Del flojo arranque al abarrote del «botellódromo» en Pontevedra

Cristina Barral Diéguez
Cristina Barral PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA CIUDAD

La explanada del recinto ferial congregó este sábado por la noche a cientos de jóvenes. En el centro histórico volvió a ser notable la presencia policial

25 oct 2021 . Actualizado a las 14:52 h.

El Concello de Pontevedra volvía a abrir el pasado 15 de octubre la explanada del recinto ferial de la ciudad a los jóvenes y al ocio nocturno. Lo hacía después de las reiteradas quejas de vecinos, comerciantes y hosteleros de varias zonas del centro histórico, que llevaban algunos meses soportando los efectos de las aglomeraciones de chavales en la calle y que no estaban dispuestos a que el problema se cronificara. Unas madrugadas alegres que hacían difícil el descanso de los residentes y cuyos efectos se veían por la mañana en forma de basura, orines y vomitonas.

El conocido como botellódromo del recinto ferial estaba clausurado desde marzo del 2020 por la pandemia del covid. El gobierno local optó por abrirlo, en contra del criterio de la Xunta y bordeando la Lei de Saúde Pública. Y lo hizo programando además actuaciones musicales gratuitas. Si la de la Duendeneta del 15 de octubre fue desangelada por la escasa afluencia de jóvenes, no ocurrió lo mismo este sábado, cuando pinchó la santiaguesa Russinha. La explanada ofreció otra imagen con cientos de chavales divirtiéndose. Las actuaciones empiezan a las nueve y media de la noche y se prolongan hasta la una de la madrugada.

¿Y que ocurrió con el botellón en el centro histórico? En zonas como la confluencia de las calles Padre Luis, Naranjo y Padre Sobreira la afluencia de jóvenes fue mucho menor que en fines de semana anteriores. Aun así, pequeños grupos trataban de coger sitio en el callejón Padre Sobreira pasadas las nueve de la noche mientras en los locales cenaban los adultos. Pero la vigilancia policial daba al traste con sus planes. Una patrulla de la Policía Local pasó en varias ocasiones y en una de ellas los policías llegaron a bajarse del vehículo para explicarles a los chavales, alguno con bolsas de plástico, que no podían estar ni mucho menos beber en la calle.