El moldeador de los canoístas del futuro

Nieves D. Amil
Nieves d. amil PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA CIUDAD

Cedida

A lo largo de su vida ha entrenado a olímpicos y palistas internacionales desde que eran niños

27 sep 2021 . Actualizado a las 12:24 h.

Miguel Villanueva siempre está a flote, pero mantiene los pies en la tierra. Es habitual que si se echa un vistazo al Lérez, esté subido en una neumática rodeado de palistas, como un escualo que lleva a su alrededor a las crías. Eso es como siente él a los deportistas de la Escuela de Piragüismo Ciudad de Pontevedra. Lleva toda una vida vinculado al club, pero este año ha sido especial para él y para esta escuela donde germinan campeones. Los 170 chavales que tienen ficha en este centro estuvieron este verano pendiente de Antía Jácome, quinta en C1 200 en los Juegos de Tokio y uno de los referentes de motivan a sus compañeros. Porque esta palista olímpica se formó en este club, como lo ha hecho también su hermano Martín Jácome, que entra este año en el equipo nacional. A esta pareja se une Antía Otero, compañera de Jácome en el C2 500, que este año pasa a sénior y en palabras de Villanueva «tirará del equipo nacional». También están nombres como Claudia Couto y Lucía Graña, que fueron terceras en el Mundial juvenil de este verano. Crespo, o Jennifer Casal y Jaime Duró, que esta semana estarán en el Mundial de maratón.

Miguel Villanueva los conoce a todos, han crecido a su sombra con la disciplina como una obligación. «Para nosotros el tiempo es oro, no nos escaqueamos, no dejamos que la gente se aburra», apunta el técnico de la Escuela Ciudad de Pontevedra, que reconoce que «los más pequeños se van fijando en los mayores, les enseñamos a competir y aplicamos disciplina, pero no a ganar. Eso, si llega, será fruto del trabajo».

Por sus manos han pasado cientos de palistas. Le reconoce el sacrifico a la mayoría de ellos. Sabe que después de todo el invierno entrenando, cuando llega el verano y la temporada de competir, muchos están ya agotados y cuesta no bajar el ritmo. «Es un deporte con poco descanso», apunta. Y es que están en todas las competiciones que pueden. Incluso los deportistas internacionales pueden estar en el Mundial y a la semana siguiente en Ourense remando. «Somos un club que hacemos mucha piña, desde que son prebenjamines trabajamos como un equipo, como una red. Si uno se cae, lo sacamos entre todos», explica Villanueva.

Este entrenador pontevedrés sabe perfectamente el día que empezó. El 6 de julio de 1986. Hace 35 años que se convirtió en canoísta y lo lleva viviendo desde entonces. «Llevo más vida dentro del agua que fuera de ella», bromea. En el 2008 empezó a entrenar a parte de los equipo del club y dos años después entró en el CGTD, pero en el 2011 volvió al club de As Corbaceiras porque necesitaban un entrenador con dedicación casi exclusiva. Empezaba a tener mucha demanda y había que profesionalizarlo. Mano a mano con el presidente del club, Óscar Ponte, lo sacan adelante. Miguel es una especie de fontanero que tanto arregla las canoas como entrena y planifica las sesiones de los 170 palistas, mientras el máximo responsable del club «hace más de psicólogo y saca adelante todo».

Esa dedicación le hace saber bien cuando alguien va a triunfar o, al menos, a intentarlo. «Cuando ves a alguien que quiere trabajar más, que todo le parece poco le vas fijando poco a poco objetivos. Les digo que primero pelearemos por una medalla autonómica, luego nacional y vamos paso a paso», explica Villanueva, que reconoce que «hay gente que nace para hacer un deporte, pero el secreto está en el trabajo. Es como el despertar una flor a la que le van saliendo pétalos. Aquí van haciendo logros poco a poco». Eso es una de las cosas que más le fascinan a este canoísta de corazón y kayakista por accidente. «Empecé jugando al fútbol, balonmano y baloncesto pero mi hermano me dijo que podía hacer canoa porque era medio ‘revirado’. Empecé y ya no paré. Hay que tener más destreza que en el kayak», subraya Miguel Villanueva.

Además de la batalla que libra en el agua, tiene otra. Necesita mas especio para poder dimensionar el club a los deportistas que hay dentro. «Cada vez somos más y tenemos más calidad, pero no hay sitio. Se nos han caído dos barcos porque tenemos que subirlos muy alto y repararlos es muy costoso», advierte este entrenador, que cuenta su vida deportiva subido a una neumática y rodeado de una veintena de palistas. Ese es su hábitat natural, pero él resume su día a día en una vuelta a la esencia del deporte: «Yo lo único que quiero es que los deportistas sean felices, ese es el mayor regalo que me pueden hacer».

En el deporte

Lleva 35 años en el piragüismo y como entrenador ha tenido a sus órdenes a Antía Jácome y a una cantera mundialista que este año tocó techo con varias medallas.

Personal Nació en Raxó (Poio), pero siendo un bebé se mudó a Pontevedra. El 6 de julio de 1986 compitió por primera vez subido a una canoa. Tiene 50 años.