conocen por su nombre. Mientras cuentan los secretos de su pan negro, atienden a un matrimonio que se acerca hasta el mostrador para llevarle un donut a su hija. Solo quedan de chocolate, pero como los favoritos de la niña son de fresa, Paula le pide un par de minutos para ponerle la cobertura rosa.

Tras atenderlos, prosigue: «Cuando estábamos en Madrid, me aconsejaron en una panadería que si no estaba bien del intestino, tomase pan de carbón. Funcionó muy bien, pero no tenía un buen sabor. Así que me propuse hacerlo, pero necesitaba que supiese a pan». Ahí nació esta variedad negra con propiedad depurativas. 

La respuesta de los clientes

Si seguirán haciendo más pruebas para incorporar nuevos productos, nadie duda de que sí. «Estamos muy contentos, nos levantamos a las cuatro de la mañana para trabajar y a las ocho de la tarde nos vamos a dormir, hemos cambiado nuestra vida, pero el balance es bueno», explica esta pareja que hasta hace unos meses vivía en Madrid, donde él era publicista. Ahora ambos son panaderos artesanos. En este tiempo han hecho bueno eso de que queriendo, todo se puede. Se lo repiten a diario para poder tirar para adelante. «No podemos abarcar más porque estamos solos en el obrador», explica Ferreira. Acaban de sumar a su equipo a Elysse Venne, una norteamericana que se vino a Pontevedra por amor y que se encarga de echar una mano donde haga falta.

Todo el esfuerzo que hacen les compensa por ver cumplido su sueño, pero sobre todo por la reacción de la gente al descubrir la única panadería sin gluten de Pontevedra. «No nos olvidaremos de un niño de 11 años que al ver la repostería, se puso a llorar. La madre nos dijo que le pusiéramos de todo», recuerda con cariño Veiga. Esa es la energía diaria para seguir innovando en este pequeño obrador de Pontevedra.