El Concello de Pontevedra se ve impotente ante la cronificación de los botellones

Serxio Barral Álvarez
Serxio barral PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA CIUDAD

Aglomeración de jóvenes en la zona monumental de Pontevedra el pasado fin de semana
Aglomeración de jóvenes en la zona monumental de Pontevedra el pasado fin de semana Ramón Leiro

Gulías achaca a los cambios legislativos de la Xunta «os desaxustes existentes»

13 oct 2021 . Actualizado a las 12:22 h.

El Concello de Pontevedra no sabe qué hacer para acabar con los desfases de la movida nocturna que se viven en los últimos tiempos y que se manifiestan en aglomeración de jóvenes en la calle haciendo imposible el descanso de los vecinos y el trabajo con normalidad de los hosteleros. Aún cuando desde el gobierno local se insiste en que no existe un problema de orden público -oficialmente se habla de «desaxustes que se traducen na aglomeración de persoas na rúa»-, se admite que se están estudiando «todas as alternativas posibles para resolver a situación» pero se subraya que la actual legislación limita la capacidad de maniobra.

La portavoz del gobierno local, Anabel Gulías (BNG), responsabiliza a la Xunta de la situación creada, ya que la modificación de la Lei de Saúde de Galicia que entró en vigor en febrero prohíbe consumir bebidas alcohólicas en la calle y no contempla ninguna excepción.

Antes de esa modificación sí existía la posibilidad de habilitar zonas concretas donde se permitía consumir al margen del amparo de los locales de hostelería. Fue lo que hizo el Concello en el 2008, cuando aprobó la ordenanza «reguladora da protección da convivencia cidadá fronte ás alteracións sociais derivadas do consumo de bebidas alcohólicas nos espazos públicos», más conocida como ordenanza antibotellón. Aquella normativa municipal habilitó el exterior del recinto ferial como espacio apto para las reuniones de jóvenes, y se acabó con el problema que se vivía en el Campillo de Santa María y otras zonas de la ciudad. La ordenanza, recuerda Anabel Gulías, «arranxou os problemas de convivencia entre a rapazada, os veciños e os hostaleiros».

La intención del Concello con la vuelta del ocio nocturno y las restricciones de aforo en los locales era recuperar el recinto ferial para esta práctica. Pero se encuentra con que la modificación de la Lei de Saúde impide habilitar de nuevo ese espacio. «A realidade é que o problema estaba arranxado en Pontevedra e que agora volve a existir debido ese desaxuste creado pola normativa da Xunta», insiste la concejala.

El refuerzo policial que se vivió el pasado fin de semana no se antoja una solución para evitar las aglomeraciones y los ruidos. Desde el Concello se recuerda que no hay ninguna legislación que impida a los jóvenes reunirse en la calle, y que solo pueden ser sancionados si son sorprendidos consumiendo bebidas alcohólicas.

Junta local de seguridad

Por su parte el PP sí aprecia un problema de orden público que se está yendo de las manos, por lo que la concejala Silvia Junco reiteró ayer la necesidad de convocar una reunión de la junta local de seguridad. «No compartimos la visión con el Concello. Existe un problema de orden público y no aceptarlo es un grave error. Parece que las quejas de vecinos y comerciantes y las peleas no son un problema», señaló.

Ramón Leiro

Los hosteleros, ante el botellón en el centro: «Vomitan en la puerta y si sigue así, ¿seguirán viniendo los clientes?»

Algunos hablan de «show dantesco» lo que se vive cada sábado en el entorno de Padre Luis y la calle Laranxo

N. D. Amil

Los hosteleros del entorno de las calles Padre Luis, Laranxo y García Flórez están desesperados. Es una desesperación que torna ya en miedo. Después del botellón del fin de semana, llega la resaca del lunes, la de pensar las consecuencias que puede tener para sus locales que beber en la calle se convierta en habitual. Los vecinos dicen que el número de chavales «crece de forma exponencial cada fin de semana».

El dueño del Envero 48, Jacobo Rivas, estaba indignado: «Tienes gente en la terraza y pasa como este fin de semana que vomitan en la puerta de al lado y aún encima, no les digas nada porque se te encaran». Limpió la zona y siguió trabajando, pero teme que esto pueda traer más problemas a medio plazo. «Después de tanto tiempo cerrados, viene esto ahora y piensas, ¿seguirán viniendo los clientes o dejarán de hacerlo?», explica este hostelero que reconoce que «si vienes desde arriba y ves toda la chavalada es como una barrera y ya no pasas».

César Sánchez está en la calle García Flórez. Abrió el pasado viernes y este fue su primer fin de semana de actividad. Él no pone cenas, es un local de primera hora y aunque tuvo gente, asegura que el botellón «no beneficia a nadie». Pasan bebiendo por la zona y medio «mareados», algo que siente especialmente por todos los locales de hostelería de la calle de arriba. El botellón se extiende hacia la plaza de la Leña, pero no llega a afectar a los que están allí cenando. Pese a ello, Pablo Liste, del Badiana, asegura que lo que ocurrió este fin de semana fue «un show dantesco, un verdadero desmadre». Él vio como un coche tuvo que dar vuelta porque no le dejaban pasar a su garaje. «Por situaciones menos graves salen imágenes de Madrid en los informativos», apunta Liste. Los hosteleros piden al Concello y a la Policía Local que se tomen medidas para intentar frenar una situación que se está convirtiendo en rutinaria. Diego Amoedo, del bar Milano, acabó cerrando el sábado para evitar más problemas con el botellón. «El viernes llenamos y el sábado fue un día perdido», lamenta este hostelero, que como el resto, piden que el botellón regrese al aparcamiento del Pazo da Cultura.