«Pregunté en Madrid qué sitio de España era bonito y me vine a Pontevedra»

Cristina Barral Diéguez
cristina barral PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA CIUDAD

Audrey Giongco, auxiliar de conversación de inglés, en el CRA de Caldas durante una clase a niños en Saiar
Audrey Giongco, auxiliar de conversación de inglés, en el CRA de Caldas durante una clase a niños en Saiar Ramón Leiro

Audrey es filipina y enseña inglés a niños de un colegio rural de Caldas

14 mar 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

«Nunca había dado clase en infantil ni tenido un grupo tan pequeño. Es muy diferente al tener niños de 3, 4 y 5 años juntos, pero son extraordinarios». Lo cuenta Audrey Giongco, auxiliar de conversación en inglés en el colegio rural agrupado (CRA) de Caldas de Reis, al que pertenecen cuatro escuelas (Saiar, Carracedo, Godos y San Andrés). Audrey tiene 23 años y nació en Manila, la capital de Filipinas. Este curso reside en Pontevedra y ha tenido dos destinos: el colegio público integrado Progreso de Catoira, de noviembre a enero, y ahora el CRA de Caldas, desde el 18 de febrero y hasta el 31 de mayo. La mayoría de los auxiliares de conversación que recalan en el país suelen ser estadounidenses o ingleses.

¿Cómo acaba una auxiliar de conversación filipina en Galicia y en un colegio rural agrupado como el de Caldas?, se le pregunta. Audrey se ríe y dice que fue durante la estancia del año pasado en Madrid, donde tuvo lugar su primera experiencia como auxiliar de inglés. «Pregunté qué sitio en España es bonito y me dijeron Galicia. Me hablaron de la naturaleza, de la comida y me dijeron que llovía mucho. Eso de la lluvia es verdad y el resto también», comenta en una cafetería de Pontevedra.

«Los gallegos son amables»

Audrey, que estudió Relaciones Internacionales y aprendió castellano en el instituto Cervantes y en la universidad, señala que este año está avanzando mucho más. Lo habla perfectamente, aunque ella es exigente. «Estoy aprendiendo mucho ahora. Tengo algunos problemas con los tiempos verbales, pero ya voy hablando con la gente en las tiendas. Los gallegos son amables y amistosos y las abuelas hablan conmigo cuando estoy esperando por el autobús para ir a Caldas», desvela. Y apostilla: «Ahora ya me sale bien Sanxenxo». Es la prueba de fuego de la pronunciación.

En Pontevedra comparte piso con dos universitarias. Una estudia Publicidad y otra música. Para desplazarse al CRA de Caldas, donde tiene clase todos los días menos el jueves, va en bus. «Cada día doy clase en tres escuelas y mi horario es de 9 a 14 horas, pero hay un problema con Monbus». La chica explica que este curso se suprimió el autocar de las 8.30 y que tiene que coger el siguiente, el de las 9.15. En el centro de Caldas la recoge un profesor y así es como llega a las unitarias del CRA. El viernes, por ejemplo, tenía clase de 10.15 a 11.15 en Saiar; de 11.45 a 12.45 en Carracedo, y de 13 a 14 en San Andrés. Audrey comparte clase con otro docente y da música e inglés.

Cuando estuvo en el colegio de Catoira sus alumnos eran de primaria y de ESO. De la experiencia del colegio rural de Caldas destaca que al ser tan pocos niños los conoce por su nombre y en la práctica es una enseñanza a la carta, casi individualizada. «Una hora con ellos es muy tiempo y da para mucho». Solicitó quedarse un año más como auxiliar de conversación en Galicia, pero hasta mayo o junio no conocerá la decisión de la Xunta. Con su sueldo de 935 euros se paga el piso, el transporte y la comida. La vida, afirma Audrey, es más barata aquí que en Madrid.

Sin planes de futuro

¿Cómo se ve en el futuro? La joven no sabe por qué decantarse. Aunque estudió Relaciones Internacionales, la experiencia como docente le está gustando. «Auxiliar de conversación es mi primer trabajo y todavía no sé qué haré». El año pasado sus padres viajaron a Madrid para visitarla y ella confía en que puedan volver a verse este verano. Sí están en contacto permanente gracias a la tecnología. El padre de Audrey es periodista deportivo. «En Filipinas, boxeo y baloncesto son los deportes principales», dice.

Filipinas es un país muy poblado y Manila, su ciudad, supera el millón y medio de habitantes. Madrid también es una gran ciudad. ¿Le costó adaptarse a Pontevedra? Audrey responde que no demasiado. Al principio le resultaba gracioso ir andando a todos los sitios y la tranquilidad que se respira. A sus 23 años, cuando tiene tiempo libre -también da clases particulares de inglés- le gusta pasear por la naturaleza, ir de tapas, viajar, leer, ver pelis y escribir.

La unión entre escuelas para tener profesorado especialista

Audrey Giongco no sabía lo que es un CRA cuando llegó a España. Algo que también desconocen algunos gallegos. El colegio rural agrupado (CRA) de Caldas de Reis donde dará clase hasta el 31 de mayo es uno de los 26 que existen en la comunidad autónoma. Están agrupados en una asociación, Amcraga. Sus miembros se reúnen con frecuencia para compartir experiencias y necesidades y para defender e impulsar este modelo educativo que no se entiende sin vincularlo a su entorno.

El CRA de Caldas nació en el curso 2016-2017. Este año cuenta con 40 alumnos con edades de 3 a 6 años. Audrey relata que la directora del CRA, Vanesa Méndez, es un gran apoyo para ella en lo profesional y también en lo personal. Antes de empezar el curso, ella y el resto de auxiliares de conversación se tuvieron que hacer un test de covid. A Audrey le tocó en el hospital Montecelo. En su país, los idiomas que son oficiales son el filipino o tagalo y el inglés. En el CRA en la escuela que más escolares tiene son once, y en la que menos, siete. Este colegio rural tiene abierto el plazo de admisión de alumnos hasta el 20 de marzo. Detrás de la unión de escuelas unitarias en un CRA está su potenciación para evitar la pérdida de matrícula y poder contar con profesorado especialista como sucede en los colegios de infantil y primaria de las ciudades. Tienen de música, inglés, audición y lenguaje, psicomotricidad y religión/atención educativa.