Silvia Solla, madre de una adolescente con sordera de Pontevedra, reclama que le vuelvan a poner en el aula el intérprete de signos con el que contaba desde hace años y que este curso le retiraron. «A alumna non acadou o nivel suficiente de coñecemento da linguaxe de signos como para que o intérprete de linguas sexa o apoio indicado, polo que se optou por outros apoios», replica la Xunta
04 nov 2021 . Actualizado a las 19:14 h.
Silvia Solla es una mujer de Pontevedra que está acostumbrada a que la vida se lo ponga difícil. Se levanta cada madrugada para trabajar diez horas limpiando —suma dos empleos para tratar de llegar a final de mes— y, cuando termina la jornada, se vuelca con su hija adolescente para tratar de que salga adelante en los estudios. Su hija, Uxía, tiene diagnosticada una sordera. De hecho, lleva audífonos desde los dos años y, según su madre, solo tiene un 20 % de audición que, con los aparatos que lleva, se eleva hasta el 40 %. A cuenta de esta discapacidad, tarde tras tarde, la joven, que cursa tercero de la ESO, tiene que ir al logopeda, a una academia para tratar de estar al día en los estudios o a clases de lengua de signos. Todo ello a cuenta de la exigua economía familiar: «El esfuerzo es enorme, pero es lo que toca», se resigna la madre.
En aras de que Uxía progrese académicamente, su progenitora, hace ya muchos años, solicitó que tuviese un apoyo en clase para interpretar lo que se dice. Y, en cuarto de primaria, le pusieron un intérprete en lengua de signos. Contó con ese profesional hasta este curso, que se lo retiraron en contra del criterio de su madre.
Silvia Solla conoce perfectamente los argumentos de la Consellería de Educación para retirar el intérprete de su hija. De hecho, no esconde el informe que le entregaron, en el que se explica que la adolescente no tiene competencias básicas en lengua de signos, que incluso muestra rechazo hacia la misma y que, además, la joven, considera que no le es útil para su aprendizaje. Por tanto, tras analizar toda esta situación, se consideró que no estaba aprovechando el trabajo de la intérprete y se apostó por retirarla. «A alumna non acadou o nivel suficiente de coñecemento da linguaxe de signos como para que o intérprete de linguas sexa o apoio indicado, polo que se optou por outros apoios», dice la Xunta. De hecho, la consellería cita que la joven cuenta «co apoio dunha especialista en Pedagoxía Terapéutica, tanto dentro como fóra da aula, así como con reforzo educativo por parte do profesorado».