Ángel Álvarez Jorge, cirujano: «Operar una mano por estética no tiene ni pies ni cabeza»

ROSA DOMÍNGUEZ

YES

MARCOS MÍGUEZ

Una foto de la periodista Ana Pastor comiendo un bocata sirvió la excusa. «No puedo dejar de mirar su dedo», escribió un tuitero. Sufre artrosis, una enfermedad que deforma las articulaciones y «es mucho más que una cuestión de imagen», apunta el especialista

12 may 2021 . Actualizado a las 22:14 h.

Cree Ángel Álvarez Jorge (Pontevedra, 1961) que «las redes sociales a veces dan miedo». Es cirujano plástico, reparador y estético desde hace casi tres décadas en A Coruña, donde cuenta con el centro Abaton y consulta además en los hospitales Quirón y San Rafael. Lo dice al hilo de los comentarios sobre una fotografía colgada por la periodista Ana Pastor en su twitter en la que se la veía con un bocadillo en la mano en un descanso de trabajo. La imagen disparó reacciones con diferente desacierto y fortuna, entre ellos el de quien respondió con un «No puedo dejar de mirar su dedo». Ella misma aclaró que sufría artrosis desde hace unos años. Como seguidores, por simple simpatía o por compartir diagnóstico y dolores, otros inundaron la red con sus propias fotos de índices menos acusadores, pero igualmente deformados por una enfermedad que «es mucho más que una simple cuestión de imagen», asegura el especialista.

  

-Pese al revuelo, la artrosis es bastante común.

-Es muy muy común, de lo más frecuente que hay en patología de la mano, aunque no es exclusiva de la mano. Allí donde hay articulación, puede aparecer porque es un desgaste del cartílago articular. Produce dolor y a medida que evoluciona la enfermedad, deformidad. Y asociada va la pérdida de función, que es lo peor.

-Y el tratamiento es...

-Una vez que está en evolución o se ha producido ya afectación del cartílago el tratamiento de la mano artrósica básicamente hasta la fecha es paliativo. Se puede eliminar la zona articular dolorosa y si la articulación es pequeña, como creo que es el caso de esta chica, que está localizada en la punta de los dedos. Si es dolorosa se fusionan, se elimina la articulación y se unen los huesos.

-¿Siempre hay que operar?

-Noo, ¡para nada! La operación es el último recurso. Primero hay que tomar medidas conservadoras para evitar el dolor y la deformidad. Se utilizan fármacos, férulas de descanso, y también es útil la fisioterapia. A veces llega un momento que en algunos casos todo esto no es efectivo y queda la cirugía, porque el dolor es muy intenso y limita mucho la función diaria de las manos. Y ya se sabe que no hay nada que incapacite más que el dolor. Entonces, cuando no responde al tratamiento conservador, que es efectivo para la inmensa mayoría de los afectados, hay un porcentaje de casos que hay que recurrir a la cirugía. Todo depende de si duele o no. Hay muchos pacientes que conviven con ella.

-¿Hay quién lo hace por una cuestión estética?

-Si no duele, a nadie en su sano juicio le planteas operarse. La indicación es el dolor, porque genera disfunción y limitación, y eso hace que el paciente busque una solución. Aunque es un órgano de relación, la mano nunca debe operarse por criterios estéticos, sino funcionales. Una mano que esté deformada pero no duele y es útil no le haríamos ningún favor si la operamos. Podríamos acabar teniendo incluso una mano menos útil. El criterio estético nunca es una indicación, solo asociado a una pérdida de función. Es verdad que en la punta de los dedos suelen aparecer nódulos en los huesos, el dedo se deforma, se lateraliza.. el aspecto puede ser poco agradable, pero insisto: no haríamos bien las cosas si operamos por un criterio estético. En mi opinión, operar una mano por estética no tiene ni pies ni cabeza, por mucho que sea un órgano de relación y la gente se fije en ellas.

-¿No siempre afecta a la punta de los dedos?

