Pontevedra prescinde todavía de las barras

Nieves D. Amil
nieves d. amil PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA CIUDAD

Ramón Leiro

El desconocimiento y los continuos cambios llevan a la hostelería a quedarse en el nivel 1

16 sep 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Pontevedra sigue sin barras en la hostelería. La mayoría de los locales de la ciudad mantenían estos espacios precintados. Para ellos la nueva normativa pasó de largo por sus negocios. Al agotamiento de las restricciones se suma algo de desinformación y mucho de «virgencita, virgencita que me quede como estoy». El día que entraba en vigor el nuevo sistema de control, en el que suben los aforos y podía volver la barra, los responsables de los bares de la ciudad optaron por quedarse en el nivel 1. El nivel 2 implica unas exigencias con las que no están de acuerdo. No es tanto el beneficio que pueden obtener como el quebradero de cabeza que les supone.

Manuel Moldes, de la Adega dos Avós, que tiene una buena barra a lo largo de todo el local de Gutiérrez Mellado, no prevé abrirla. A media mañana ya había hablado varias veces con su asesoría para conocer bien la situación. «Nos quedamos en el nivel 1 por una decisión mía, tenemos que medir el CO2 cada cuatro horas y tenemos un aforo del 50 % dentro y del 75 % fuera, pero con un local tan grande como este no compensa la barra con todo lo que piden para cambiar de nivel», explica Moldes.

Optar al nivel 2 -los dos tipos de normas son en función de la seguridad del local y no de la incidencia- supone limpiar tres veces al día los baños, mantener un registro continuo de CO2 y se recomienda tener mecanismos que hagan saltar el aire cuando se superan los 800 ppm. Las mascarillas deben ser FFP2 y hacer pruebas diagnósticas cada 7 o 14 días a sus empleados, en función de la incidencia del concello. El anterior presidente de la asociación de Empresarios de Hostelería de Pontevedra (Hoempo), Víctor Pampín, reconoce que en su local El Pecado, en Curros Enríquez, la barra estará también clausurada. «Llevamos dos años con continuos cambios de normativa y todos son de un día para otro», puntualiza este empresario, que no cree que montar la barra le suponga un extra en sus ingresos. En Los Castellanos, en la esquina de la calle Oliva, han tomado una decisión a medio camino. Sacaron el precinto de la barra, pero no pusieron los taburetes. El resultado es ir viendo poco a poco como reacciona la gente. Gladys Aris y Mercedes Pousada, sus responsables, reconocen que la gente sigue actuando como hasta ahora: «Vienen y piden algo, pero se lo llevan para la mesa. Gladys está con la documentación que le exigen para los cursos de los empleados. Es tajante. «Nos obligan a que los camareros y nosotros tengamos que hacer una formación y tenemos que pagarla de nuestro bolsillo», explica la hija de Mercedes, que cree que además este curso llega muy tarde: «Casi dos años después de empezar con las restricciones, ¿tenemos que hacer un curso de formación en protocolos del covid? No lo entiendo».

Bar París, en Pontevedra, con clientes consumiendo en la barra tras el fin de las restricciones
Bar París, en Pontevedra, con clientes consumiendo en la barra tras el fin de las restricciones CAPOTILLO

Un paseo por los bares de la ciudad es suficiente para comprobar que la medida no ha gustado. Las restricciones son lluvia sobre mojado. Otra de las grandes barras de Pontevedra, la de la cafetería Americano, sigue cerrada con las mesas delante para evitar aproximaciones, mientras en lugares más modestos como el Café París ya estaban colocados sus cuatro taburetes. Y ya hubo quien se tomó la caña del mediodía sentado en uno de ellos. Los dueños de este mítico lugar desempolvaron así una de las zonas más empleadas en su local, pero con las dudas de si estaban haciendo bien o no. Los locales que no optan por la barra se mantienen en el nivel 1. Tendrán que estar a la mitad de aforo en el interior y fuera al 75 %, además de hacer un registro de CO2 cada cuatro horas, tener hidrogel en distintos puntos del local, o controlar el uso de la mascarilla a sus clientes.

El presidente de Hoempo, Dani Lorenzo, se preguntaba ayer «¿por qué complican ahora la normativa de restricciones con más del 80 % de la población vacunada?». Buena parte de los asociados seguía sin saber muy bien a que atenerse. La publicación en el DOG salió la víspera y todavía tienen que poner sobre la balanza si compensa habilitar la barra. En las primeras 24 horas el sondeo es contundente: los mostradores están cerradas.