Un pontevedrés en silla de ruedas denuncia dificultades para votar

Xacobe Lamas PONTEVEDRA

PONTEVEDRA CIUDAD

Capotillo

Las medidas para la prevención sanitaria provocaron cambios en el colegio al que suele acudir Eugenio Pazos

15 jul 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Eugenio Pazos tuvo que vivir una auténtica odisea para poder participar en las elecciones de este pasado domingo. Este pontevedrés, que se desplaza con silla de ruedas, denuncia las dificultades que afrontó para participar en los comicios. Él vota en el CEIP Manuel Vidal Portela desde hace años y ya en el pasado sufrió discriminación por su discapacidad: «Antes había escaleras en el centro y tenían que sacar la urna para poder votar. Reclamamos varias veces para que pusiesen una solución». Después de ello, en el centro se adaptó la biblioteca como local para votar. A ella se puede acceder desde una rampa, pero esta sigue sin cumplir con los requisitos mínimos de accesibilidad: «La pendiente debe de ser de un 20 o un 30 %, lo cual es una barbaridad. Por ley tendría que ser de un 6 o un 8 %. Además, debe ser antideslizante. Yo sigo necesitando ayuda de otra persona para subirla» afirma Pazos, que se encuentra con este panorama siempre que acude a votar.

Pero en la jornada del domingo, el esperpento fue aún mayor. Después de subir la rampa ayudado por un amigo, se encontró con que, debido a las medidas adoptadas para mantener la distancia social dentro de la sala, su mesa había sido colocada en otro sitio al que no podía acceder. Entonces, un hombre le indicó que él debería entrar por otra puerta. «Le dije: ‘Podríais poner un cartelito para, por lo menos, no tener que subir la rampa'. El hombre fue muy amable conmigo, pero yo debo quejarme igualmente».

Para poder llegar hasta la mesa tuvo que bajar la rampa, rodear todo el edificio y entrar desde las pistas deportivas del centro. Por el medio debió sortear otra rampa más, que tampoco cumplía con las condiciones de la normativa, un escalón, y justo después de él, un marco de aluminio muy estrecho. Para poder subir necesitó la ayuda, ya no solo de su amigo, sino también de una tercera persona que se encontraba allí; tuvieron que hacer varias maniobras para poder acceder.

«Fíjate. Es el peso de una persona adulta más el de su silla de ruedas. Cuando te encuentras con un obstáculo como una rampa, necesitas un acompañante. Debe ser una persona fuerte y joven y que no tenga problemas cardíacos. Y aún así, tiene dificultades. Cuando se trata de un escalón ya necesitas ayuda de más personas. Para empezar, ya no debería haber escalones ni rampas en malas condiciones. A estas alturas hay muchas soluciones. Se debería colocar un elevador. Pero aún haciendo la vista gorda con esto, por lo menos que tuviesen a algunas personas para ayudar», reflexiona.

Otro tipo de discriminación

Paulo Fontán, presidente de la asociación Amizade y miembro de la Xunta directiva de Cogami indica que hacía años que recibían muchas menos quejas por problemas de accesibilidad a los colegios electorales. Una tendencia positiva que, sin embargo, se rompió en esta ocasión: «Nas anteriores eleccións non houbo novas de colexios non accesibles. Hai cinco ou sete anos si que houbo problemas, pero agora as institucións xa están máis concienciadas. Pero nas deste pasado domingo parece que si que houbo casos por motivo das adaptacións do coronavirus». Eso para lo que se refiere a la ciudad de Pontevedra. En el conjunto de Galicia, cree que la situación es peor: «haberá ducias de colexios nos que seguro que hai problemas». La cuestión es que si a esos edificios no acude ninguna persona con movilidad reducida, o si acude, pero no la reporta, nadie se entera. «Hai casos de xente que atopa problemas, pero non o fan constar, sobre todo xente maior», explica.

Fontán subraya que esta problemática debe ser encarada como una cuestión de discriminación: «Ás veces as persoas con mobilidade reducida non o perciben como tal, porque están acostumadas a enfrontarse a estas dificultades no seu día a día. Pero así están condicionando a liberdade das persoas». Y pone un ejemplo: «Imaxina que puxesen un cartel na entrada dun colexio electoral prohibindo a entrada a unha persoa de cor se non vai acompañada. Sería algo moi grave. Pois isto é similar, están obrigando a persoas con mobilidade reducida a estar sempre acompañadas».

Nuevas barreras

En Cogami consideran la accesibilidad como una de las claves para la plena inclusión de las personas con discapacidad. Es por ello que la asociación dedica el mes de julio a esta cuestión en particular. Luisa Miranda, responsable del área de accesibilidad de la asociación, indica que, en lo que llevamos de año, han recibido ya 60 consultas o quejas en materia de accesibilidad. «Desde que ofrecemos este servicio, siempre hemos recibido quejas con respecto a colegios electorales. Aunque las más habituales son las relacionadas con la vivienda y la vía pública». Cogami hace un llamamiento a la ciudadanía para que se respeten los espacios públicos, especialmente ahora. Las circunstancias derivadas de la nueva normalidad y la necesidad de mantener la distancia social han llevado a que, en ocasiones, se dificulte el desplazamiento de las personas con movilidad reducida. Las largas colas de gente esperando en la calle o la ampliación del espacio de las terrazas de los bares y restaurantes son algunos ejemplos de barreras extra que se están encontrando últimamente. «Somos conscientes das dificultades que están pasando os comercios e tampouco queremos opoñernos ás súas solucións, pero estas non poden supoñer novas barreiras á mobilidade», explica Paulo Fontán.

La distancia social también puede llegar a ser un quebradero de cabeza: «Claro que procuramos mantener el metro y medio de distancia, pero a veces es imposible. Una persona que va en silla de ruedas, con muletas o que necesita un acompañante para desplazarse, ocupa más calzada», señala Miranda.

La concienciación es fundamental para que toda la sociedad se percate de las dificultades que implica la movilidad reducida. Paulo Fontán propone un símil para que la gente pueda acercarse a comprender la dimensión de este dilema: «Co confinamento a xente sentíase atrapada na súa casa. No Estado hai ao redor de 100.000 persoas que levan anos sen poder saír das súas vivendas por problemas de accesibilidade. Existen casos de xente que tivo mudarse porque a súa comunidade de veciños negouse a pagar a adaptación do ascensor e facelo máis grande».

Pero mientras se avanza en esa concienciación, los problemas continúan para algunas personas. Que se lo digan a Eugenio, que remata con hartazgo: «Mucho piden el voto, el voto… Pero después nos siguen colocando impedimentos. Y es por dejadez, porque hay soluciones muy sencillas. Pero son solo palabras. Son unos bienqueda».