-No. De hecho, afecta sobre todo a la base del pulgar. Se llama rizartrosis y es el paradigma de la artrosis en la mano, la que más incapacita. La prevalencia es muy alta, especialmente en mujeres y es la más frecuente En una consulta de cirugía de la mano raro es el día que no ves una rizartrosis.

-¿Por qué afecta más a las mujeres?

-Por predisposición genética y por una cuestión hormonaL.. Las mujeres están en cierta forma protegidas mientras funcionan los ovarios por los estrógenos, pero una vez que se produce el cese de la función, descienden los niveles de estrógenos y se produce una exposición a la afección de las articulaciones. Generalmente la enfermedad se da en mujeres perimenopáusicas, incluso antes… Claro que también tiene que ver que tenéis una actividad manual muy intensa. Pero sí, si tienes diez pacientes con rizartrosis, ocho son mujeres.

-¿Por qué hay personas que no responden a los tratamientos más convencionales?

-Bueno, primero hay que tener en cuenta que hay muchos muchos casos. Se dice que la especie humana por la posición de los pulgares en oponente al resto de los dedos está más predispuesta y que cualquier persona que viva más de 80-90 años acaba teniendo rizartrosis. Pasa que no es sintomática en muchos casos y las deformidades a veces son pequeñas, con poca disfunción. Pero sí hay un porcentaje importante que acaba en el quirófano.

-¿En qué consiste la cirugía?

-El objetivo clásico en la rizartrosis era eliminar el dolor. Era casi la única finalidad y para ello existen diversos procedimientos que consisten en eliminar la articulación dolorosa. En el caso de la mano se elimina el trapecio, en la base del pulgar, y se hace una técnica, una plastia de suspensión: se utiliza un tendón para evitar que colapse la columna del pulgar, para que no se acorte.

-¿Y se conserva la funcionalidad?

-Bueno, esta técnica persigue el objetivo de eliminar el dolor, pero muchos pacientes quedan con una pinza útil muy restringida. Eso se ha conseguido paliar recientemente desde que se han introducido prótesis articulares. Van como los implantes de la boca, introducidas dentro del propio hueso, con lo cual no hay que eliminar el hueso como en la técnica clásica, se preserva parte del trapecio y se hace como un recambio de las carillas articulares para evitar que el roce, que es lo que produce el dolor, se manifieste.

-¿Es una técnica nueva?

-Es lo más novedoso, pero ya se realiza desde hace unos cinco años. Clásicamente se han intentado desarrollar varios tipos de prótesis, por la gran prevalencia de la patología y por la limitación funcional que puede provocar en pacientes jóvenes. Era difícil conseguir prótesis que cumplieran los requisitos. Pero ahora ya hay varias en el mercado y sobre todo algunas que consiguieron integrar dos componentes, uno que va al trapecio y otro al metacarpiano. Se articulan entre sí, como en un implante, y logran eliminar el dolor y mantener la fuerza que no se mantenía con la técnica clásica.

-¿Se pueden colocar prótesis en todos los casos?

-No, solo cuando hay un soporte de hueso adecuado. Por eso es importante recordar que es una enfermedad que evoluciona, hay que hacerlo cuando está indicado, no se puede dejar avanzar la patología hasta situaciones donde el hueso está tan deteriorado que ya no es posible recurrir a una prótesis.

-¿Cómo es la recuperación?

-En la artrosis limitada a la base del pulgar lleva un tiempo medio de tres meses y hay que hacer rehabilitación después de la cirugía.

-¿Y si afecta a la punta de los dedos?

-Cuando afecta a la punta de los dedos no ha lugar a un recambio articular, no hay espacio. Primero hay que intentar evitar la deformidad mediante férulas y si a pesar de todo sigue avanzando... la solución quirúrgica es fusionar los dos huesos para eliminar la articulación dañada, lo que corregiría la deformidad y eliminaría el dolor. La de los dedos va a depender de la calidad del hueso, porque cuando se presentan deformidades importantes el hueso ya suele estar muy afectado. Hay que ver cada caso, pero básicamente cuando es posible se coloca un tornillo dentro del hueso y el paciente así puede recuperar función, aunque con menos fuerza.