Portera de discoteca y madre: «Las mujeres somos capaces de todo lo que nos proponemos»

Nieves D. Amil
Nieves d. Amil PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA CIUDAD

CAPOTILLO

Nayibe Ortiz está en el equipo de seguridad de la antigua discoteca Daniel de Pontevedra, un puesto que habitualmente ocupan hombres

19 oct 2021 . Actualizado a las 13:36 h.

Nayibe Ortiz es portera de discoteca. Además, es madre de dos hijas, camarera en una cafetería de Pontevedra y feminista. No entiende la vida sin ninguno de todos estos aspectos que la definen. Porque todos ellos están relacionados. El pasado sábado, apenas media hora después de salir de la cafetería en la que trabaja, se cambió de uniforme y se unió al equipo de seguridad del Lelé de Noite. Es ella en el medio de un montón de hombres, un trabajo en el que hasta ahora apenas había espacio para las mujeres. Ella se lo ha hecho. Es una rompedora y quiere que el camino que acaba de abrir sea el principio de un cambio más en la brecha de género.

Cuando uno de sus compañeros de gimnasio (y ahora de discoteca) le comentó la posibilidad de unirse a ellos. Nayibe pensó que era una broma, pero «me insistió, me dijo que su jefe (Rafael Rúa) quería hablar conmigo». Así que no lo dudó. Escuchó al dueño de la discoteca y aceptó. ¿Por qué no? «Estaba muy nerviosa, pero hay que ser valientes y yo siempre fui una guerrera», apunta Nayibe, que habla pausada y aplica mano dura en la puerta y en la pista de la antigua discoteca Daniel. «A algunos cuando le vas a llamar la atención para que se pongan la mascarilla, te miran como diciendo ‘eres mujer’, pero hasta que cumplen la norma no paro. Tengo poca estatura, pero mucho carácter», dice este mujer que cree que su papel es importante para tratar con las chicas. «En el caso de que pase algo con las chicas es bueno que haya una mujer para actuar, entre nosotras nos entendemos mejor. Soy una de ellas. Yo no bebo ni fumo y vivo para mis hijas», apunta Nayibe Ortiz, que cuida la puerta del Lelé de Noite junto a otros cuatro hombres «muy grandotes», bromea.

El primer fin de semana de trabajo no tuvo ni un ápice de miedo. La vida le ha inculcado la valentía y el deporte diario le ayudó a creer en sí misma, descubrió de lo que es capaz después de divorciarse. Y ahora no se pone límites. Si acaso, tenía terror a conducir, pero reflexiona: «¿Si yo puedo con todo, cómo no voy a poder con eso también». Ya ha aprobado el teórico y está con las prácticas. Este cambio de chip le llegó después del divorcio. «Me di cuenta de que valía para muchas cosas, de que soy capaz de hacer todo lo que me proponga y estar en el gimnasio también me ayudó a estar bien conmigo», explica Ortiz, que reconoce que hasta que no dio el paso de dejar a su marido, «era muy dependiente, en nuestra cultura se educa para eso, pero cuando abres los ojos, te das cuenta de lo lejos que puedes llegar y piensas ‘cómo pude aguantar tanto. Ahora soy feminista’».

Entre esos retos está el de sacar adelante a sus dos hijas, Ivon y Mariana, de 19 y 14 años, y trabajar en el equipo de seguridad de una discoteca. Es la frontera más grande que ha roto y la que quiere que cree escuela para que las mujeres se unan en la lucha contra los tópicos. El de la noche era uno de ellos y a las puertas de los cuarenta solo anima a no fijarse límites. Ella aprendió a no hacerlo y se ha convertido en una pionera. En Galicia apenas hay mujeres en la seguridad de las discotecas.