Malestar en el sector en la vuelta de las cenas solo a los restaurantes

Cristina Barral Diéguez
cristina barral PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA CIUDAD

Los socios del Bagos, en Pontevedra, tapería que no puede servir cenas por no tener licencia de restaurante
Los socios del Bagos, en Pontevedra, tapería que no puede servir cenas por no tener licencia de restaurante CAPOTILLO

Hoempo habla de «agravio comparativo» al dejar fuera a locales que tienen cocina

17 abr 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Las cenas, aunque bastante más madrugadoras, volvieron ayer a la hostelería de Pontevedra. Pero solo a una pequeña parte del sector: aquellos negocios que cuentan con licencia de restaurante y bajo ciertas condiciones. Son las impuestas por la Xunta. Trabajar para las cenas con cita previa, llevar un registro con los datos personales de los clientes por si hubiera que localizarlos ante un eventual brote de covid, y disponer de un medidor de CO2 para garantizar la calidad del aire en el interior. En el caso de estos aparatos hay todavía un margen de unos días para contar con ellos en los negocios.

La Asociación de Hosteleros de Pontevedra, Marín y Poio (Hoempo) cuestiona las medidas de la Administración. Valora de forma positiva la ampliación de horario para los restaurantes, pero considera inexplicable que otros locales con diferente licencia y que legamente tienen cocina no puedan servir cenas. El colectivo habla directamente de «agravio comparativo» dentro de un sector más que maltrecho tras casi 14 meses de pandemia. Respecto a los medidores de CO2 cree que la Xunta debería subvencionar su compra.

Entre los restaurantes que ayer dieron cenas están Casa Román -local que ayer visitó el vicepresidente Alfonso Rueda- y el Alameda 10. Rosa Lorenzo, empleada de este último, indicó por la mañana que ya tenían algunas reservas. «Cogemos reservas para las 20.30 horas, a las 21 horas como muy tarde, para poder cenar con tranquilidad», comenta, tras señalar que el medidor está «de camino» y que algunos clientes se mostraron algo reticentes a dar su DNI. Entre los que pueden abrir, también hubo quien prefiere esperar un tiempo. Es el caso del Alcrique. Su propietario, Adrián Redondo, lo justifica así: «Si ampliaran hasta las doce de la noche sí abriría, pero hasta las diez y media, porque luego hay que recoger, es poco margen. Nosotros somos más de comidas y en las cenas funcionamos más con los grupos, y ahora no se puede».

El restaurante Casa Román, en Pontevedra, retomó las cenas este viernes. Román Vidal muestra el medidor de dióxido de carbono
El restaurante Casa Román, en Pontevedra, retomó las cenas este viernes. Román Vidal muestra el medidor de dióxido de carbono CAPOTILLO

Son muchos los locales que, pese a servir comidas, tienen licencia de bar tapería y se quedan fuera de las cenas. Había entre ellos más que malestar y un lamento por la mochila de deudas que algunos llevan a la espalda. Marta García, del Meigas Fóra, una de las hosteleras que a finales del 2020 peregrinó a pie a Madrid, califica de «absurdas» las nuevas medidas. «Mi licencia es de café bar y no pudo dar cenas, aunque sí doy comidas. Estos avances que hace la Xunta no tienen ni pies ni cabeza. El código QR que era optativo no funcionó, y ahora permiten a los restaurantes dar cenas hasta las once, pero los clientes tienen que estar en casa a la misma hora».

El Bagos es otro de los que se queda sin cenas. Uno de sus socios, Adrián Guerra, cree que la Administración está jugando con el sustento de muchas familias. «En más de un año la sensación es de que se improvisa cada semana. Nos obligaron a reducir aforos y ahora nos dejan sin cenas. Hoy los locales son más versátiles y me pregunto si las taperías somos más cutres que los restaurantes. Es una medida elitista», subraya.

Otros hosteleros estaban estudiando la letra pequeña del DOG con su asesoría -uno dice que una cosa es el título habilitante de restaurante y otra la inscripción en el Registro sanitario de empresas y establecimientos de alimentación (Regasa)-, al tiempo que preferían esperar unos días o semanas para evitar más estrés a su personal y que pudieran darse «situaciones desagradables» con clientes al contar con dos espacios distintos en su establecimiento.