El arquitecto de las pesadillas de Manel Loureiro

Alfredo López Penide
López Penide PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA CIUDAD

MONICA IRAGO

José Luis Barca trabaja en un nuevo diorama basado en «La puerta», la última novela del pontevedrés

29 dic 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Su afición de adolescente por las figuras se convirtió hace unos doce años en una pasión por los dioramas, maquetas que representan una escena e incluyen desde personas, animales e incluso seres fantásticos hasta objetos, vehículos o inmuebles. «En vez de comprar las figuras decidí hacerlas. Me dije: ‘Voy a intentarlo’. Y la verdad es que se me dio un poquito bien», señala José Luis Barca Bravo (Vilaxoán, Vilagarcía, 1979).

Echando la vista atrás, rememora que su primer trabajo «serio» tuvo su germen en una lectura de terror: la trilogía Apocalipsis Z, del pontevedrés Manel Loureiro. «Cuando leo un libro se me suelen quedan ciertas imágenes en la cabeza y siempre pienso que pueden ser un diorama genial. Fue leyendo el primero de la trilogía, El principio del fin. Tuve la posibilidad de conocer a Manel y entregárselo como regalo. Nos conocimos en una cafetería para llevarle el diorama».

La amistad que fraguaron por aquel entonces hizo que José Luis Barca se comprometiese a hacer un diorama con cada novela que publicase Loureiro. De ahí surgieron las escenas que recreó de El último pasajero, Fulgor, Veinte y «ahora estará esperando por el de La puerta, que se lo haré llegar en cuanto esté acabado».

Tiene claro que cada una de sus obras es «una espinita que me voy sacando. Hay cosas que están relacionadas con mi infancia, como por ejemplo el hecho de que de pequeño hubiera visto un documental sobre el hallazgo del Titanic. Creo que debía tener de aquella 9 años y me quedé flipado». Aquel asombro ha dado paso a un espectacular trabajo en el que el que fuera el trasatlántico más grande y lujoso del mundo está recreado como está en la actualidad, como un pecio hundido a más de 3.800 metros de profundidad.

Aquella infancia y adolescencia también le han servido de inspiración a la hora de recuperar escenas y personajes de Akira o As bolas do dragón, pero también sus ídolos musicales están presentes en su arte. «Soy seguidor hasta la saciedad de Iván Ferreiro y tengo muchas figuras, algunas buenas, otras malas, de su persona», apunta, al tiempo que precisa que también ha elaborado escenas de las novelas de Carlos Sisí.

Estima que puede haber realizado una treintena de dioramas. Parecen pocos, pero no los son ni mucho menos. «Dioramas como los de Manel Loureiro o Carlos Sisí, a lo mejor me llevaban nueve meses, casi un año completo, cada uno de ellos. Era una burrada porque recreaba hasta los mínimos detalles y los hacía muy lentamente», precisa al respecto.

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Este afán por recrear hasta el detalle más nimio está plenamente presente en la que considera que es la maqueta más complicada de las que ha realizado, la del Titanic hundido. «La proa y la popa están hechas en cartón. Ambas están pintadas con óxido real. Puse a oxidar hierros y obtuve un aspecto bastante realista para ser una maqueta», apunta, al tiempo que precisa que tuvo que adquirir los planos del trasatlántico, reproducir su número de pisos y, claro está, «destruirlo. Es construir una destrucción, por decirlo de alguna manera. No es darle volumen de una manera lógica, sino que hay hierros retorcidos y toda clase de daños».

No vende, solo regala

Lo que tiene claro este arousano es que su arte no se vende. De hecho, confiesa que buena parte de sus obras las ha regalado: «Muchas veces me dicen que me saque dinero con esto, pero la verdad es que el no vender o el no tener que hacer un pedido es lo que me permite ser libre. Me merece muchísimo la pena esa décima de segundo de la expresión de la cara de cuando se lo regalas a alguien. Son nueve meses por una décima de segundo. Cuando haces estos regalos a alguien es que lo consideras importante para ti. Es alguien al que quieres hacer, en ese momento, un poquito especial. A lo mejor suena un poco pretencioso, pero es mi manera de pensar».

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Con el paso del tiempo llegó una cierta independencia económica, lo que ha permitido a José Luis Barca adquirir masillas específicas. Eso que no impide que siga empleando cualquier objeto en sus diseños. «Es casi todo reciclado. Mi madre, cuando vivía con ella, me decía que tenía el síndrome de Diógenes porque ‘coges todo lo que encuentras en el suelo’. Y la verdad es que tengo muchas cajas llenas de trapallada», matiza antes de señalar que suele emplear una masilla epoxi, que se caracteriza por ser de doble componente y que una vez seca, «es para toda la vida. Una vez mezclas los dos componentes, tienes cuatro horas para trabajarla», incide.

En la actualidad Barca Bravo está trabajando con un nuevo material, una plastilina denominada Monster Clay, para realizar figuras de un mayor tamaño al que tiene acostumbrado para reproducir personajes que le permitan realizar escorzos pronunciados. Según explica, antes de intentar recrear figuras reales, prefiere adiestrarse dando forma a seres ficticios, ya que «si quedan escorzos mal hechos nunca se notan porque son exagerados en este tipo de personajes propios de cómic»

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En paralelo, está elaborando el diorama basado en la novela La puerta, donde, de nuevo, plasma su, por así llamarlo, obsesión por los detalles. Y es que le gustaría desplazarse al lugar real que da nombre a esta obra de Manuel Loureiro —Portalén o la Porta do Alén se sitúa en lo alto del monte Seixo, en Cerdedo-Cotobade— para coger piedras con las que recrear este escenario. «Sería algo simbólico», concluye.