«Antes de tocar, échense gel en las manos», advertían los feriantes en su vuelta

Nieves D. Amil
nieves d. amil PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA CIUDAD

El mercadillo regresa a Rafael Areses con estrictas normas de seguridad y mucha organización

17 may 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

«¡Cómo puedo vender todo tan barato!», gritaba un feriante para atraer clientela a un puesto en el que mezclaba ropa de temporada con piezas de invierno. Casi no había personas que no se parasen a rebuscar entre sus perchas. Eso sí, antes de que cualquier mano se acercase a una prenda, rápidamente advertía voz en grito: «Para tocar hay que echarse el gel, si no nada». Era el arranque y hay nuevas normas. Poco después de las nueve de la mañana ya estaban en marcha el medio centenar de puestos del mercado ambulante de Pontevedra. Había ganas y mucha necesidad de armar las mesas y los toldos después de dos meses en el dique seco. Repartieron bien los puestos y las distancias entre ellos. A seis metros del de enfrente y a más de tres del siguiente. Alguno no estaba donde era habitual, pero no era momento de reproches. Han sido sesenta días sin ingresos y sin calle, donde los feriantes están acostumbrados a moverse.

El confinamiento les apartó de sus ingresos y la fase 1 les abría la posibilidad de regresar. Estaba en manos de los ayuntamientos hacerlo de la mejor forma posible. Ellos lo tenían claro: «O todos o ninguno». Y el Concello quiso que fuesen todos, ampliando la superficie y evitando la otra alternativa que daba el Gobierno de que solo empezasen el 25 %. «Es la primera a la que venimos en mucho tiempo, este lunes algunos estaremos en Bueu, pero la organización de aquí es muy buena, ojalá aprendiesen en muchos sitios. Pontevedra es un ejemplo», comentaba Otoniel Pesqueira y Juan Carlos Tizón, con un puesto de bisutería y ropa, respectivamente. Entre ellos algún concejal de otro ayuntamiento de la provincia veía como exportar la fórmula tras ver cómo arrancó el de Pontevedra.

Los feriantes hacían corrillos para comentar cómo estaba yendo la mañana y todos coincidían que a pesar de que las ventas no estaban ayudando en la primera parte del día, «los clientes están respetando las restricciones y hay muy buen ambiente», indicaba Santiago Florencio, uno de los comerciantes de ropa interior que se resguardaba del sol con unas bragas en la cabeza y grandes dosis de humor.

Y es que este sábado era un día de retomar la actividad, de ver a sus compañeros y de asumir la nueva rutina cuanto antes. Todos con mascarilla, gel en las mesas y la opción de pago con tarjeta en muchos puestos eran las exigencias que había en una reapertura con control policial y de aforo. No hizo falta que se restringiese la entrada a los carriles delimitados por el Concello. Los pontevedreses llegaban de forma escalonada y todavía algo desubicados, pensando que en un principio se haría en Campolongo. «Es al primero que venimos y normalmente vamos a una media de entre 20 y 25 al mes», advertía la presidenta de los vendedores ambulantes, Margarita González.

Ropa, calzado y complementos formaban un mercado en el que los feriantes echaban de menos a muy pocos compañeros y en el que las mascarillas infantiles se colaban ya en alguno de los puestos. «Las hacemos con telas de colores, aún no vendimos ninguna, pero cada vez que las llevo al súper con mis hijas siempre nos dicen: ‘pero que guapas vais’», comentaba Esther Pazos y Patricia Juncal.

La concejala de Promoción Económica, Yoya Blanco, acudió junto a Tino Fernández, a la feria y reconoció que «é unha noticia moi positiva que o mercadillo teña unha certa volta a normalidade», pero añadió que su ubicación aquí será temporal: «Dinamiza toda a economía, hostalería e comercio da cidade. É importante para nos que volva ao centro. Iso tardará, pero en canto podamos, o levaremos de entrada para Campolongo, e logo seguiremos estudando a posibilidade de que se poida ir para outro lado». El sábado que viene esperan más afluencia después de regresar a casa con una sensación de satisfacción.