La caminata por el monte pontevedrés que le encantaría a Peppa Pig

María Hermida
maría hermida PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA CIUDAD

Ramón Leiro

En A Tomba, entre barro y piedra, hay buenas aventuras para los niños

24 ene 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Si algo bueno tienen los cierres perimetrales es que obligan a buscar aventura dentro de las fronteras de cada ayuntamiento. Y eso casi siempre acaba con la misma frase: ¿Cómo no conocíamos o disfrutábamos más en este sitio que tenemos tan cerquita? Quizás se hagan esa pregunta los pontevedreses que se atrevan a acercarse hasta el monte de A Tomba (Campañó), el lugar donde se está construyendo el gran parque forestal del municipio. Puede pensarse que es pronto para hacerlo, porque aún están en marcha las obras para construir ese área verde. Pero que todo esté a medio hacer tiene un atractivo descomunal: hay tantos caminos llenos de barro y charcos y, por tanto, tanta aventura, que serían los preferidos de Peppa Pig, la simpática cerdita televisiva que, como los niños, pía por meter los pies en los charcos de barro. Así, la primera recomendación está clara: llevar unas buenas botas. La segunda, prepararse para una excursión apta para niños que puede tener un objetivo: encaramarse a la enigmática torre -o lo que queda de ella-, conocida como Chozo de Pinar do Rei. ¿Preparados para caminar?

Hay muchas opciones y senderos en A Tomba. Una de las alternativas posibles es aparcar en las proximidades del campo de fútbol de Campañó y tomar a pie una carretera -estos días cortada por obras-. Nada más empezar, un buen castañar y algunos carballos plantados en los años ochenta reciben al visitante. Luego, a patear el monte. Los senderos, fruto de las obras y de la endiablada meteorología, están llenos de barro y arroyos; una delicia para los pies de los críos, siempre dispuestos al chapoteo. A la aventura del patinaje sobre el lodo se van sumando otras. Tal y como cuenta José María, presidente de los comuneros de Campañó, A Tomba, además de tener detrás «a lenda dunha moura que se aparecía alí» esconde piedras dignas de ser buscadas: A da Campá, que tiene una especie de cueva en la que guarecerse, la de la Silla da Raíña, la Pedra Redonda o incluso una que se conoce como «a das tetas» porque hay quien dice que parecen dos senos. «Eu non o vexo así», advierte el comunero.

Mientras se escudriña el monte a ver si aparecen o no esas piedras famosas, se va topando el camino hacia O Chozo, una estructura cuadrada de piedra que guarda mucha historia y enigmas detrás. Se puede subir por un sendero enlodado y en obras. Y llegar ya a un caminito de arena recién preparado. O se puede trepar monte arriba por un camino de pies que implica dar algún que otro salto de piedra en piedra. Para gustos, caminos.

Los comuneros, propietarios del monte, no tienen claro al cien por cien el origen de esa construcción de piedra que hay en esa cima -por cierto, un mirador espectacular hacia la ciudad de Pontevedra o el monte de A Fracha-. Pero dan cuenta de la principal hipótesis: «Estivemos aí cun arqueólogo e o que se cre é que os restos da torre que quedan pode ser un complemento da torre de Cedofeita de Lérez», indica. Por tanto, podría datar de la época medieval. En todo caso, esos muros desde los que se divisa toda la urbe pontevedresa pagaron muchos peajes a lo largo de la historia: una vez los convirtieron en una caseta para herramienta, unos vándalos la liaron y lo dejaron destrozado... Ahora están ya preservados.

En la cima, hay un pequeño asiento en piedra para recrearse con las vistas. Luego, tocará bajar de nuevo y hay varias opciones de senderos. Si se vuelve directo hacia la zona del campo de fútbol de Campañó, en poco más de una hora está lista la excursión a pie, aunque se vaya con niños. Pero también se puede ampliar la caminata y contemplar el esfuerzo enorme que se está haciendo para acabar con las especies invasoras -que aún quedan- y contar con árboles autóctonos y frondosas. Así, hay robles y castaños, pero también un olivar digno de visita. Igualmente, se pueden ir observando cómo el parque forestal que Concello y comuneros están llevando a cabo va tomando forma. Ojo. Las obras están sin acabar. Así que hay que andar con pies de plomo ante la presencia de maquinaria y operarios. Aunque, en todo caso, los trabajos están señalizados. Con esa cautela, no queda más que hundir las botas de goma o de montaña en el lodo y disfrutar del paseo. Nada que no haya hecho antes Peppa Pig.