«Se prohibieron los velatorios, no las despedidas dignas. Que quede claro»
PONTEVEDRA CIUDAD
Perdiz insiste en que las funerarias tienen que garantizar que las familias «pueden dar ese último adiós, que la norma permite»
10 may 2020 . Actualizado a las 05:00 h.Juan Perdiz, responsable de la funeraria San Marcos, que gestiona varios tanatorios, entre ellos el de San Mauro (Pontevedra) le repite siempre la misma frase a sus trabajadores: «Soy muy pesado con esto, pero creo que es lo principal que deben saber. Siempre les digo que un muerto no es ningún número, que un muerto es una persona irrepetible, con nombre, apellidos e historia. Y, por supuesto, con una familia alrededor. Les digo que si tienen en cuenta eso tienen ya mucho ganado en este oficio». A Perdiz le enfada y le duele la situación actual porque, con el estado de alarma debajo del brazo, esos velatorios con abrazos que forman parte de la cultura gallega se terminaron -se retoman a partir del día 11, pero con restricciones-. Pero, pese a todo, está contento de dirigir una empresa que exprimió la normativa hasta donde pudo para ponerse al lado de las familias que, en estos momentos duros, perdieron a los suyos, sea o no por covid-19.
-¿Cómo vivieron el estado de alarma desde su empresa?
-Como es sabido, pasamos por dos fases. Al inicio del confinamiento, se permitían pequeños velatorios. Luego se endureció y ya no pudieron celebrarse. Pero, ojo. Se prohibieron los velatorios, no las despedidas dignas. Que quede claro. Nosotros y otras funerarias gallegas, ajustándonos totalmente a la normativa, hemos permitido a las familias, no a las que perdieron a personas con covid, con esas no pudimos porque el protocolo era otro, pero sí a las demás tener ese momento íntimo de la despedida, estar con el cuerpo un tiempo muy limitado en el tanatorio. Pero lo que me duele en el alma es que algunos no lo hicieron, que se escudaron en la normativa para llevar el cadáver a una cámara y de ahí directo al cementerio. Y que lo hicieron por ahorrar costes. Eso es algo que a mí no me coge en la cabeza. La muerte de un ser querido, como la vida, es irrepetible. Y nosotros tenemos la obligación de darle todo lo que podamos a las familias. Hay que cumplir la ley, por supuesto, pero hay que hacerlo con humanidad.
-¿Cómo vieron a las familias que perdieron a sus familiares en estos momentos tan difíciles?
-Pues las vi mal, pero también he de decir que muchas me llamaron para agradecerme que, pese a todo, nos preocupásemos de los detalles, de que nadie se marchase sin sus flores, sin alguien que le dijese algo, bien fuese un cura bien fuese otra persona.
-¿Hicieron muchos servicios funerarios con personas con covid-19, fue muy difícil?
-Hicimos once. En este caso, el protocolo era muy estricto y el ataúd tenía que ir precintado. Aún así, no dejamos de tratar de mostrarle cercanía a las familias, porque esa es nuestra labor.