¿Qué secreto se lleva Julio Araújo?

Eugenio Giráldez
EUGENIO GIRÁLDEZ PONTEVEDRA

PONTEVEDRA CIUDAD

RAMON LEIRO

El entorno de Sonia Iglesias teme que la muerte de la expareja complique aún más el esclarecimiento de la desaparición ocurrida hace una década en Pontevedra

13 sep 2020 . Actualizado a las 11:43 h.

El temor es evidente y se puede formular con el siguiente interrogante: ¿la muerte de Julio Araújo entierra definitivamente las posibilidades de esclarecer la desaparición de Sonia Iglesias?

Aguardo que no; deseo que no sea así; pero me temo que la mala investigación policial que siempre hubo en torno a este caso, aún se atasque más sin el principal sospechoso vivo.

Si en diez años la Comisaría de Policía y la Fiscalía de Pontevedra han sido incapaces de encontrar la senda buena que les llevase a desentrañar lo ocurrido, ¿qué esperanza cabe tener ahora que Julio Araújo ha salido definitivamente de escena? Lo he escrito en ocasiones anteriores y hoy me reitero: no hay crímenes perfectos; hay investigaciones imperfectas. Este caso de Sonia Iglesias es un ejemplo palmario. Como también lo fueron los crímenes irresolutos de Deborah Fernández, en las inmediaciones de Vigo, o Rosa María Arcos, desaparecida en Corrubedo. Curiosamente los tres sucesos con mujeres como víctimas, tres probables casos de violencia machista que engordan groseramente el cajón de los asuntos sin resolver en las comisarías del sur de Galicia. En los tres hay un denominador común: una relación de pareja inestable y la sospecha razonable de que, desde esa inestabilidad, se desencadenó un final violento. Pero en los tres casos, una deficiente investigación impidió atar una imputación fehaciente e indiscutible. 

El secreto

Escribo sobre algo que gravita en la ciudad desde que supimos del

fallecimiento de la última pareja de Sonia. Una sensación extendida y en especial, en el entorno familiar y de amigos de la desaparecida. La creencia de que Julio se ha llevado consigo el secreto de lo que realmente pasó aquel 18 de agosto de 2010.

Al sufrimiento permanente de esos padres y de Mari Carmen, la hermana de Sonia, se une ahora la frustración. Sienten que quien no pagó por lo que hizo en vida, se ha marchado de este mundo sin saldar sus cuentas con la verdad. Sin embargo, tanto la familia de Sonia como toda la sociedad pontevedresa, debemos recordar que hasta ahora nunca llegó a construirse una acusación formal contra él. Y que, por tanto, aunque cueste creerlo, sigue siendo inocente a los ojos (vendados) de la Justicia que mantiene el archivo provisional del caso. Por otra parte, la muerte de Julio tiene otro extremo doloroso: deja definitivamente huérfano al hijo que tuvo con Sonia y que ahora ya es mayor de edad. Bastante desgracia tiene ya sobre sí ese muchacho y por eso, con una exquisita prudencia, Mari Carmen explicó que la familia de Sonia no hacía declaración alguna de valoración de lo que supone al caso la muerte de Julio Araújo, por respeto al hijo de ambos. 

Errores

Aunque pueda sonar a frase vacía, habrá que aferrarse a lo de que la esperanza es lo último que se pierde. Hay crímenes atascados que de repente se consiguen resolver. A veces es una casualidad lo que permite replantear un caso. Me viene a la cabeza la niña Madeleine McCann en el Algarve, cuyo definitivo esclarecimiento parece haberse encaminado gracias a las investigaciones de la Fiscalía alemana sobre un depredador sexual que actualmente cumple condena en ese país.

La Comisaría de Pontevedra ha declarado por boca de los sucesivos jefes que han pasado por el despacho principal del edificio de la calle Joaquín Costa, que en estos diez años nunca han dejado de investigar el caso de Sonia. Asimismo, este asunto escuece en la Fiscalía de Pontevedra. Su principal responsable, Juan Carlos Aladro, vio resignado como las investigaciones aportadas por la policía han sido tumbadas sistemáticamente por los juzgados por falta de pruebas. Diferentes tentativas como el registro con georradar de una antigua vivienda familiar de los Araújo en San Mauro o recientemente de un pozo en Marcón, han fracasado. Otras no pasaron de la mera imaginación como cuando se planteaba inspeccionar el panteón de esa familia en la necrópolis. Así como la última propuesta de haber sometido al principal sospechoso a una especie de test de la verdad mediante una prueba neuropsicológica que tampoco prosperó cuando pretendió a la desesperada evitar el archivo de la causa que se decretó en 2018.

Todos esos fracasos evidencian que la Policía carece de una investigación bien tramada desde el minuto uno del caso. Si echamos la vista atrás, hace diez años, cuando ocurren los hechos, se perdieron horas y días preciosos bajo la estúpida creencia de que Sonia se habría marchado por voluntad propia. 

Esperanza

Quizás un día de estos aparezca algún indicio que encamine a los forenses a dar con su paradero. O bien, alguien no pueda con el peso de su conciencia, decida hablar y contar lo que ha venido callando. En los últimos años, las sospechas policiales se encaminaron a suponer que el autor de la desaparición pudo haber contado con ayuda. Ese es un fleco que algún día puede materializar un avance sustancial para esclarecer el caso. Porque hasta ahora, las rutas de investigación que se centraron en Julio Araújo, tropezaron con su pertinaz silencio.

Serafín Castro, uno de los policías que más horas pasó interrogándole, ha contado que «cuando parecía que podía haberle acorralado con las preguntas, bajaba la cabeza, guardaba silencio y no se inmutaba».