Cerca de 11.500 niños de la ciudad podrán salir de casa desde el domingo

Nieves D. Amil
nieves d. amil PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA CIUDAD

CAPOTILLO

Los psicólogos creen que los menores pueden sacar lecturas positivas de esta etapa como el sacrificio o la autodisciplina

23 abr 2020 . Actualizado a las 10:53 h.

Cerca de 11.500 menores de 14 años de Pontevedra se preparan para salir de casa después de 40 días confinados. Esta especie de alto el fuego no llegó exento de polémica después de que el Gobierno central diese inicialmente solo autorización a los menores de 12 años y más tarde elevase la edad a 14 y permitiese a los niños tan solo acompañar a sus padres a los recados. El revuelo social fue tal que en cuestión de horas el ministro de Sanidad, Salvador Illa, dio un paso atrás y anunció nuevas medidas que abren la puerta a que puedan jugar en el entorno de sus casas.

En Pontevedra esta decisión del Ejecutivo permitirá salir a 3.200 niños de 0 a 4 años, cerca de cuatro mil de 5 a 9 años y más de 4.200 de entre 10 y 14, pero no todos asumirán la medida con la misma necesidad. El psicólogo y coordinador de Meniños, Roberto Antón, reconoce que a pesar de las dificultades que supone el desconfinamiento, «los niños y los adolescentes se lo merece». Después de cinco semanas en casa «estamos sorprendidos, los niños tienen una capacidad de adaptarse a lo bueno y a lo malo mejor que los adultos. Lo hacen y no le dan vuelta a las cosas. Si hace dos meses me hubieran dicho lo que iba a pasar, pensaría que iba a ser peor». Roberto Antón asegura que hasta en las situaciones familiares más complicadas «noto cierta calma».

Eso sí, a ninguno se le escapa que se viven unas circunstancias especiales y como tales, Antón reconoce que los menores de dos años pueden tener más necesidad que el resto de edades por no comprender la magnitud del aislamiento, mientras los que están por encima de los seis años asumen mejor las restricciones de poder salir solo una hora al exterior. «Necesitarán salir los que menos comprenden la situación, sean pequeños o sea un niño con 14 años y algún tipo de discapacidad», precisa este psicólogo, que cree que bajar a la calle dará aire al desgaste que supone el confinamiento, pero que debería haber más condicionantes a tener en cuenta, como si es zona rural o urbana o se vive en piso o casa con finca.

Los permisos de los niños es un paso de un estado de alarma, que los profesionales creen que habrá ayudado a los menores a extraer lecturas muy positivas, que difícilmente olvidarán. «Esta situación les ayuda a aprender autodisciplina, a cumplir unas normas por el bien común y saber que de una manera u otra, el sacrificarse juntos por la sociedad es la única forma de salir».

«Aunque se pueda salir, no lo hará porque es un grupo de riesgo, seguiremos en casa»

En casa de Nebil e Ismael Zendi el lunes se vivirá como un día más de confinamiento. El pequeño tiene 12 años y su hermano 17. La nueva medida del Gobierno permite que Nebil salga a la calle, pero no que lo haga el mayor, sin embargo ni uno ni otro cambiarán la rutina. Su madre, Ángeles Tiscar, lo tiene claro. «Aunque se pueda salir, Nebil no lo hará porque es grupo de riesgo, mientras se pueda mantener en casa, seguirá», señala. Y el niño lo tiene asumido. Igual que el pasado 14 de marzo entendió que el estado de alarma le dejaría varias semanas asilado, ahora comprende que aunque cumple la edad permitida, tampoco lo saldrá. «Estar en casa es un poco aburrido porque no puedes hacer casi nada, pero me entretengo jugando a las cartas, al fútbol o hago puzles», explica Nebil, que si algo echa de menos es echar partidos con sus amigos. «Para hacer más amena la situación pusimos una canasta con una rueda en la finca y montamos una portería», explica Ángeles, que además tiene en su hijo pequeño un ayudante en los fogones.

La situación no es fácil para nadie, pero al menos los que tienen finca en sus casa hacen más llevadero el confinamiento. Eso sí, después de cinco semanas cualquiera necesita una poco de oxígeno para afrontar con ánimo lo que queda de estado de alarma. A Ismael se le está haciendo un poco más largo que al resto. Las mañanas las lleva bastante mejor que las tardes, al tener que estar pendiente de las clases on line del módulo de FP en Diseño Gráfico que está haciendo. Pero después de comer, las horas se alargan hasta el infinito. «Estoy con contacto por vídeo llamada con mis amigos, pero echo de menos poder salir, deberían ampliar hasta la mayoría de edad», apunta Ismael, que a la hora de pensar en ponerse una mascarilla para salir a la calle pone reparos. «No sé que me da, si tengo que salir así es mejor quedarse en casa», bromea.

Con o sin mascarilla, Ángeles y su marido, que están en el paro, intentan hacerle la vida más fácil a sus hijos para que parezca que esto pasa rápido.